ANAHÍ ABELEDO

Aunque los flujos financieros públicos internacionales en apoyo de la energía limpia en los países en desarrollo repuntaron en 2022 a US$ 15.400 millones (un aumento del 25% en comparación con 2021), siguen concentrados en determinadas geografías, con el 80% de los flujos dirigidos a solo 25 países. Entre 2010 y 2022 18 países de América Latina lograron el acceso universal a la electricidad.  Las tecnologías hidroeléctricas y solares se están implementando cada vez más y ahora representan un tercio del total de minirredes instaladas y las renovables aportaron un tercio. 

De acuerdo a un reciente informe de la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA) "Tracking SDG 7: The Energy Progress Report 2024" el 91% de la población mundial tenía acceso a la electricidad y un 74% a tecnologías de cocina limpias (datos hasta fines de 2022). Sin embargo 2.100 millones de personas todavía dependen de combustibles contaminantes, y solo se esperan avances modestos para 2030. 

Los organismos custodios del ODS 7 enfatizan la necesidad de intensificar los esfuerzos para ampliar el acceso a la energía, ampliar el despliegue de energía renovable, mejorar la eficiencia energética y aumentar sustancialmente los flujos financieros internacionales hacia los países en desarrollo para proyectos de energía limpia. La electricidad renovable representa un tercio del consumo mundial de energía renovable.

ACCESO A LA ELECTRICIDAD
El mayor crecimiento en el acceso entre 2020 y 2022 se observó en Asia Central y Meridional, donde las conexiones aumentaron en un promedio de 40,1 millones de personas por año, casi el doble del crecimiento de la población (20,6 millones). En cambio, el aumento anual promedio del acceso en África subsahariana durante el mismo período (31,1 millones) apenas superó el crecimiento poblacional anual promedio (28,7 millones).

Como resultado, la participación del África subsahariana en el déficit global se disparó del 49,6 %en 2010 al 83,3 %en 2022. En América Latina, 18 países lograron el acceso universal durante esos mismos años.

Las energías renovables representaron el 18,7% del consumo total de energía final en todo el mundo en 2021, apenas más que el 16,7% en 2015; y el mundo no está en camino de duplicar la eficiencia energética para 2030, habiendo mejorado solo un 0,8 % en 2021.

La brecha urbano-rural continúa reduciéndose. El acceso a la electricidad en las zonas urbanas aumentó del 96 %en 2010 al 98 % en 2022. Los déficits de acceso en las zonas rurales se redujeron de 886 millones a nivel mundial en 2010 a 562 millones en 2022. 

La disminución más pronunciada se produjo en Asia central y meridional (de 383 millones a solo 24 millones). Por el contrario, el déficit aumentó en las zonas rurales del África subsahariana (de 376 millones a 473 millones).

IRENA estima que 158 de los 490 millones tenían acceso a luces solares y sistemas domésticos. sistemas que cumplan con los estándares internacionales de calidad. El Banco Mundial ha estimado que alrededor de 47 millones de personas estaban conectadas a 19.000 minirredes en 2022. 

Las tecnologías hidroeléctricas y solares se están implementando cada vez más y ahora representan un tercio del total de minirredes instaladas. Las soluciones descentralizadas (incluidos sistemas autónomos en áreas remotas y escasamente pobladas) ofrecen una alternativa competitiva en términos de costos a la expansión de la red y pueden implementarse rápidamente para satisfacer niveles de demanda demasiado bajos para justificar las inversiones en la red.

Los usos productivos en las comunidades rurales, como bombas de agua solares, refrigeradores, maquinaria de procesamiento agrícola y una amplia gama de equipos para microempresas, contribuyen al desarrollo socioeconómico y mejoran la calidad de vida. 

COMBUSTIBLES Y TECNOLOGÍAS LIMPIAS
Si bien ha habido algunos avances en la tasa global de acceso en las últimas dos décadas, el mundo aún no está en camino de lograr el acceso universal a una cocina limpia para 2030. 

En 2022, el 74% de la población mundial tenía acceso a combustibles limpios para cocinar y tecnologías (como estufas alimentadas por electricidad, gas licuado de petróleo, gas natural, biogás o etanol), en comparación con el 64 % en 2015, pero aproximadamente 2.100 millones de personas todavía dependían de combustibles y tecnologías contaminantes (carbón, carbón, desechos de cultivos, estiércol, queroseno y madera) como principal fuente de energía para cocinar. 

Si las tendencias actuales continúan, sólo el 79 % de la población mundial tendrá acceso a una cocina limpia para 2030. Esto deja a casi 1.800 millones de personas en 2030 vulnerables a los efectos adversos de los combustibles y tecnologías de cocina contaminantes en su salud y sus medios de vida, por no mencionar su ambiente.

Por regiones, el déficit de acceso ha disminuido consistentemente en Asia Oriental y Sudoriental desde 2000, y en Asia Central y Asia Meridional desde 2010. En cuanto a los países, la mejora ha sido impulsada principalmente por el progreso en los países de ingresos bajos y medios más poblados. Países de ingresos bajos, como India, China, Indonesia, Nigeria y Pakistán. 

