El organismo analiza las oportunidades que abre el litio para la región; las políticas públicas; legislación y estado actual de reservas y producción
ANAHÍ ABELEDO
Un automóvil eléctrico necesita seis veces más minerales que uno convencional, mientras que una planta de energía eólica mar adentro necesita nueve veces más que una planta a gas con la misma capacidad. El litio es el metal que, de acuerdo con esta proyección, experimentaría un mayor crecimiento de la demanda, que podría multiplicarse por 13 y hasta por 42, según el escenario, de aquí a 2040.
No hace falta recordar la abundancia del mineral en Sudamérica donde el triángulo del litio concentra el 56% de los recursos mundiales (41% en Chile y 10% en Argentina), pero sí destacar que -en menores cantidades- otros países de la región como Brasil, México y Perú, tienen recursos que elevan ese porcentaje al 60% de los reservas mundiales. El último informe de la CEPAL "CEPAL: Extracción e industrialización del litio- Oportunidades y desafíos para América Latina y el Caribe", publicado ayer profundiza en el tema.
Solo tres países explotan litio a gran escala comercial en la región. En 2021, Argentina representó el 9,8% de la producción mundial, Brasil el 0,4% y Chile el 41%. Ese mismo año, los cuatro mayores productores de litio a nivel mundial (en orden de importancia, Australia, Chile, China y Argentina) concentraron más del 96% de la producción global.
Actores como China, Estados Unidos y la Unión Europea lideran la electromovilidad y cuentan con una serie de políticas que buscan asegurar el suministro de minerales considerados críticos para la transición energética.
La región tiene una participación importante en la primera etapa de la cadena de valor de las baterías de litio (extracción / procesamiento). En las etapas de producción de precursores, cátodos/ánodos, celdas y baterías, son China, Japón, República de Corea, Estados Unidos y Europa quienes las lideran.
Una mayor participación de la región en los segmentos aguas abajo (es decir, los procesos productivos que usan o consumen el litio como insumo) de producción de celdas y baterías de ion litio estaría íntimamente vinculada al desarrollo de una industria de vehículos eléctricos de gran escala en la región, y requeriría de financiamiento elevado, acceso a otros minerales considerados críticos, y competencias humanas y tecnológicas.
"La extracción de litio tiene desafíos de naturaleza socioambiental, derivados principalmente del consumo de agua en los procesos extractivos en zonas que enfrentan alto estrés hídrico, el impacto sobre la biodiversidad y las actividades económicas tradicionales de grupos sociales que habitan los salares (desde donde se extrae mayoritariamente el recurso). Para eso, la industria del litio requerirá de regulaciones y estándares más estrictos que aseguren la sostenibilidad de la actividad, puntualiza el informe".
El documento formula un conjunto no exhaustivo de directrices de política orientadas a mejorar el potencial de la región para aprovechar las oportunidades que ofrece el litio y contar con mejores herramientas para enfrentar los desafíos que presenta su explotación y la necesidad de cooperación e integración regional para hacer prosperar una agenda conjunta de agregación de valor y encadenamientos productivos asociados al litio.
INVERSIÓN EN ENERGÍAS LIMPIAS, ELECTROMOVILIDAD Y BATERÍAS
La transición energética exige un alto nivel de inversiones. La tasa de crecimiento anual promedio de la inversión en energías limpias durante los cinco anos posteriores a la firma del Acuerdo de París, en 2015, fue de poco mas del 2%.
Desde 2020, la tasa ha aumentado al 12% pero aún se encuentra por debajo de lo necesario para alcanzar los objetivos climáticos internacionales.
En 2021, los niveles mas altos de inversión en energías limpias se registraron en China (US$ 380.000 millones), seguida de la Unión Europea (US$ 260.000 millones) y los Estados Unidos (US$ 215.000 millones).
La inversión en vehículos eléctricos alcanzo los US$ 93.000 millones, lo que representa el 6,5% de la inversion total (vease el grafico I.3).
