Irán, Rusia y Turquía: Trampas de PDVSA
MARCELO CANTELMI
Venezuela e Irán han construido una relación comercial y política significativa que corporiza todo tipo de espectros, muchos de ellos interesados. Una consecuencia de esa sociedad es que Estados Unidos comienza a utilizar con el Caribe el mismo prisma de sospechas que determina su actitud permanente hacia la potencia persa. Un elemento central en ese escenario es el trasiego de petróleo venezolano en buques supuestamente iraníes, supuestos porque Teherán niega su propiedad cuando son atrapados por la marina norteamericana.
Por estas horas, hay al menos 10 barcos iraníes que navegan hacia Venezuela con insumos en sus bodegas para refinar el crudo de alta densidad del país caribeño. En el regreso llevarán sus tanques repletos de petróleo para ser transados en el mercado mundial, aunque el objetivo principal es China. Esa flota, según Bloomberg, es el doble de la que se movió con igual rumbo de ida y vuelta en mayo último desafiando, como ahora, las sanciones norteamericanas.
Este juego se ha tornado muy complejo en el plano geopolítico. No solo involucra a Irán, también a Rusia el principal de los socios del régimen bolivariano y desde hace tiempo el Uber del carburante venezolano por el mundo. Como la demanda crece, sobre todo desde Asia, un total de 24 cargueros de distintas banderas partieron en noviembre último de aguas venezolanas con el doble del crudo exportado en octubre y su “trasponder” desconectado para no ser ubicados.
Su principal destino fue Asia, donde el transbordo de crudo venezolano entre petroleros en el mar ocurre con frecuencia antes de que el petróleo llegue a su destino final, nuevamente en China. Más de la mitad de las exportaciones de Venezuela el mes pasado fueron recibidas por nuevos compradores, incluidos Xiamen Logistic Grass, Olympia Stly Trading, Zaguhan & Co, Karaznbas, Kalinin Business International y Poseidon GDL Solutions, según datos del portal de seguimiento de buques Refinitiv Eikon citado por Reuters.
Esos clientes fueron registrados en Rusia este año por la compañía moscovita OGX Trading. La aparición de estas empresas le ha permitido a la estatal PDVSA continuar enviando crudo a Asia pese al retiro de clientes como la india Reliance Industries y la tailandesa Tipco Asphalt, luego de que EE.UU. bloqueara las autorizaciones que exhibían esas compañías.
No es solo los movimientos de Rusia lo que observa EE.UU., con una mirada suspicaz que no cambiará con la gestión inminente del demócrata Joe Biden. La actividad en el Caribe de Irán, el cuarto de los grandes socios internacionales del chavismo, que completan China y Turquía, despierta todo tipo de conjeturas. Algunas audaces.
Este mes el almirante Craig Fallen, jefe del comando sur de Estados Unidos, en una exposición en el Pentágono vinculó los movimientos de la potencia persa con un eventual apoyo de orden militar a la dictadura venezolana. “No se trata solo de envíos de petróleo. También se trata de envíos de armas", explicó el marino. “Vimos un repunte en eso este año. Estamos observando con mucho cuidado para ver si se conecta con alguna otra mala conducta iraní en todo el mundo”. No indicó por cierto evidencias de que “eso” este sucediendo.
Pero fue el inefable Elliott Abrams quien le puso las alas más potentes a esos supuestos. En una charla en el Instituto de Seguridad nacional de la Universidad George Mason, el responsable del gobierno de Donald Trump para Venezuela, y no casualmente también para Irán, aludió abiertamente a la existencia de cargamentos de misiles en los buques que van y vienen desde Asia. “No toleraremos la instalación en Venezuela de misiles iraníes que pueda alcanza a Estados Unidos. Es inaceptable y lo impediremos”, sentenció.
No existe ninguna fuente, ningún dato consistente a estas alturas del espionaje tecnológico, de que una operación semejante de envío de proyectiles y su implantación en territorio bolivariano este en marcha. Es claro que la invención de otra crisis de los misiles en la región, después de la que ciertamente hubo con Cuba y la Unión Soviética en octubre de 1962, es un recurso extremo que busca atornillar una agenda que no pueda desactivar el nuevo e inminente gobierno demócrata.
Biden ha insistido. y lo acaba de reiterar uno de sus principales consejeros y futuro Asesor de Seguridad Nacional, Jake Sullivan, en volver a colocar a Irán en los términos del acuerdo de Viena de 2015 que congeló su desarrollo nuclear y “forzar a Teherán a cumplir con los términos de aquel pacto. Creemos que es factible y alcanzable". Pero es muy improbable que se pueda recomponer ese puente por lo menos no de modo integral. Las exigencias serán ahora mayores, como sostiene el Haaretz de Israel. La crisis generada por las penalidades incrementó, además, el poder decisorio de los halcones de la República Islámica opuestos a cualquier asociación con EE.UU.