En 2022, se estima que el 79 por ciento de la población del África subsahariana y el 33 % de las personas que viven en Asia central y meridional seguían utilizando combustibles y tecnologías contaminantes para cocinar.

En América Latina y el Caribe, una de las regiones más urbanizadas del mundo, alrededor del 35 % de la población rural todavía carece de acceso a combustibles y tecnologías limpios para cocinar, alrededor del doble en comparación con las zonas urbanas. El uso intensivo de biomasa tradicional entre las poblaciones rurales genera una mayor contaminación del aire en los hogares y resultados adversos para la salud, particularmente entre mujeres y niños.Entre los combustibles y tecnologías específicos que utilizarán los países de ingresos bajos y medianos en 2022, los combustibles gaseosos (gas licuado de petróleo, gas natural, biogás) siguen siendo la principal fuente de energía para cocinar entre el 60 % (4 mil millones), mientras que la electricidad fue el combustible principal para el 8 % (550 millones). 

La biomasa sin procesar (madera, desechos de cosechas, estiércol), una alternativa contaminante, fue el principal combustible para el 26 % de las personas (1.700 millones) y el carbón vegetal para el 4 % (241 millones). 

El uso de gas (GLP, gas natural y biogás) como combustible primario está aumentando a un ritmo más rápido que la electricidad, tanto en las zonas rurales como en general. Sin embargo, en las zonas urbanas, el uso de electricidad está aumentando más rápidamente que el del gas. 

ENERGÍAS RENOVABLES
La meta 7.2 tiene como objetivo aumentar la proporción de energía renovable en la combinación energética mundial y aumentar la capacidad de generación per cápita a partir de fuentes renovables. 

En 2021, la proporción de energías renovables en el consumo total de energía final (TFEC) fue del 18,7 %. La proporción de energías renovables modernas (es decir, excluyendo los usos tradicionales de la biomasa) fue de un bajo 12,5 %, sólo cuatro puntos porcentuales más que en 2010. Esto a pesar del crecimiento significativo en el consumo de energía renovable moderna, que aumentó más del 30 % durante este período.

Para mantener los objetivos climáticos globales al alcance, el despliegue de energía renovable debe acelerarse en las tres categorías clave: electricidad, calor y transporte. 

La electricidad renovable representa un tercio del consumo mundial de energía renovable y la mitad del consumo moderno de energía renovable. El uso de electricidad renovable aumentó casi a la mitad entre 2015 y 2021, impulsado principalmente por la implementación de energía eólica y solar fotovoltaica. 

El aumento aumentó la participación de las energías renovables en el consumo total de electricidad del 23 % al 28,2 %. Mientras tanto, la participación de las energías renovables en la energía utilizada para calefacción fue del 23,5 % en 2021, pero más de la mitad de esa proporción provino del uso tradicional de biomasa (de la cual el 95 por ciento se produjo en África y Asia). 

Excluyendo la electricidad renovable y el calor ambiental, la proporción de energías renovables modernas fue sólo del 10,4 %. La participación de las energías renovables en la demanda de energía para el transporte aumentó al 4,4 %en 2021, frente al 3,5 por ciento en 2015, cuando los biocombustibles (etanol y biodiesel de origen agrícola) todavía dominaban. 

El crecimiento fue impulsado por el aumento de las ventas de vehículos eléctricos y una mayor proporción de energías renovables en la electricidad relacionada con el transporte. La electricidad renovable utilizada en vehículos y trenes creció un 34 por ciento durante este período, lo que representa casi una quinta parte del crecimiento de la participación de las energías renovables en la energía total consumida para el transporte.

La capacidad de generación basada en energías renovables sigue aumentando. En 2022, alcanzó los 424 vatios per cápita a nivel mundial: 1.073 vatios por persona en los países desarrollados y 293 vatios per cápita en los países en desarrollo. El promedio de 2022 es más del doble que el de diez años antes.

América Latina y el Caribe muestran la mayor proporción de uso de energía renovable moderna, con un 28 % del TFEC en 2021, principalmente debido al consumo de bioenergía para procesos industriales y biocombustibles para el transporte, así como al importante papel de la energía hidroeléctrica en la región. 

Entre 2010 y 2021, el Reino Unido e Indonesia lograron los mayores avances en el uso de energías renovables modernas (aumento de 9 y 7 puntos porcentuales, respectivamente, en TFEC). A ambos países les siguieron de cerca China, India y Alemania, que registraron aumentos de entre 6 y 7 puntos porcentuales.

EFICIENCIA ENERGÉTICA
La Meta 7.3 exige duplicar el progreso mundial en materia de eficiencia energética y alcanzar tasas de mejora en la intensidad energética del 2,6 % anual entre 2010 y 2030, el doble del promedio de las dos décadas anteriores. 