La tasa de penetración de vehículos eléctricos en el mercado automotor creció un 650% entre 2014 y 2019 (vease el grafico I.4) y se estima que llegó al 4,6% en 2020 y al 9% en 2021, con lo que casi se cuadruplicó la cifra de 2019 (AIE, 2022b).
El pronunciado crecimiento de la electromovilidad explica la expansión de la demanda de baterías de iones de litio durante los ultimos años, que crece a un ritmo que rondaría el 25% anual hasta 2030 (Foro Economico Mundial, 2019). Esta tasa de crecimiento plantea dudas sobre la capacidad de los fabricantes de automoviles para mantener el ritmo de producción y entregas. Las principales restricciones provienen de la cadena de suministro de materias primas y la escasez mundial de semiconductores.
El gasto público en subvenciones e incentivos para los vehículos eléctricos casi se duplicó en 2021, hasta rondar los US$ 30.000 millones. Un número creciente de países se ha comprometido a eliminar los motores de combustión interna en las próximas décadas y tiene ambiciosos objetivos de electrificación de vehículos.
Al respecto, 16 paises, entre los cuales se encuentra Chile, crearon, en el marco del Foro Ministerial sobre Energías Limpias, un foro político multigubernamental, denominado Iniciativa de Vehiculos Eléctricos, dedicado a acelerar la introducción y adopción de vehículos eléctricos en el mundo.
Muchos fabricantes ya han respondido a estos compromisos e incentivos anunciando su decisión de electrificar sus flotas.
En la región, el Brasil tiene el mayor mercado, seguido por México y Colombia. Los pronosticos indican un fuerte crecimiento en países como Colombia, Costa Rica y el Uruguay (vease el grafico I.5). Sin embargo, las tasas de penetración en la región son relativamente bajas y se ubican por debajo del 1%, en promedio.
Los elevados niveles de concentración se observan también en la cadena de procesamiento y refinamiento de los minerales, donde China tiene una fuerte presencia. La participacion de este país en las actividades de refinación es de alrededor del 35% en el caso del níquel, de entre el 50% y el 70% para el litio y el cobalto, y casi del 90% para las tierras raras (vease el grafico I.6).
Las empresas chinas también han realizado cuantiosas inversiones en activos en países como la Argentina, Australia, Chile, Indonesia, México y la República Democrática del Congo, lo que les permite tener un alto nivel de integración vertical.
EL PRECIO DEL LITIO AUMENTA DE MODO SOSTENIDO
El litio ha sido el metal que registró el mayor aumento de precio, resistiendo incluso el descenso experimentado desde abril de 2022. Esto tiene un considerable impacto sobre el costo de producción de las celdas de baterías de iones de litio necesarias para expandir la electromovilidad.
Entre julio de 2020 y septiembre de 2022, los precios del cobre, el niquel, el cobalto y el aluminio aumentaron entre un 20% y un 80%.
Los valores comenzaron a descender a partir de marzo y abril de 2022, cuando alcanzaron un maximo tras la salida de la peor situacion de la pandemia de enfermedad por coronavirus (COVID-19) y la invasión de Rusia a Ucrania.
Si bien hay factores que explican la situación de cada metal, todos se han visto afectados por las expectativas negativas sobre la evolución de las economías industrializadas y de China, en una economía mundial con políticas monetarias restrictivas e inflación.
El costo de las materias primas tiene un gran impacto en las necesidades de financiamiento para la transicióin energética, ya que su participación en el costo total de las tecnologías está aumentando. Los materiales catódicos de las baterías de iones de litio (que pueden combinar litio, niquel, cobalto y manganeso en distintas proporciones) representaban menos del 5% de los costos de los paquetes de baterías a mediados de la década de 2010. Con el aumento del precio del litio y otros metales para baterías registrado a principios de 2022, esta cifra ahora ronda el 20%.
EL CARÁCTER ESTRATÉGICO DEL LITIO
En consonancia con el caracter crítico que ha asumido para los países que lideran la transición hacia la electromovilidad, el litio ha asumido un carácter estratégico para aquellos países que cuentan con abundantes recursos, considerándose una posible plataforma para promover el desarrollo económico. Los países de la region que se encuentran en este grupo han incorporado ese carácter estratégico del litio en sus marcos normativos.
