La mayor reserva de gas de Europa se desmanteló porque generaba terremotos. El plan de Países Bajos era cerrarlo completamente a finales de año pero la guerra de Rusia podría revertir el plan para salvar a Europa
Países Bajos se enfrenta a una encrucijada a cuenta del campo de gas que se esconde bajos sus tierras, el más grande de Europa y uno de los de mayor extensión del mundo. Solo con la producción de Groningen se cubriría gran parte del gas que Alemania importaba de Rusia, poniendo fin al problema que quita el sueño a Europa de cara al invierno. Pero su explotación se contrapone a la seguridad para los habitantes de la zona.
Antes de que el Kremlin iniciara la guerra en Ucrania y se desatara la crisis energética, la 'tormenta perfecta' ya se estaba desatando en el Viejo Continente. Hay que remontarse a 2012 para entender el principio del fin. Aquel año, un terremoto de magnitud 3,6 se notó bajo el suelo de Países Bajos.
El temblor fue consecuencia de los trabajos de extracción de gas en Groningen y, aunque no era el primero (desde 1986 se habían dado decenas), sí fue el que generó la gota que colmó el vaso; el Gobierno tomó la decisión de iniciar el desmantelamiento progresivo de la 'mina gasísitica' europea para frenar los cambios en el subsuelo generados por la actividad extractora.
El campo de gas pasó de producir el equivalente a todo el gas que consumía Alemania en un año a frenar sustancialmente la actividad para rebajar la actividad sísmica que afectó a cerca 127.000 viviendas de las 327.000 de la región y que obligó a demoler 3.300 edificios por riesgo de colapso, según los datos del Instituto de Daños Mineros de Groningen.
SOLO CON SUS RESERVAS PODRÍA ACABAR CON LA URGENCIA EUROPEA
De aquellos polvos... estos lodos. El parón aumentó de manera sustancial la dependencia de Rusia y África.
El gobierno holandés fijó el cierre total para finales de 2022, con la única excepción de retomar las extracciones en caso de condiciones climáticas extremas. Pero el devenir de los acontecimientos trastoca los planes y ahora, a las puertas del invierno, que de ser crudo podría ser letal para la primera potencia europea, no se descarta retomar parte de la actividad cancelada.
Desde 1963, Groningen ha sido un pilar fundamental para el suministro de gas de Europa. En datos de Shell recogidos por Bloomberg, a día de hoy aún alberga una reserva de 450.000 millones de metros cúbicos de gas.
Las cifras son suficientes para calmar la tensión europea, cada vez mayor antes el recorte al suministro ruso como respuesta a las sanciones por la guerra. Pero la seguridad -y la amenaza de los ciudadanos de las zonas afectadas por los temblores en caso de que el gobierno incumpla- dificulta revertir el plan de cierre.
SI TODO SALE MAL...
Mientas los países luchan a contracorriente por llenar sus reservas y se reabren viejos debates como la reapertura de centrales nucleares para compensar el gas que no llega, la presión sobre Países Bajos crece.
En unas de sus últimas declaraciones, el ministro de minería holandés, Hans Vijlbrief, indicó que es peligroso seguir produciendo pero reconoció que el país no puede ignorar lo que se juega Europa en unos meses:
"La falta de gas podría obligarnos a tomar esa decisión", señaló, argumentando los problemas que derivarían de un invierno sin calefacción en hospitales, escuelas y hogares. Respondía así a varios homólogos de otros países de Europa que aprietan para que reviertan la decisión sobre Groningen.
En un discurso reciente, el comisionado de Mercado Interno de la Unión Europea, Thierry Breton, también instó a las autoridades holandesas reconsiderar su decisión sobre Groningen.
Aunque el país se mantiene firme, el primer ministro, Mark Rutte, no descartará por completo el uso de Groningen para reforzar los suministros, pero "solo en un caso extremo si todo sale mal". Un añadido a la cláusula del cambio climático fijada en un primer momento.
Vijlbrief reconoció el temor al post-invierno. Si las reservan son suficientes para superar la estación más fría del año pero se vacían al completo... ¿qué pasará después? Para compensar la reducción del suministro de gas y garantizar la seguridad eléctrica, Países Bajos ha eliminado los límites a las centrales eléctricas de carbón, un combustible altamente contaminante al que también han recurrido otros países y cuyo mercado está experimentando un subidón en las últimas semanas.