El nuevo modelo económico de bajas emisiones necesita estos elementos que están en algunos países del planeta
PIERGIORGIO M. SANDRI
En el futuro no podremos vivir sin ellas. Las tierras raras, unos 17 minerales poco comunes que se encuentran localizados en áreas delimitadas planeta, ya son indispensables. El funcionamiento de una turbina eólica, encender la pantalla de un monitor, la vibración de un teléfono móvil, la alimentación de un coche eléctrico.
Sin estas partículas nada de ello sería factible. Para que se tenga una idea, el automóvil eléctrico promedio requiere seis veces más minerales que un automóvil convencional, según la Agencia Internacional de la Energía.
Pero no solo. Las tierras raras se utilizan en distintos procesos industriales, desde cerámica avanzada, computadoras, luces fluorescentes, turbinas eólicas, catalizadores en automóviles (es algo muy importante para reducir emisiones de los motores) pasando por refinerías de petróleo, monitores, televisores, iluminación, láseres, fibra óptica, superconductores y hasta pulido de vidrio.
Sus nombres suenan abstractos pero, por poner algún ejemplo, el neodimio y el disprosio son fundamentales para los motores utilizados en los vehículos eléctricos. A ellos hay que añadir el lantano (utilizado en luces brillantes), el cerio (hornos de pulido y autolimpiante) y el neodimio (pequeños imanes).
La transición energética hacia un modelo de bajas emisiones ha hecho que estos elementos sean esenciales mucho más que en el pasado. Quien los tiene tiene un tesoro entre manos. Solo tres países producen más del 75% del suministro mundial de litio, cobalto y otras tierras raras. Son China, Congo y Australia. Pero hay una nación que controla más del 80% de la capacidad de procesamiento de tierras raras del mundo: China.
De hecho, Pekín no tiene reparos en usar su liderazgo para fines geopolíticos. Hace décadas que los chinos se centraron en la explotación de las tierras raras, al poder contar con unos costes de producción bajos y haciendo la vista gorda sobre el impacto medioambiental. En plena guerra comercial con EE.UU. en la etapa de Donald Trump, el líder chino, Xi Jinping, se hizo hacer una foto visitando las minas del país, en un claro mensaje de advertencia a su rival económico de que ellos tienen la sartén por el mango.
Reparto
China controla más del 90% de estos minerales y no duda en presumir de su influencia
Es un problema de magnitud para una economía como la de Estados Unidos, hasta el punto que hace pocos meses el Congreso abrió un debate sobre el tema para reducir su dependencia del exterior. El país tiene una explotación de tierras raras en Mountain Pass, en California, pero lo poco que produce lo tiene incluso que llevar a China para su procesamiento.
Su dependencia del niobio y del indio, pero también del magnesio y del platino, es casi total. Muchos de estos elementos sirven además para la importante industria militar del país.
¿Dónde se emplean?
+ Componentes electrónicos: discos duros, micrófonos, altavoces, microondas, partes automoción
+ Defensa: satélites, misiles, sistemas de control
+ Iluminación: láser, fibra óptica, diagnósticos por la imagen, fluorescentes
+ Energía y magentos: baterías, aleación metales, producción acero
+ Catalizadores: refino del petróleo, aditivos a carburantes, filtros de aire
+ Vidrio y cerámica: colorantes, pigmentación, sensores, tratamientos
“En todos los momentos de la historia ha habido un determinado recurso fundamental para el progreso de la sociedad, que hizo que muchos quisieran apoderarse de ellos. Estamos a las puertas del fin de la era de los hidrocarburos, hemos dejado atrás el uranio y ahora estamos de lleno en la era de las telecomunicaciones y de la electrónica miniaturizada, que nos piden dispositivos más eficientes, con más capacidad y menos peso. En este contexto, determinados minerales garantizan una mayor conductividad. Y aquí entran en juego el litio, el cobalto y las tierras raras”, explica Pere Soria, vocal del Cluster de Eficiència Energètica de Catalunya.
“La economía ha dado un giro y de hecho hace años la búsqueda de estos elementos no se daba porque no era necesario. Ahora los fondos de capital quieren invertir en aquellos materiales que entrevén serán clave en la siguiente etapa de desarrollo económico”, prosigue.
Los costes de extracción de estos minerales son variables y dependen también si hay permisos y control sobre el impacto medioambiental. Además, señalan los expertos, hay que contar que no solo está la extracción, sino también la depuración de los elementos.
Algunas tierras raras son caras no solo por su escasez, sino por la especulación que experimentan en general muchos metales. Ocurrió recientemente con el platino, el paladio, el cobalto o el rodio, considerado el metal más caro del planeta. Incluso con el acero, que desde marzo del 2020 ha subido más de un 200%.
Como dijo la Agencia Internacional de la Energía en un reciente estudio, “hoy por hoy, los datos indican un desajuste entre las ambiciones mundiales para luchar contra el clima y la disponibilidad de minerales críticos que son necesarios para llevar a cabo dichas ambiciones”.
Usos geoestratégicos de los minerales
Tal como informaba el Congreso de EE.UU. en un informe del pasado mes de noviembre, desde la década de 1960 hasta aproximadamente 1985, Estados Unidos fue el mayor productor mundial de las llamadas tierras raras (REE por sus siglas en inglés), con toda la producción procedente de la mina Mountain Pass, en California.
A partir de mediados de la década de 1980, China comenzó las operaciones de extracción y minería de REE y se convirtió en el mayor contribuyente a la producción mundial. Así, en la década del 2010 China producía casi el 85% del suministro mundial de estos codiciados minerales y el 95% del procesamiento. Desde el 2015 hasta el 2018, Estados Unidos importó el 80% de estos elementos desde China.
Entre el 2010 y el 2014, China impuso restricciones a la exportación. El choque de la oferta resultó en aumentos dramáticos de los precios y desató la preocupación por asegurar el acceso a yacimientos más económicos, lo que llevó a una mayor exploración global. En el 2019, EE.UU. importó el 100% de las tierras raras por un valor de 170 millones de dólares. Su uso es esencial en varios ámbitos industriales.