MARIANA GODOY GOETTE * Y JAVIER CHINCUINI **
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) son 17 lineamientos claves que guían a los Estados y a las empresas para que puedan contribuir de manera positiva a la transformación del mundo, garantizando el adecuado equilibrio de crecimiento económico, cuidado medioambiental y bienestar social. Estos Objetivos fueron aprobados en la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible que realizó la ONU en 2015 a través de la iniciativa “Transformar nuestro mundo: la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible”. Se lo planteó como un medio para ampliar los logros alcanzados con los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), instando a todos los países a adoptar medidas para promover la prosperidad y proteger al planeta.
Nuestra década, la que va entre 2020–2030, es la década de la acción, más aún en cuanto al cambio climático, en la que deberían implementarse los cambios necesarios para evitar las consecuencias catastróficas de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI).
Con la tendencia actual de consumo energético, no será posible alcanzar el objetivo del Acuerdo de París de mantener el aumento de la temperatura por debajo de los 2 °C y se superará el presupuesto de emisiones de CO2 para 2037 (Irena, 2018).
Según Climate Watch, casi tres cuartas partes de las emisiones GEI son causadas por la energía que consumimos: 73,2% es Energía; 18,4% corresponde a Agricultura, forestación y uso del suelo; 5,2% a la Industria; y 3,2% a residuos.
Según el último informe del IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático), necesitamos una reducción sustancial del uso de combustibles fósiles para mantener el aumento de la temperatura por debajo de 1,5 ºC, para lo cual es necesario migrar sus fuentes a renovables en los próximos años. Es decir, energías sin emisiones de GEI como lo son la eólica, la solar y la biomasa.
Esto requerirá una inversión mundial de más de 5 billones de dólares anuales en tecnologías de transición energética –más del cuádruple de la inversión récord de 1,3 billones de dólares en 2022–, según la Agencia Internacional de Energías Renovables (Irena). Para 2030, la inversión acumulada en tecnologías de transición deberá representar 35 billones de dólares.
Admás, se puede desagregar el consumo de energías proveniente de fuentes fósiles en el rubro de la aviación, el cual representa un 2,5% de las emisiones de CO2. Pero, ¿cuáles son los desafíos de este sector para lograr la meta cero emisiones 2050 y cuáles son las opciones?
Es importante entender que el combustible de aviación sostenible es básicamente un sustituto del queroseno fósil, pero fabricado a partir de otros materiales, como el aceite de cocina usado y otros residuos biológicos. Hoy, menos del 0,1% de todo el combustible de aviación es sostenible.
Cabe destacar que el precio de los combustibles sostenibles hoy es notablemente más caro que el precio de los combustibles fósiles, por lo que también es necesario que cambien las normativas para que haya igualdad de condiciones.
Aunque están en proceso nuevas tecnologías en el sector aéreo, las cuales implican aeronaves eléctricas y propulsadas por hidrogeno verde, sin emisiones GEI, los aviones que se entregan hoy, con tecnología de consumo de combustibles fósiles, seguirán volando durante los próximos 40 años.
Actualmente en Argentina, la producción de energía eléctrica se encuentra alrededor de los 140 TWh al año. Según datos de Cammesa de 2021, se basa en un 64% de fuentes fósiles, 17% de hidroeléctricas, 7% de energía nuclear, y 12% de renovables (eólica, solar, biogás, biomasa y pequeños aprovechamientos hidroeléctricos).
Adicionalmente, se debe considerar un fuerte consumo de Gas Natural para fines industriales y residenciales. Y, por otro lado, el transporte también se basa principalmente en combustibles fósiles a excepción de los trenes eléctricos en las principales ciudades.
PERSPECTIVAS DE DEMANDA AL 2050
Luego de realizar una evaluación preliminar de la evolución de la demanda de energía eléctrica en Argentina, se espera requerir una producción de alrededor de 230 TWh al 2050 para cubrir la demanda industrial, residencial y comercial. Por otra parte, y observando la tendencia hacia la movilidad eléctrica, se estima una demanda adicional de 80 TWh para cargar automóviles, camionetas y buses eléctricos.
HOJA DE RUTA CON UN FUTURO RENOVABLE
Según un informe de Irena (2018), dos tercios de la energía producida debería ser de fuentes renovables para 2050. Esto implica que aproximadamente el 85% de la capacidad instalada debería ser de fuentes renovables debido a su menor Factor de Carga que es la relación capacidad-producción.
Para hacer frente a la demanda, la red eléctrica deberá contar con una oferta de energía que acompañe el crecimiento, reduciendo en proporción la participación térmica. Teniendo en cuenta que existen proyectos de centrales hidroeléctricas por alrededor de 9.000 MW y están en carpeta los proyectos de Atucha 3 y 4 (de 1.000 MW cada uno), nos queda una brecha a cubrir con proyectos de energía renovable de 53.800 MW.
Si esto lo distribuyéramos a lo largo de los 28 años que nos quedan para llegar al 2050, nos quedaría un desafío de casi 2.000 MW de energía renovable a instalar por año.
* Ingeniera química, especialista en Energías Renovables y Medio ambiente
** Ingeniero eléctrico, especialista en Energías Renovables y Medio ambiente