Europa está descubriendo el límite de su política verde en plena crisis energética
La central eléctrica de carbón de Mellach en el Sur de Austria, la última alimentada con carbón en el país, se cerró en la primavera de 2020. Ahora, el gobierno, nervioso de que Rusia pueda reducir aún más sus cruciales entregas de gas, ha decidido volver a preparar el sitio en caso de que sea necesario. Europa vuelve a refugiarse en el carbón para intentar hacer frente al gélido invierno tras la invasión en Ucrania.
"Nunca hubiera imaginado que reiniciaríamos la fábrica. Es realmente triste depender tanto de la gasolina", dijo a la AFP Peter Probst, un soldador de 55 años, durante una visita a la planta.
Europa había estado tratando de alejarse del carbón en la lucha contra el cambio climático.
Pero como Rusia ha recortado las entregas de gas a raíz de las sanciones que Occidente le ha impuesto por la guerra en Ucrania, los países europeos están volviendo al carbón.
Hoy, la chimenea blanca y roja de la planta de Mellach se destaca entre campos de maíz y calabazas, la ciudad de Graz en la distancia.
En el interior, las paredes son negras y el polvo de carbón se adhiere a las puertas y rejas.
Unas 450.000 toneladas de carbón se almacenaron en la planta antes de su cierre, ya que la coalición conservadora-Verdes de Austria pretendía que toda la electricidad proviniera de recursos renovables para 2030.
El gerente del sitio, Christof Kurzmann-Friedl, dice que la planta operada por el proveedor Verbund puede volver a estar lista en "alrededor de cuatro meses", justo a tiempo para ayudar a abordar cualquier escasez de gas en invierno.
MEDIDA DE EMERGENCIA
El canciller Karl Nehammer insistió el lunes en que la planta solo se conectaría si fuera necesario, mientras que Austria se aferra a sus objetivos de reducción de emisiones.
"Es realmente una medida de emergencia", dijo el conservador a los corresponsales extranjeros en una sesión informativa.
"Es realmente algo que muestra cuán extraordinarios son nuestros tiempos... Debemos prepararnos para cualquier eventualidad".
La planta de energía de 230 megavatios reemplazaría a la planta cercana a gas, también operada por Verbund, que actualmente suministra calefacción a los 300.000 habitantes de Graz, según dijo Kurzmann-Friedl a AFP.
Advirtió, sin embargo, que aún se debe acondicionar el sitio, volver a conectar todos los equipos, además de contratar personal calificado y sobre todo encontrar suficiente carbón.
Antes, el carbón provenía principalmente de minas en la región polaca de Silesia, que el gobierno polaco pretende cerrar.
Debido a que los precios del carbón se han triplicado desde 2020, la energía producida por la planta también será más cara, dijo Kurzmann-Friedl.
Las críticas ya han estallado con los opositores socialdemócratas que critican la decisión de reactivar la planta de carbón como "un acto de desesperación de los Verdes".
"¿Será el próximo paso la reactivación de Zwentendorf?", preguntó la oposición, refiriéndose a la única central nuclear del país.
La nación alpina de nueve millones de personas ha sido ferozmente antinuclear con un voto sin precedentes en 1978 contra la energía nuclear que impidió que la planta se abriera.
RUSIA OBLIGA A EUROPA A VOLVER AL CARBÓN
El carbón regresa a la Unión Europea para salvar el invierno. La guerra entre Rusia y Ucrania ha provocado que muchos de los países con gran dependencia del gas ruso vuelvan a encender sus centrales térmicas de carbón.
Entre las líneas rojas de la política verde de la Unión Europea se encuentra el carbón. En 2021, las autoridades comunitarias adoptaron oficialmente una serie de objetivos que serían la puerta de entrada para lograr la neutralidad climática en 2050.
Sin embargo, la invasión en Ucrania ha cambiado las reglas del juego y ha obligado a los países europeos a establecer un plan alternativo para responder a la urgencia de acabar con la dependencia energética de Rusia. Con ese objetivo, la Comisión Europea lanzó en marzo la estrategia REPowerEU, que busca reducir gradualmente las importaciones de gas, petróleo y carbón procedentes de Moscú.
