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INFORME CEPAL
Transición vs. bajo crecimiento en América Latina
MINING PRESS/ ENERNEWS

Para la CEPAL, el escaso crecimiento de la región complica el cumplimiento de la agenda 2030. Para llegar a los objetivos se necesita reactivar sectores estratégicos de la economía

22/04/2024
Documentos especiales Mining Press y Enernews
CEPAL; EL DESAFÍO DE LA AGENDA 2030

ANAHÍ ABELEDO

En 2023, el dinamismo del comercio regional de bienes mostró una tendencia descendente, especialmente en lo relativo a las importaciones. Entre enero y agosto de 2023,  el volumen exportado creció a una tasa interanual del 1,0%, que no fue suficiente para compensar  la caída de los precios (de un -3,5%). El valor exportado registró una disminución  del 2,4% en dicho período.

De acuerdo al último trabajo de la CEPAL: "América Latina y el Caribe ante el desafío de acelerar el paso hacia el cumplimiento de la Agenda 2030", el volumen del comercio internacional de bienes de la región creció solo un 3,2% en 2022, lo que representa una marcada desaceleración tras la expansión del 10,8% registrada en 2021 (gráfico I.2). 

Para incrementar el ritmo de avance hacia la consecución de los ODS en 2030, se requiere un esfuerzo considerable por parte de todos los actores, con políticas y acciones dirigidas específicamente a lograr este propósito. 

Se necesita una estrategia de desarrollo de largo alcance, centrada en el objetivo de aumentar la tasa de crecimiento del producto de manera sostenida durante largos períodos de tiempo. CEPAL propone la reactivación de un conjunto de políticas de desarrollo productivo que, mediante el impulso a ciertos sectores que se consideran estratégicos.

LOS PRECIOS, ENERGÍA Y OTRAS MATERIAS PRIMAS
En el caso de las importaciones, tanto los precios como los volúmenes  presentaron caídas interanuales en los ocho primeros meses del año (con variaciones del -2,5% y el -4,5%, respectivamente). Se estima que en 2024 el comercio se expandirá un 3,3%. 

En cuanto a los precios de las materias primas, los de los bienes no energéticos mantuvieron, durante 2023, la tendencia a la baja que se venía observando desde la segunda mitad de 2022. Por el contrario, los precios de los bienes energéticos, especialmente los del petróleo, han experimentado un aumento desde la mitad de 2023. 

A pesar de este incremento, en 2023 los precios de  los bienes energéticos se ubicaron un 21% por debajo de los niveles promedio vigentes en 2022, y los  precios de los productos básicos fueron en promedio un 11% inferiores (cuadro I.1). Esto no solo se debe a la alta base de comparación (de 2022), sino también a la desaceleración de la actividad económica que se ha experimentado a nivel mundial. 

Para 2024, se prevé que los precios se reducirán  un 1,0% con respecto a los vigentes en 2023. Cabe destacar que, a pesar de las disminuciones de  precios registradas en 2023 y las proyectadas para 2024, los precios de los productos básicos seguirían estando más de un 30% por encima de los niveles promedio de 2019, antes del inicio de la pandemia.

INFLACIÓN, DEUDA, CRÉDITO, INVERSIONES
A nivel general, se estima que la inflación promedio mundial disminuyó del 8,7% en 2022 al 6,9% en 2023, y se espera que dicho valor se reduzca al 5,8% en 2024, cifra que aún se ubicaría por encima del promedio del 3,6% registrado en la década anterior a la pandemia (2010-2019). 

En 2022, la tasa de inflación interanual promedio de los precios al consumidor fue más alta en las economías emergentes y en desarrollo que en las economías avanzadas, como había ocurrido en el período 2010-2019. Se estima que también lo fue en 2023 y que continuará siéndolo en 2024. 

En el ámbito financiero, aunque la volatilidad financiera mundial fue, en promedio, menor en 2023 que en 2022, las condiciones de financiamiento continúan siendo significativamente restrictivas. 

Las continuas alzas en las tasas de interés de política aplicadas por los países desarrollados no  solo han elevado los costos de acceso al financiamiento en estas economías, sino que también han provocado un aumento generalizado de los costos de financiamiento de los mercados emergentes,  incluida América Latina y el Caribe

El endurecimiento de las condiciones financieras refleja la contracción de la liquidez mundial observada en 2023, que se produjo de manera simultánea en los Estados Unidos, la zona del euro y el Reino Unido (gráfico I.3). 

