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ANÁLISIS
Serrichio: El mundo le pide a Argentina que contribuya con cobre a la transición global
INFOBAE/MINING PRESS/ENERNEWS
05/12/2022

SERGIO SERRICHIO *

Aunque lo llaman “oro blanco” y atrae inversiones hacia Catamarca, Salta y Jujuy, las tres provincias argentinas que conforman el “triángulo del litio” local, un mineral tanto o más importante para la “transición energética” y que el mundo le está reclamando a la Argentina es el cobre.

En las reuniones internacionales sobre el tema, dijeron a Infobae fuentes de la secretaria de Minería de la Nación, funcionarios de agencias y organismos multilaterales y de otros países señalan que producir y exportar cobre sería un importante aporte de la Argentina a la “transición energética” global.

Desde el área que encabeza Fernanda Ávila, ex ministra de Minería de Catamarca, una de las provincias mineras del país, lo dicen: “la minería en general y el cobre en particular pueden aportar las divisas que el país necesita, generando trabajo formal, bien remunerado y en áreas alejadas de los grandes centros urbanos. Sudamérica es considerada como una región de alto potencial productivo”

Según las estadísticas de producción mundial de 2021, mientras Chile, el principal productor mundial produjo 27% del total y Perú, el segundo, otro 10%, la Argentina, pese a compartir con esos dos países la cordillera de los Andes y su geología, produjo … cero.

Precisan además que la zona de Chile, Perú y la Argentina representan el 40% de las reservas mundiales y que nuestro país cuenta con el 7% del total mundial (esto es, unas 61,4 millones de toneladas, “con muchos proyectos en exploración y con recursos no identificados hasta el momento”.

Pero he aquí que según las estadísticas de producción mundial de 2021, mientras Chile, que cuenta con las dos principales minas de cobre del mundo, Escondida y Collahuasi, es el principal productor mundial con 27% del total (por eso algunos se refieren al país trasandino como “la Arabia Saudita del cobre”), y Perú el segundo, con 10% del total, la Argentina, pese a compartir con esos dos países la cordillera de los Andes y su geología, produjo … cero. El tercer productor mundial en 2021 fue China, con 8% de la producción total, pero el gigante asiático es también el principal consumidor mundial de cobre refinado. Casi empatando con China se ubica la producción cuprífera de El Congo y por detrás asoman EE.UU., con 6% de la producción mundial, muy inferior a lo que consume, y Rusia.


EN TODOS LADOS
El cobre está presente en casi todos los aspectos de la vida moderna. Se calcula que un auto moderno tiene unos 30 kilos del mineral y que una vivienda estándar de un país desarrollado insume cerca de 185 kilos. Sucede que es el mejor conductor de electricidad, lo que le concede un rol imprescindible en la reducción del uso de combustibles fósiles.

Esa “transición energética” demandará litio, níquel, cobalto y otros minerales, pero el cobre estará presente no solo en las baterías, sino también en el cableado de transmisión de las grillas eléctricas de todo el mundo y en la construcción de granjas solares y eólicas. Además, los vehículos eléctricos demandan el doble de cobre que los vehículos a combustión.


Un gráfico difundido por el Grupo Sarmiento, de académicos, científicos y profesionales vinculados a la minería, en base a datos del Servicio Geológico de EE.UU. (USGS, según su sigla en inglés) precisó que a lo largo de la historia el mundo ha extraído 700 millones de toneladas de cobre, y necesitará la misma cantidad en los próximos 22 años.

Un estudio de S&P Global estimó que la meta de “emisión cero” de fósiles duplicará la demanda actual de cobre, a unas 50 millones de toneladas hacia 2035, lo que llevaría a un déficit cuprífero de cerca de 10 millones de toneladas. Otro estudio, de Goldman Sachs, estima que serán necesarios US$ 150.000 millones de inversión en los próximos 10 años para resolver un déficit de 8 millones de toneladas de cobre y otro más, de BloombergNEF, calcula un déficit de 14 millones de toneladas hacia 2040, que requerirá un mayúsculo esfuerzo de reciclado del metal ya existente.

