FERNANDO MEITER *
Desde hace ya 3 meses se viene hablando, licitando, adjudicando y discutiendo acerca de la construcción del Gasoducto Néstor Kirchner que unirá las localidades de Tratayén, en la Provincia de Neuquén, con Saliqueló, en Buenos Aires, en una primera etapa.
Desde las autoridades nacionales se prometió que va a estar finalizado para julio del 2023, pero hasta ahora lo único que se sabe es que los caños siguen en construcción, que se consiguieron 80 km caños que estaban destinados al frustrado GNEA y que fueron robados y recuperados en 3 ocasiones.
Desde las empresas sostienen que tienen el conocimiento y la capacidad técnica como para poder terminar la obra en tiempo y forma siempre y cuando no surjan inconvenientes: ya empieza preocupar la falta de mano obra especializada para soldar y fijar los caños.
Según Daniel Ridelener, CEO de TGN, el gran reto que implica Vaca Muerta es desarrollar la infraestructura suficiente para transportar 96 millones de m3 diarios de gas. En esa dirección, acotó, la construcción del Gasoducto Néstor Kirchner se erige como un emprendimiento absolutamente vital. “Primeramente, la obra reducirá la necesidad de importar diésel y gas. En una segunda etapa, permitirá revertir el Gasoducto Norte para suplir la declinación de Bolivia. Y en una tercera fase significará evacuar 40 millones de m3 por día con compresión máxima”.
TEMAS PENDIENTES
Tener el gasoducto terminado es de vital importancia por muchas razones, primero porque permitiría la evacuación del gas natural que hoy se podría producir en Vaca Muerta y llevarlo a los puntos de consumo, situación que hoy no es posible porque la capacidad de transporte está saturada. En segundo lugar, habilitaría la posibilidad de llevar gas natural al norte del país, con la posibilidad, si se cumplen con determinadas obras de infraestructura, de poder exportar al Sur de Brasil.
Ahora bien, tener terminado el gasoducto no implica que todo esté solucionado, se debe mantener la producción actual e incrementarla para lo cual se necesitan dólares, estaciones de separación, cargadores, transportistas y compradores, nada de esto ni siquiera está diagramado al momento. Aquí surge la disyuntiva sobre qué pasa si el ducto está terminado y no hay gas para alimentarlo, o peor aún, el gas está disponible porque todas las empresas cumplieron con sus deberes y … no hay gasoducto.
Además, es de vital importancia, porque incluye dinero y permisos para importar los equipos, es que de la proyección moderada al 2030 surge una producción de 140 MMm3/día de gas y 750.000 barriles por día de crudo, y para eso se requiere pasar de 34 equipos de perforación de hoy a 53 y de ocho sets de fractura a 15. En las condiciones actuales de la economía nacional esto es imposible.
De ahí que cabe prever más gasto del Tesoro Nacional en concepto de importaciones, nuevamente volver a los esquemas conocidos de restricción al abastecimiento a grandes consumidores y toda una serie de conflictos gremiales y logísticos.
La novedad la dio el ministro de Energía de Neuquén, Alejandro Monteiro, en Houston, cuando declaró que “Las empresas transportistas de Brasil están interesadas en construir el gasoducto Uruguayana-Porto Alegre para consumir el gas de Vaca Muerta”. La realidad es que ya existe la posibilidad de enviar unos 2,8 millones de metros cúbicos diarios (MMm3/día). Sin embargo, el funcionario dijo que la Argentina podría hasta más que triplicar la exportación de gas hacia Porto Alegre a través de esa infraestructura. “Ellos (la cámara de transportistas de gas de Brasil) ven un mercado de 10 MMm3/día en Puerto Alegre. Por eso, se está hablando de un gran acuerdo de integración energética, porque nosotros tenemos gas y ellos energía hidroeléctrica. Se puede hacer un intercambio o venta”, aseguró.
Además, deslizó la posibilidad de llegar a Brasil a través de la infraestructura que tiene Bolivia, es decir, revertir el gasoducto del norte, llegar con el gas a la frontera con Bolivia y subirlo a Brasil a través de los gasoductos que hoy el país del Altiplano utiliza para ese destino.
Aquí se deben pensar algunos aspectos regulatorios, comerciales y políticos por parte de los dos países:
+ Si no está finalizado el Gasoducto Néstor Kirchner, difícilmente se pueda llegar a la frontera con Bolivia con gas;
+ Cuál sería el precio de la tarifa de transporte que cobraría Bolivia para llevar ese gas, precio de mercado o costo hundido, ya que los ductos están super amortizados;
+ ¿Ante cualquier inconveniente de suministro, quién es el responsable, el cargador o el transportista? y
+ Si bien todos los analistas del sector saben que la producción de Bolivia declina año a año ¿Este país sería capaz de reconocer que el gas ya no es más su negocio principal de ingresos y dejar que salvo la tarifa de transporte todos los beneficios sean para Brasil y Argentina? La única ventaja en este escenario sería que una vez que finalice sus contratos con ambos países pueda disponer de su gas para consumo interno, tanto residencial como industrial. Esto se sabrá en 2024. Y, además, para que se pueda dar este negocio, se necesitan determinados consensos políticos e ideológicos base que hoy no se sabe cómo van a ser en dos años.
ACUERDO ENTRE EMPRESAS PÚBLICAS
El Presidente Alberto Fernández hizo público un acuerdo entre YPF y Petronas para la construcción de una planta de Gas Natural Licuado (GNL) en Bahía Blanca, provincia de Buenos Aires, que permitirá exportar gas de Vaca Muerta, cuya inversión se estimó en USD 10.000 millones. El proyecto abarca la producción de gas no convencional, el desarrollo de gasoductos e infraestructura de licuefacción y portuaria. Según dijo el Presidente, la exportación de GNL podría generar USD 27.000 millones por año.
Además, ambas empresas firmaron, un Memorando de Entendimiento para continuar con la colaboración en Argentina en otras áreas como la producción de petróleo, petroquímica y soluciones de energía limpia.
El proyecto suena ambicioso y le permitiría a Argentina dar vuelta su balanza comercial, pero vuelven a surgir las mismas preguntas: ¿Cuáles van a ser las fuentes de abastecimiento de gas? ¿Por dónde se va a transportar? ¿A qué precio? ¿Quiénes van a ser los compradores? ¿Cuál va a ser la tasa de retorno del proyecto? Y las respuestas no aparecen a la vista.
En definitiva, todo depende de un simple caño, que está atado a devenires económicos, políticos y regulatorios.
* Especialista en Oil Gas and Utilities, director de TNS Latam y Socio Director de Gas Energy LA