Los riesgos climáticos pueden afectar el desempeño empresarial a través de daños a los activos, interrupciones operativas y reducción de los flujos de efectivo, lo que en última instancia impacta la capacidad de pagar la deuda y la valoración de la empresa
NAMITA VIKAS
La evidencia científica muestra que el cambio climático está empeorando, con niveles más altos de carbono en el aire que provocan fenómenos meteorológicos más frecuentes y severos. Además, existen riesgos asociados con la transición a una economía baja en carbono.
Estos cambios amenazan los activos y las empresas existentes y causan graves problemas económicos. Según el Instituto Potsdam, los impactos relacionados con el clima podrían reducir los ingresos globales en un 19% en los próximos 25 años, lo que representaría pérdidas anuales de 38 billones de dólares para 2050. En comparación, la pandemia de COVID-19 redujo el producto interno bruto (PIB) mundial en un 3% en dos años.
La región de Asia y el Pacífico es particularmente vulnerable, ya que el 26% de su PIB está en riesgo debido al aumento de las temperaturas. La Organización Meteorológica Mundial calificó a 2023 como el año más cálido de la historia, mientras que 2024 ha sido igualmente cálido. Regiones de todo el mundo han sido testigos de olas de calor, sequías y escasez de precipitaciones, lo que ha afectado a la producción, la productividad y los medios de vida.
Estos impactos económicos se traducen en riesgos para las empresas y las instituciones financieras. Los riesgos climáticos pueden afectar el desempeño de las empresas a través de daños a los activos, interrupciones operativas y reducción de los flujos de efectivo, lo que en última instancia afecta la capacidad de pagar la deuda y la valoración de la empresa.
Por ejemplo, un aumento del 1% en los daños causados por un tifón en Filipinas provocó un aumento del 2,3% en los préstamos morosos, lo que puso en peligro la estabilidad financiera sistémica. Por lo tanto, las instituciones financieras deben gestionar los riesgos climáticos como un paso hacia la transición a una cartera baja en carbono.
Además de las fuerzas del mercado, las presiones regulatorias también están aumentando. Varias regiones, entre ellas el Reino Unido, la Unión Europea (UE), Singapur, Malasia y Nueva Zelanda, están exigiendo a las instituciones financieras que revelen sus riesgos y oportunidades climáticos.
Por ejemplo, las pruebas de estrés climático de 2023 del Banco de la Reserva de Nueva Zelanda mostraron posibles impactos en la rentabilidad bancaria y los activos ponderados por riesgo. Como resultado, los bancos están trabajando para mejorar su gestión del riesgo climático.
Por lo tanto, las instituciones financieras necesitan una gestión eficaz del riesgo climático para protegerse contra pérdidas futuras y mantenerse a la vanguardia de las regulaciones cambiantes, centrándose en tres elementos críticos: identificación, medición e integración de riesgos.
IDENTIFICACIÓN DE RIESGO
La identificación del riesgo climático incluye estos enfoques clave:
El análisis de sectores y ubicaciones mediante datos sobre exposición de carteras y riesgos climáticos, a menudo mediante mapas, ayuda a identificar áreas vulnerables y puntos críticos de riesgo. Este análisis también considera la capacidad de estas regiones para adaptarse, reduciendo su vulnerabilidad.
El mapeo de la materialidad climática evalúa los factores de riesgo clave en función de su impacto y la probabilidad de que afecten las decisiones comerciales. El uso de un marco de cuadro de mando integral mejora este proceso, ayudando a identificar elementos comerciales importantes que podrían verse más afectados por los riesgos climáticos.
El índice de activos verdes muestra qué proporción de los préstamos e inversiones de una institución financiera se destinan a actividades económicas “verdes”. Destaca el riesgo potencial de pasar a una economía baja en carbono. Un índice de activos verdes más bajo significa que la institución financiera podría verse más afectada por los cambios en las políticas, la tecnología o el mercado para reducir las emisiones de carbono.
La estimación de las emisiones financiadas causadas por decisiones de préstamo o inversión ayuda a establecer una base para evaluar el riesgo climático y orientar los esfuerzos para reducir las emisiones de carbono.
MEDICIÓN DE RIESGOS
La medición del riesgo climático abarca evaluaciones de riesgo físico y de transición que incluyen las siguientes dimensiones, respectivamente.
EVALUACIÓN DE RIESGO FÍSICO
+ Peligro: Identificar eventos climáticos extremos que impactan regiones específicas;
+ Vulnerabilidad: Medir la sensibilidad del negocio a estos peligros en términos de gravedad y frecuencia de los eventos de riesgo;
+ Exposición: evaluación del alcance del impacto sobre los activos, la fuerza laboral y los recursos.
EVALUACIÓN DE RIESGOS DE TRANSICIÓN
+ Huella de carbono/emisiones financiadas: Establecer una línea de base para mitigar riesgos e impulsar inversiones hacia alternativas con bajas emisiones de carbono.
+ Análisis sectorial y de ubicación: identificación de puntos críticos afectados por cambios en políticas, tecnología y mercado.
+ Impacto del precio del carbono: evaluación de cómo la posible fijación del precio del carbono podría afectar las finanzas de otras partes involucradas. Un precio del carbono podría perjudicar las finanzas de las contrapartes.
Un sistema de puntuación basado en probabilidad ayuda a determinar los riesgos físicos y de transición, respectivamente, a nivel del prestatario o del inversor.
Además, el análisis de escenarios climáticos también se utiliza en una evaluación de riesgos para evaluar cómo los diferentes niveles de calentamiento global podrían afectar las economías, los impulsores comerciales y los índices de riesgo de las instituciones financieras.
INTEGRACIÓN DE RIESGOS
La integración de los riesgos climáticos en los procesos de gestión de riesgos existentes implica:
+ Gestión de riesgos empresariales: establecimiento de un sistema de alerta temprana para identificar los riesgos climáticos y evaluar su impacto en las categorías de riesgo y políticas existentes.
+ Marco de tolerancia al riesgo: utilizar directrices claras para evaluar las actividades de financiación en consonancia con la estrategia climática de una institución financiera. Esto incluye estrategias como evitar determinadas inversiones, vender activos o establecer límites a los préstamos para controlar la exposición en el balance y determinar los precios en función del riesgo climático.
+ Riesgos convencionales: Incorporar factores climáticos en los procesos existentes de gestión de riesgos, criterios de evaluación y calificaciones internas para abordar los impactos en los flujos de efectivo, el servicio de la deuda, los precios de los activos, la liquidez y la eficiencia operativa.
+ Divulgaciones de sostenibilidad: el seguimiento de los riesgos climáticos de forma transparente y precisa, utilizando normas como las del Grupo de Trabajo sobre Divulgaciones Financieras Relacionadas con el Clima y el Consejo de Normas Internacionales de Contabilidad (Norma Internacional de Información Financiera IFRS S2), sirve como cuadro de mando para monitorear el progreso en la formulación de estrategias.
En resumen, una gestión eficaz del riesgo climático es esencial para las instituciones financieras que están en transición hacia carteras con bajas emisiones de carbono.
Al mejorar la identificación, evaluación e integración de los riesgos, las instituciones financieras pueden mejorar la toma de decisiones y las estrategias, generar resiliencia institucional y aprovechar las oportunidades emergentes mediante préstamos e inversiones sostenibles.