En el gobierno se frotan las manos con los proyectos en cartera, que podrían llegar, en total, a producir más de 1,2 millones de toneladas anuales, pero requieren unos US$ 22.200 millones de inversión

Para poner la cuestión en perspectiva, un artículo de Bloomberg dice que el “déficit” fue en 2021 de 441.000 toneladas, o menos de 2% de la demanda de cobre refinado según datos del “Grupo Internacional del Estudio del Cobre”. Ese exiguo déficit fue suficiente para que en el año el precio aumentara un 25 por ciento. Según los datos antes expuestos, hacia 2035 el déficit cuprífero será de nada menos que 20% del consumo mundial.

La Argentina dejó de exportar cobre en 2018 con el cierre de Bajo de la Alumbrera, que llegó a exportar US$ 1.400 millones anuales. En el gobierno se frotan las manos con los proyectos en cartera, que podrían llegar, en total, a la producción de más de 1,2 millones de toneladas anuales, pero requieren unos US$ 22.200 millones de inversión (Capex). “Si se pusieran en funcionamiento los 4 más avanzados las exportaciones de cobre podrían ascender para el 2030 a US$ 6.514 millones, en un escenario de proyección de exportaciones totales de oro, plata, cobre y litio de US$ 18.571 millones en 2030″, dicen.

El proyecto más avanzado es Josemaría, de la sueca Lundin Mining, en el noroeste de San Juan, a solo 9 kilómetros de la frontera con Chile. Ya tiene su campamento; la construcción en sí se iniciaría a principios de 2023 y llevaría unos 3 años hasta entrar en operación, hacia fines de 2026 o principios de 2027, El cálculo es que la operación permitiría producir y exportar unas 131.000 toneladas de cobre que a un precio promedio estimado de 9.000 dólares la tonelada aportaría casi US$ 1.200 millones anuales. Esto es, un solo proyecto cuprífero equivaldría a un tercio de todo lo que la Argentina exportó de minería el año pasado. Lundin se comprometió a que 70% de la mano de obra y 80% de los contratistas del proyecto serán locales.

Los otros 3 proyectos más avanzados son El Pachón, también en San Juan, actualmente en la etapa de factibilidad, Mara, en etapa de prefactibilidad, en Catamarca, y Taca Taca, en la etapa preliminar de estudio de factibilidad económica, en Salta. Y cerquita, aunque todavía en estado preliminar de factiblidad económica, está Los Azules, de McEwen Mining, una minera canadiense que ya tiene operaciones en Santa Cruz.

Claro que poner en funcionamiento estas 4 operaciones requiere, según los últimos datos oficiales disponibles, más de US $16.000 millones de inversiones para emplear, en conjunto, unas 14.300 personas en la etapa de construcción, que se reducirían a 5.800 personas en la etapa de operación, cuando los beneficios se concentrarían en la exportación y las divisas y los empleos e ingresos indirectos derivados de semejante movimiento económico.

Además de los temas de financiamiento y cambiarios, las empresas señalan como obstáculo a un mayor desarrollo minero que mientras en Chile la carga tributaria total sobre el sector es del 35% y en Perú del 42%, en la Argentina es del 58 por ciento. Por eso no debería sorprender tanto, alegan, que mientras las exportaciones mineras de Chile superan los US$ 56.000 millones y las de Perú bordean los US$ 42.000 millones, las de la Argentina son de US$ 3.200 millones.


PROYECTOS MUNDIALES
Según datos de la Agencia Internacional de Energía, hacia 2030 la demanda de cobre será de cerca de 30 millones de toneladas, un 20% superior al actual nivel de producción mundial, de 24,6 millones de toneladas. De allí el reclamo internacional para que la Argentina se ponga las pilas.

Las pilas, más precisamente las baterías, son una parte importante del asunto. La Argentina, calculan en el área minera, con esos 4 proyectos podría aportar a la producción mundial 810.000 toneladas de cobre al año, ayudando a cerrar la brecha entre producción actual y demanda futura de lo que la Agencia Internacional de Energía considera uno de los “minerales críticos para la transición energética”.

El proyecto Josemaría “tiene todos los papeles para arrancar la construcción”, dicen en Minería. La empresa, explican, temía no poder acceder a divisas para afrontar el financiamiento externo necesario, pero los temores se disiparon con los decretos 234 y 836 del año pasado que –dicen- le asegura a la empresa “que va a poder repagar la deuda y girar dividendos si fuera el caso”.

