Las petroleras han invertido en la startup canadiense Eavor US$ 40.000.000
JAVIER LUENGO
La industria petrolífera está cambiando. El oro negro ya no es rentable. En consecuencia, las grandes marcas como Chevron o BP han decidido abrir nuevas vías de negocio. Entre ellas, en las últimas semanas se ha hablado mucho del hidrógeno verde o la energía eólica, pero hay otra fuente de producción infrautilizada que promete ser el futuro de las renovables, la energía geotérmica.
Tras una inversión de 40 millones de dólares, BP y Chevron han entrado este martes en el accionariado de una startup canadiense dedicada a la producción de energía renovable, Eavor Technologies.
Esta pequeña empresa tiene un objetivo: poder utilizar la experiencia en la perforación de la industria en los combustibles fósiles para poder captar la energía procedente del calor que genera el planeta. En definitiva, la energía geotérmica.
La idea de poder transformar este calor natural de la Tierra sería, según estima Chevron, una forma “rentable” de reemplazar los combustibles fósiles que les hicieron, en su momento, ser los propietarios de los mercados hasta hace apenas unos años.
Desde la cúpula de Eavor han anunciado este capital invertido por parte de estas petroleras de uno y otro lado del Atlántico se dedicará a la investigación y desarrollo comercial que ayudarán a la empresa, han apuntado en un comunicado, a reducir los costes de su producción y ser más competitivos en precios. El objetivo es que Eavor tenga la capacidad suficiente para abastecer a 10 millones de hogares en 2030.
Y es que esta inversión lo que marca es un movimiento hacia áreas de negocio ignoradas por las compañías dedicadas a la producción de la energía que, en los últimos tiempos y en España hay buenos ejemplos con Iberdrola o Repsol a la cabeza, han buscado en proyectos eólicos y solares el gran nicho sobre el que diversificarse alejándose de los denostados campos fósiles.
Esta es la primera inversión en energía geotérmica para BP y un reingreso al campo para Chevron, que vendió sus activos geotérmicos en 2016.
Atendiendo al proyecto de Eavor, la idea de la canadiense es crear, en pocas palabras, una especie de “radiador” subterráneo. Hacer de la Tierra un gran suelo radiante captando el calor que emite y transformándolo en energía limpia.
El trabajo consiste en la creación de un circuito cerrado de tuberías llenas de líquido instaladas a unos 4 kilómetros por debajo de la superficie de manera que el calor pueda calentar el líquido y, posteriormente, a partir de este se pueda, o bien extraer electricidad del mismo modo que lo haría una central hidroeléctrica, o bien transferirlo directamente a la red de calefacción de una ciudad para que dé servicio a los ciudadanos.
Las ventajas con las que cuenta le energía geotérmica frente a la eólica o solar es que en este caso el suministro de electricidad es constante y no se necesitan baterías ni suministros de otro tipo que, como ya se sabe, sí que contaminan al planeta cuando termina su vida útil como sucede, por ejemplo, en el caso de las placas fotovoltaicas o las aspas de los aerogeneradores.
Este es uno de los puntos que han destacado desde Chevron para justificar su inversión en la energía geotérmica.
Cabe señalar que, pese a que estemos hablando hoy de ella, la energía geotérmica lleva en el mercado décadas. Nació hace ya 50 años, entre las décadas de 1970 y 1980 del siglo pasado antes de caer en el ostracismo en los 90 debido a la falta de interés de las petroleras que veían en el oro negro una vía de ingresos mucho más rentable debido al menor coste de producción y la rapidez de su monetización.
El problema de la geotérmina es que está tecnología implica inversiones altas, arriesgadas y poco comunes entre las compañías. No obstante, y viendo que la fuente del petróleo se seca, muchas empresas están decididas a diversificarse y a dejar de lado prácticas como el fracking, denostadas entre la población, y que debilitan la imagen de marca de las compañías, comprometidas ahora con los criterios de ESG.
Los proyectos de Eavor, respaldados ahora por grandes multinacionales del tamaño de Chevron, pasan por la apertura de proyectos en diferentes localizaciones como Alemania, Canadá o Estados Unidos.
Y pese a que los proyectos, tal y como ha anunciado la empresa, se financiarán por separado en función del interés de las empresas, ante el incremento del interés de las petrolíferas, la canadiense ha puesto en marcha el fondo Eavor Green, un fondo de inversión de mil millones de dólares para promover la instalación de múltiples instalaciones geotérmicas a lo largo y ancho del planeta.