Las justificaciones y el alcance práctico de este criterio varían mucho de un país a otro.
+ En la Argentina, esta decision se ha limitado a la provincia de Jujuy, que creó una empresa pública con participación accionaria en las operaciones que se llevan a cabo en su territorio.
+ En Bolivia, el litio se ha declarado estratégico por motivos esencialmente económicos y el Estado controla y promueve toda la cadena de valor de baterías de iones de litio.
+ En Chile, la decisión se tomó hace varias dé cadas, justificada en el interés nuclear del litio, lo que no tuvo implicaciones significativas en términos del control directo de las actividades para el aprovechamiento del recurso o de la cadena de valor de las baterías de iones de litio, pero esto podría cambiar con la Estrategia Nacional del Litio anunciada en abril de 2023.
+ México, unos meses antes, declaró al mineral de utilidad pública y creó la empresa estatal Litio.
Existen tres grandes tipos de yacimientos economicos de litio:
+ Depósitos de salmuera en salares
+ Depósitos de pegmatitas, incluida particularmente la familia de pegmatitas graníticas de litio-cesio-tantalio (LCT) y las rocas metasomaticas asociadas
+ Depósitos de arcilla volcánica
América Latina cuenta con depositos de litio de los tres tipos mencionados, aunque los de mayor importancia, por el volumen de recursos identificados, son los del tipo salmuera en salares.
El área que se extiende a través del suroeste de Bolivia y el norte de la Argentina y Chile muestra una geografia caracterizada por numerosas cuencas endorreicas desarrolladas en un ambiente que tiene una altura media de unos 4.000 metros sobre el nivel del mar.
Esta región se conoce comunmente como “triángulo del litio”17. Los depósitos en pegmatitas pueden encontrarse en la Argentina, el Brasil, México y el Perú, pero solo en el Brasil son objeto de aprovechamiento en la actualidad, mientras que en la Argentina hay antecedentes de explotación en el siglo pasado.
En cuanto al tercer tipo —arcillas enriquecidas de litio—, hay depósitos en etapas de exploración avanzada en México y el Perú, pero todavía no existen proyectos en etapa productiva.
En materia de recursos identificados, los países del triángulo del litio cuentan con el 56% del total mundial.
Al considerar el resto de los países de America Latina mencionados, la region alcanza casi el 60% de los recursos.
A la hora de considerar las reservas minerales, es decir, la porción de los recursos identificados que puede extraerse de manera económica con la tecnología disponible, el panorama cambia considerablemente para algunos países de la región.
Esto se explica por el hecho de que para el cálculo de reservas se tienen en cuenta muchos aspectos relacionados con factores económicos, las condiciones del mercado y el financiamiento, así como con la ingeniería y el método de extracción a utilizar, y las condiciones legales, ambientales y sociales. Bolivia, México y el Perú, no cuentan con estimaciones de reservas.
La producción de litio se concentra en cuatro países —Australia, Chile, China y Argentina—, a los que, en 2021, correspondio mas del 96% de la producción mundial.
Australia tiene mas del 52% de la producción en mina. La marcada concentración geográfica de la producción de litio es uno de los motivos que ha llevado a los principales países productores de baterías de iones de litio a incluir este insumo en una lista de materiales críticos.
La participación relativa de cada país ha cambiado a través de los años. Durante la década de 2000, Chile tuvo una participación promedio del 40% en la producción mundial, mientras que la de Australia se mantuvo en torno al 23%.
En esa década aparecieron China y la Argentina, cuyas participaciones, en promedio, se ubicaron en torno al 15% y el 9%, respectivamente. En la década de 2010, el liderazgo cambió y la participación de Chile cayó al 31%, mientras que la de Australia aumentó al 44%.
Entre 2015 y 2021, cuando comienza a registrarse un marcado aumento de la demanda —y, consecuentemente, de los precios—, la brecha entre los dos países se amplió y en 2018 los máximos alcanzados fueron del 60,2% para Australia y del 19% para Chile.