“Un solo proyecto de cobre es como diez de litio”, dijo a Infobae un funcionario del área minera. “No solo es más inversión, es también mayor impacto exportador”.

Además, los proyectos cupríferos van usualmente asociados a la producción de otros metales, como oro, plata y molibdeno, como en el caso de Josemaría. Por otra parte, resaltan, el precio del cobre es mucho más estable y la demanda mucho más amplia y variada que en el caso del litio, sobre cuyo precio futuro –expresaron- “tenés que tener la bola de cristal”.


LOGÍSTICA
Por cierto, uno de los desafíos que a priori sugiere el proyecto Josemaría es la logística posterior a la extracción y procesamiento del cobre, que sería transportado por tren hasta Mendoza y luego, en camión, hasta Rosario, de donde saldría por el río Paraná para dirigirse hacia sus destinos internacionales por el Océano Atlántico. “Si hubiera tren, claramente lo utilizaría, pero no tiene ninguna conexión”, señalaron las fuentes consultadas.

¿Por qué no un mineraloducto hacia Chile y salida por el Pacífico?, preguntó Infobae, teniendo en cuenta la distancia –y por camión- hasta Rosario. La pregunta no tuvo una respuesta asertiva, pero lo cierto es que la producción del anterior proyecto cuprífero, Bajo la Alumbrera, en Catamarca, se trasladaba unos 300 kilómetros por mineraloducto hasta Tucumán, donde se hacía el “concentrado de cobre”, que luego salía por tren (el NCA) hacia Rosario. Al menos un par de “derrames tóxicos” generaron denuncias de contaminación en pueblos como Andalgalá.

Por otra parte, los sanjuaninos quieren que el cobre se procese en San Juan. Además, dijeron desde Minería, a diferencia del litio, cuyos principales demandantes son China, Japón y Corea del Sur, todas naciones asiáticas, para las cuales la salida conveniente es por el Pacífico, el cobre tiene una más amplia variedad de destinos y el Atlántico le sentaría bien.

El proyecto Pachón involucra a Glencore y Mara, en la que confluyen Glencore, Yamana Gold y Newmont Co, todas grandes mineras mundiales, tendría la ventaja de un período de construcción más breve, pues se aprovecharía parte de la infraestructura que quedó de Bajo la Alumbrera, lo que también achicaría el volumen de inversión y los tiempos hasta el inicio de producción, a unos dos años, y aportaría unas 155.000 toneladas anuales.


POR EL PODIO
Con Chile y Perú como principales productores mundiales de cobre, la Argentina tendría al menos que “pelear el podio”, dijo un funcionario del área minera que se reconoció a sí mismo como un entusiasta del cobre. “Claramente –reconoció- en el caso argentino el principal obstáculo son los volúmenes de inversión necesarios.

Pero también los beneficios son claros: más empleo y más exportaciones que en el caso del litio. “La Argentina se sumó el protocolo de Kyoto y está comprometida con la transición energética, sería hipócrita decirle no al cobre, que es clave en esa transición. Tenemos que sumar el esfuerzo para que la transición se haga”, argumentó. Además, completó, si la Argentina no aporta su parte del cobre necesario, completó, la transición energética será más cara también para el país.

En cuanto a las resistencias ambientales que la minería metalífera genera y la necesaria “licencia social” para los proyectos mineros, la fuente señaló que un estudio de S&P ubicó a la Argentina como uno de los países menos complicados en ese sentido. Lo que hay, dijo, son pequeños focos ruidosos, pero no en las provincias con tradición minera, donde “la actividad está, muestra sus beneficios y se terminan todos los mitos”.

Eso sí, reconoció, en las provincias mineras el problema es cuando los proyectos decaen, no hay nuevos que los reemplacen y el empleo en el sector declina. Como ejemplos de eso señaló a Chubut y Santa Cruz.

Otra fuente del área minera señaló que en el primer trimestre de 2023 va a haber, por parte de las provincias, dos nuevas “declaraciones de impacto ambiental” que habilitarán la puesta en marcha de otros dos proyectos cupríferos.

* Economista y periodista


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