Sin embargo, debido a que el progreso global fue más lento de lo esperado en todos los años excepto 2015, la tasa de mejora en la eficiencia energética requerida de 2022 a 2030 ahora debe exceder el 3,8 %, aproximadamente en línea con el Escenario de Emisiones Netas Cero para 2050 de la Agencia Internacional de Energía y la COP28. acuerdo para duplicar los avances en eficiencia energética.

La recuperación económica impulsó el crecimiento del PIB a más del 4,5 % en todas las regiones, con Asia central y meridional creciendo a una tasa del 7,6 %. Con respecto a la intensidad energética, Oceanía logró la mayor mejora (un 7 %). Sin embargo, América del Norte y Europa mejoraron apenas un 0,2 %, lo que ejerció una presión a la baja sobre el progreso global.

Entre 2010 y 2021, 14 de los 20 países con mayor oferta energética aceleraron su ritmo de mejora en la intensidad energética respecto a la década anterior. Pero sólo tres (China, el Reino Unido e Indonesia) superaron el objetivo de mejora del 2,6 %. 

Este grupo incluía anteriormente a Japón y Alemania, hasta que una desaceleración en 2021 llevó su promedio por debajo del umbral. Seis países (México, Francia, Indonesia, Japón, Turquía e Italia) duplicaron con creces su tasa de mejora en 2010-21 en comparación con 1990-2010.

Las tendencias del uso final mostraron mejoras en la intensidad energética en todos los sectores en el período 2010-21. En la industria, que comprende actividades económicas intensivas en energía, la intensidad energética mejoró en un promedio de 1,6 %. El transporte de pasajeros alcanzó un ritmo similar (1,6 %), aunque el ritmo de mejora en el transporte de mercancías fue significativamente menor (0,4 %). El sector residencial (que comprende usos finales como calefacción, refrigeración y cocina) mostró una mejora anual promedio del 0,9 %. La intensidad energética en la agricultura mejoró a una tasa anual del 1,6 % durante el período 2010-21, igualando la tasa de la industria y el transporte de pasajeros.

Los cambios hacia fuentes más eficientes y renovables para la generación de electricidad y hacia la electrificación de los usos finales están contribuyendo a mejoras en la intensidad energética. Una mayor eficiencia de generación reduce la intensidad energética a través de mejoras en la generación de combustibles fósiles, eliminación gradual de tecnologías ineficientes y una proporción cada vez mayor de energías renovables en la combinación eléctrica.

FLUJOS FINANCIEROS
Aunque los flujos financieros públicos internacionales hacia los países en desarrollo en apoyo de la investigación sobre energías limpias y la producción de energía renovable se recuperaron a US$ 15.400 millones en 2022 (un aumento del 25 % con respecto a 2021), el apoyo sigue estando muy por debajo del máximo de US$ 28.500 millones de 2016. 

Un grupo relativamente pequeño de financiadores es responsable de la mayoría de los flujos; su toma de decisiones afecta significativamente los niveles de flujo y las tecnologías financiadas. La recuperación de 2022 estuvo impulsada casi en su totalidad por fuentes europeas. Se caracterizó por instrumentos financieros multipropósito y una amplia gama de tecnologías de energía renovable y programas de electrificación, asistencia técnica, programas de eficiencia energética y otra infraestructura de apoyo.

A nivel regional, los flujos de inversión pública internacional cambiaron sustancialmente entre 2021 y 2022 en todas las regiones en desarrollo excepto en África subsahariana. 

Después de cuatro años de disminución desde el pico de 2016 y un año de estancamiento durante la pandemia, los flujos aumentaron sustancialmente entre 2021 y 2022 en la mayoría de las regiones del mundo, lideradas por América Latina y el Caribe (que mostró un aumento de casi US$ 2 mil millones), Asia y África del Norte (aumento de casi mil millones), y la categoría de “países no especificados” (aumento de más de mil millones). 

Por otra parte, los flujos hacia el África subsahariana aumentaron sólo modestamente; los destinados a Asia Central y Asia Meridional disminuyeron sustancialmente (casi US$ 1.200 millones); y los destinados a Asia oriental y sudoriental también disminuyeron, aunque de forma menos espectacular.

Los compromisos de los países siguen muy concentrados, aunque se están diversificando gradualmente. En 2021, el 80 de los compromisos se repartieron entre 19 países, a diferencia de 25 países en 2022. 

Los cinco principales receptores de flujos públicos internacionales en 2022 fueron Brasil, Sudáfrica, Egipto, Uzbekistán y la India. 

Los 45 países menos desarrollados recibieron ligeramente más (+8 por ciento) flujos internacionales para energía limpia en 2022 (US$ 2.300 millones) que en 2021 (US$ 2.100 millones).

Los 40 pequeños estados insulares en desarrollo recibieron los mayores desembolsos per cápita. Algunos de estos estados se encuentran entre los más exitosos en atraer flujos públicos internacionales.

Los instrumentos de deuda representaron dos tercios de los flujos en 2022, frente a más del 90 % en 2010, y la proporción de subvenciones, capital y garantías creció un 50 % con respecto a 2021.