CRISIS ENERGÉTICA EUROPEA
Esta estrategia, sin embargo, es un arma de doble filo, y eso ya lo están notando países como Alemania. Allí, hasta el partido verde ha asumido un aumento de las emisiones. De hecho, el país germano se encuentra a la cabeza de las emisiones de dióxido de carbono europeas.
Alemania, que a principios de año inició un proceso de descarbonización, ha tenido que reactivar algunas centrales ante el temor de quedarse sin suministro energético.
Lo que tienen claro las autoridades, al menos de momento, es que no volverán a la energía nuclear.
La vecina Austria obtiene un 80% de su gas de Rusia. Allí abandonaron el carbón hace dos años, pero ahora vuelve a recuperarlo para asegurarse el invierno. En Holanda la situación es parecida: mantendrá activas sus centrales térmicas de carbón al menos hasta 2024.
PRIMERAS CONSECUENCIAS DEL CAMBIO CLIMÁTICO
Y mientras esto ocurre, organizaciones ambientalistas como como Greenpeace advierten: nos encaminamos hacia una crisis climática sin precedentes, con consecuencias dramáticas.
"El cambio climático es el mal de nuestro tiempo y sus consecuencias pueden ser devastadoras si no reducimos drásticamente la dependencia de los combustibles fósiles y las emisiones de gases de efecto invernadero. De hecho, los impactos del cambio climático ya son perceptibles", asegura la ONG.
Así, desde la época preindustrial la temperatura media mundial ha aumentado por encima de 1,2°C y los últimos siete años se han convertido en los más cálidos desde que existen registros.
EL CARBÓN NO PUEDE MORIR
Era la opción más directa. Lo que el invierno pasado se presentó como una medida excepcional, ahora se ha anunciado como una nueva estrategia para hacer frente a la falta de gas ruso. Alemania apostará por las centrales de carbón para reducir su consumo de gas, ha anunciado el Ministerio de Economía alemán.
Un giro "amargo, pero indispensable". Así ha defendido el cambio de postura Robert Habeck, perteneciente al partido ecologista incluido en el gobierno de coalición. Frente a la reducción de entregas de gas de Gazprom, que ha disparado el precio del gas en los últimos días, Alemania ha tomado una decisión bastante directa que choca con las pretensiones de cumplir con los objetivos de la lucha contra el cambio climático.
Entre las medidas se establece que se podrán aprovechar las centrales de carbón de reserva, que actualmente solo estaban disponibles como último recurso. Un cambio de criterio que ampliará la producción de carbón en Alemania, aumentando de paso la generación de CO2, según informó Enrique Pérez en Xataka.
Se acerca el invierno. Todas las miradas están puestas en invierno. Por el momento las reservas de gas están "garantizadas", según describe el ministro. Estas reservas de gas están ahora un 56% más altas que la media de los últimos años, pero quieren tener un nivel elevado de gas por si fuera un invierno duro y Rusia cortase totalmente el suministro. Según los datos oficiales, el 15% de la energía de Alemania en 2021 se produjo con gas.
Adiós al objetivo de 2030. Antes del inicio del nuevo gobierno era 2038 la fecha para eliminar el carbón totalmente de Alemania. Pero la coalición con los ecologistas adelantó a 2030 la fecha para eliminar esta fuente de energía. El anuncio de ahora es, a la práctica, el adiós a este objetivo.
El objetivo de países como Alemania, Suiza, Austria o Bélgica es lograr ser neutrales en emisiones para 2045. En esa batalla por reducir emisiones, la energía nuclear juega un papel clave. Sin embargo, Alemania mantiene su objetivo de apagar las centrales nucleares.
Diez veces más carbón que nuclear. A finales de 2021, Alemania mantenía activas seis centrales nucleares con una capacidad conjunta de producción de 8,5GW. En comparación, la capacidad energética teórica de producción de carbón alcanza los 45 GW. Para este 2022, el objetivo del país germano era limitar la producción de carbón a 15GW.
Si nos vamos a los datos de ElectricityMap, vemos que la capacidad nuclear actual de Alemania es de 4,06GW, por los 39,9GW del carbón. A día de hoy, Alemania se encuentra utilizando más de un 40% de la capacidad instalada, superando el límite que ellos mismos querían imponer por ley.