En un contexto financiero más restrictivo, el nivel de la deuda mundial ha aumentado, especialmente  en las economías desarrolladas. Esto, a su vez, ha contribuido a incrementar el costo del endeudamiento  para los países en desarrollo, incluidos los de América Latina y el Caribe, y a reducir el volumen de  la deuda emitida por estos países en los mercados de capitales internacionales. 

En 2023, los países en desarrollo emitieron deuda en moneda extranjera por un monto equivalente a US$ 360.000 millones. Este volumen de deuda fue inferior al emitido en 2022 por un valor de US$ 380.000 millones. Más importante aún es el hecho de que el alto costo de financiamiento de la  deuda ha incrementado el riesgo de suspensión de pagos en varios países en desarrollo.

En 2022, la inversión extranjera directa totalizó US$ 1,29 billones a nivel mundial, lo que representó una reducción del 12% en comparación con 2021. Por su parte, los flujos de capitales hacia los mercados emergentes continúan en niveles bajos en la comparación histórica. 

De hecho, en el tercer trimestre de 2023, se observaron salidas netas de flujos de capitales de cartera desde los mercados emergentes, lo que coincide con una mayor demanda de dólares y una apreciación de esa moneda a nivel mundial.

En síntesis, el panorama internacional reciente y el que se avecina confirman los desafíos a los que se enfrenta América Latina y el Caribe para salir de la crisis del desarrollo por la que atraviesa. 

TRANSICIÓN vs  CRECIMIENTO DEMASIADO LENTO
La pausada evolución del crecimiento, la inversión y el comercio internacionales que se ha documentado  en este capítulo inciden en la dinámica de la región, que presenta también un ritmo muy pausado  en lo que respecta al crecimiento del producto, la productividad y el empleo por su efecto de arrastre en el resto de la economía, pueden dar viabilidad a las seis transiciones: la alimentaria, la energética, la digital, la educativa, la del empleo y la protección social y la climática, que se retroalimentan entre sí y tienen la capacidad de contribuir decisivamente a acelerar el logro de los ODS.

En 2023, América Latina y el Caribe registró una tasa de variación anual del PIB estimada del 2,2%. Si bien presentaron diferencias, las tres subregiones mostraron un menor crecimiento en 2023 con respecto a 2022: América del Sur creció un 1,5% (3,8% en 2022); el grupo conformado por los países de Centroamérica y México, un 3,5% (4,1% en 2022), y el Caribe (sin incluir Guyana), un 3,4% (6,4% en 2022). La desaceleración fue más pronunciada en la subregión de América del Sur, y todavía más si no se incluye al Brasil. 

Para 2024, se espera que la tasa de crecimiento del PIB de América Latina y el Caribe sea del 1,9% en promedio, y que se mantenga esta dinámica de bajo crecimiento. 

Todas las subregiones crecerían menos que en 2023: América del Sur crecería un 1,4%; Centroamérica y México, un 2,7%, y el Caribe, un 2,6% (sin incluir Guyana). En este contexto, los espacios de política  fiscal y monetaria continuarían siendo limitados en los países de la región. 

El bajo crecimiento esperado no es un problema coyuntural, sino que refleja la caída que se ha venido observando en la tasa de crecimiento tendencial del PIB regional (gráfico I.4).

La cuenta corriente de la balanza de pagos de América Latina cerró 2023 con un déficit del 1,4%  del PIB, lo que constituye una mejora con respecto al año anterior, cuando el déficit fue del 2,6%  del PIB. Este resultado se explica por la mejora de la balanza de bienes, que se tornó superavitaria, por la disminución del déficit de los servicios y las rentas, y por la estabilidad exhibida por la balanza de transferencias corrientes. 

El valor de las exportaciones de bienes descendió, debido a una caída del precio (5,0%) que no alcanzó a verse compensada por el incremento del volumen exportado (3,0%). Por otra parte, el valor de las importaciones de bienes se redujo en mayor medida (un 6,0%), como resultado de la reducción tanto del volumen (3,0%) como del precio (3,0%) de los bienes importados. 

Debido a la dinámica descrita, la balanza de bienes registró un superávit equivalente al 0,6% del PIB. Los términos de intercambio de América Latina, por su parte, se redujeron un 2,6% en 2023, debido a que, según las estimaciones, el precio de las exportaciones cayó un 5,0%, mientras que el precio de las importaciones disminuyó un 3,0%. 