Ese convenio histórico fue derrumbado por Trump urgido por sus aliados árabes e israelíes para reponer las sanciones contra la potencia persa no por incumplir lo acordado, sino por la expansión iraní en la región en la posguerra del conflicto sirio donde, justamente, compartía el medallero con Rusia y Turquía. La historia ama las simetrías, decía Borges.
La presencia de Abrams en todo este entuerto, no deja de ser interesante. Fue, junto al coronel Oliver North uno de los responsables del escándalo Irán-contras durante el gobierno de Ronald Reagan que consistió en la violación de la restricción del propio EE.UU de la venta de armas a Irán, para recaudar fondos que se destinaron a los insurgentes nicaragüense de la Contra que combatían al Frente Sandinista de Liberación Nacional. Abrams primero negó y luego reconoció ese escándalo y fue condenado por mentir al Congreso.
Lo indultó el gobierno de George W. Bush que le devolvió todos sus cargos y responsabilidades. Y nuevamente fue entronizado por la administración de Trump, que lo tuvo como un ariete central en el intento de derrumbar al régimen de Nicolás Maduro y fortalecer la opción del diputado Juan Guaidó como mandatario alternativo de Venezuela. Como con la Contra, las cosas no funcionaron como se esperaba. Maduro, como otros dictadores y autócratas alrededor del mundo, el caso más significativo, el de Kim Jong-un en Corea del Norte, acabaron menos debilitados que fortalecidos durante la errática gestión del magnate republicano.
Una evidencia de esa deriva es el movimiento que señalamos del petróleo en el Caribe. Ese crecimiento de 360 mil barriles por día de octubre a 639 mil en noviembre, se explica en un renovado interés sobre el potencial energético venezolano y que liga con la consolidación del control interno por parte del régimen chavista que se coronó en las elecciones parlamentarias del domingo. En esos comicios denunciados por fraude, con la mayoría de la oposición real proscripta, el chavismo se alzó con el dominio del legislativo que había perdido hace cinco años y que era la base de sustentación política de Guaidó.
El llamado a las urnas desnudó el repudio general hacia el gobierno de Maduro con un ausentismo sin precedentes. Un gesto incluso heroico por parte de los venezolanos atento a la configuración policial y represiva del régimen que suma miles de muertos y desaparecidos a manos de su policía política. Pero esa cuestión de la asistencia es secundaria para el chavismo. Como señala Ronal Rodríguez, investigador del Observatorio de Venezuela en la universidad de Rosario en Colombia, esta elección ciertamente no fue democrática, “pero es relevante porque a través de ella el gobierno “le da certeza a sus aliados internacionales Rusia Irán, Turquía y China”.
Ahora "pueden participar en negociaciones que involucren los recursos naturales de Venezuela (mineros y energéticos) ya que esas negociaciones serán honradas por la Asamblea Nacional", sostuvo. La objeción a esa observación es que la mayor parte del mundo no reconoce el resultado de las elecciones y quitará valor jurídico a las resoluciones de un Congreso nacido de modo tóxico.
El régimen busca con esa apertura minera y petrolera hacia sus socios, escapar del callejón económico que la acorrala. El PBI del país caribeño es hoy un tercio del que era hace siete años. Suman 19 millones los venezolanos en el límite de la miseria, lo que explica también la pérdida de apoyo de Guaidó que se desplomó de 61% en febrero de 2019 a 25% en julio pasado. Sucede que la urgencia por sobrevivir desplaza cualquier otra preocupación. Con eso también juega a su favor la nomenklatura amparada por un puñado de países como Argentina que al no condenar los abusos flagrantes de la dictadura, como acaba de suceder en la OEA, quedan del lado de quienes admiran o envidian esa brutal anarquía antisistema.
Y quizá es eso lo más peligroso.Las comparaciones en la región con episodios previos son infinitas y derivan de drama a comedia. Como en la petit y vidriosa Bahía de los Cochinos, también como la de Cuba, que se intentó repetir en Venezuela bajo el aparente amparo de la escuadra norteamericana que integraba Abrams, con un grupo de asalto que desembarco en el país bolivariano al comando de un par de mercenarios. El incidente se saldo antes de comenzar con ocho muertos, 15 heridos y dos norteamericanos detenidos.