Hay que considerar las diferencias que se registraron entre las subregiones  de América Latina, debido a la distinta estructura de importación y exportación de cada una de ellas. 

En América del Sur, los términos de intercambio cayeron un 4,4%, ya que los países de esta subregión son principalmente exportadores de alimentos, minerales y energía, rubros cuyos precios disminuyeron en 2023. 

En Centroamérica, por el contrario, al ser los países de esta subregión importadores netos de dichos productos, se estimó una leve alza de los términos de intercambio (0,9%).

En 2023, se calcula que el déficit de la cuenta de servicios se redujo en América Latina y el Caribe. 

Las exportaciones de servicios crecieron un 14,0% en 2023 (en especial por el turismo, actividad esencial para las economías del Caribe y para algunas economías centroamericanas), tasa de crecimiento que duplica la del 7,0% esperada en las importaciones de servicios.

La inflación siguió disminuyendo en la gran mayoría de las economías de la región a partir de junio de 2022. A septiembre de 2023, la mediana de la inflación regional era del 4,4%, lo que representaba una caída de 4,2 puntos porcentuales con respecto a la mediana regional de septiembre de 2022 (gráfico I.5). La reducción de la inflación fue generalizada, excepto en las economías con inflación crónica.

CONSECUENCIAS ECONÓMICAS DEL CAMBIO CLIMÁTICO
América Latina y el Caribe ha mostrado ambición en la lucha contra el cambio climático, comprometiéndose a reducir sus emisiones hasta 2030 entre un 24% y un 29% respecto del escenario inercial. 

Lograr recortes de esta magnitud representa un desafío enorme, pues supone multiplicar entre cuatro y cinco veces la velocidad de descarbonización histórica de la región. Esto implica aplicar una estrategia que abarque no solamente al sector energético, sino también al transporte, el sector agroalimentario, la lucha contra la deforestación y la gestión de residuos, entre otras cosas, fortaleciendo las sinergias entre las actividades económicas impulsoras y las transiciones propuestas. 

Para resolver el problema del crecimiento bajo, excluyente e insostenible, hace falta cambiar las trayectorias de inversión y el estilo de desarrollo, para lo cual se requieren transformaciones en áreas estratégicas que conduzcan a la economía y a la sociedad en general hacia el cumplimiento de los ODS. 

Este nuevo estilo de crecimiento, para el cual es preciso lograr mayor productividad, inclusividad y sostenibilidad, implica diseñar una agenda con tres grandes transformaciones interconectadas, que conforman un nuevo paradigma para el desarrollo. 

+ Un desarrollo más productivo, ya que la productividad determina el nivel de vida a largo plazo y, para promoverla y salir de la trampa del bajo crecimiento económico, hay que ampliar el alcance de las políticas de desarrollo productivo de nueva generación.

+ Un desarrollo más inclusivo basado en un mercado laboral dinámico que genere más y mejores empleos.

+ Un desarrollo más sostenible, lo que significa lograr un crecimiento que asegure la supervivencia y la calidad de vida en el planeta. 

HACIA UN NUEVO MODELO DE DESARROLLO
El cambio hacia un nuevo modelo de desarrollo productivo, inclusivo y sostenible: la importancia  de las políticas de desarrollo productivo  y el enfoque de clústeres. 

Una de las principales causas del magro crecimiento económico que exhibe la región es la tendencia decreciente de su productividad. Esta ya mostraba signos de fatiga desde el período de la crisis financiera asiática, a fines del siglo pasado, si bien la tendencia se ha visto agravada en la última década (gráfico I.7). 

Recuperar el dinamismo de la productividad es una condición necesaria para escapar del síndrome estructural de bajo crecimiento que aqueja a la región desde hace décadas, abordar el resto de los desafíos en materia de desarrollo y acelerar el paso hacia los ODS. 

A fin de lograr un aumento sostenido de la productividad, es necesario incrementar la sofisticación y diversificación de los aparatos productivos de la región y, en general, propiciar cambios estructurales en ellos. 

De acuerdo con las experiencias de aquellos países que ya han experimentado una transformación productiva, este proceso no se da de manera espontánea. Requiere un trabajo articulado a múltiples niveles entre el sector público, el sector privado, el sector académico y la sociedad civil, a fin de determinar cuáles son los cuellos de botella que obstaculizan el cambio y resolverlos. 

 


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