JULIO VILLALONGA *
Los casi 30 meses de gestión del presidente Alberto Fernández se vieron atravesados hasta ahora y en su mayoría por la pandemia de coronavirus, de marzo de 2020 al mismo mes de este año. Este hecho excepcional en la historia del país fue encarado de distintas formas y a partir de distintos puntos de partida en el resto del mundo, y más allá de las percepciones de cada uno llevará tiempo evaluar –con el diario del lunes– la gestión de la crisis sanitaria por parte del oficialismo.
Lo que no deja lugar a dudas, más allá del manejo de la pandemia, es la notable capacidad de auto daño que ha mostrado el kirchnerismo en su regreso al poder.
Un somero recuento de disparos en el pie podría comenzar con las largas colas de jubilados en abril de 2020, al comienzo de la pandemia, o con el escándalo por la quiebra de la cerealera Vicentin, el 8 de junio de aquel año. O con el velatorio de Diego Maradona en la Casa Rosada con una multitud en su despedida en el peor momento de la crisis sanitaria, un gesto demagógico y de falta de control del aparato del Estado que provocó fuertes críticas.
El bochorno del “vacunatorio VIP” tuvo lugar entre el 18 y el 26 de febrero de 2021: el periodista y operador “cristinista” Horacio Verbitsky contó en radio la “anécdota” de que su “amigo”, Ginés González García, entonces ministro de Salud de la Nación, le había ofrecido que se vacunara en la sede de su cartera contra el coronavirus. La revelación derribó a Ginés de su puesto y abrió una “caja de Pandora” que duraría varias semanas con el Gobierno enterándose en los “medios hegemónicos” de nuevas y escandalosas revelaciones.
Con cierta arbitrariedad podríamos decir que el comienzo del cuidado de las apariencias en el matrimonio por conveniencia entre el primer mandatario y la vice, Cristina Kirchner, comenzó a resquebrajarse cuando se conocieron, en agosto de 2021, las fotos del cumpleaños de la primera dama, Fabiola Yañez, en la quinta de Olivos con una docena de invitados y su esposo, firmante de los DNU de reclusión por tiempo determinado pero ampliados “ad infinitum” y que prohibían ese tipo de encuentros a todos los argentinos de a pie.
En mayo, la disputa de poder quedó en evidencia cuando el ministro de Economía, Martín Guzmán, quiso despedir al subsecretario de Energía Eléctrica por discrepancias sobre los subsidios. El funcionario, ligado a la vicepresidenta, se quedó en su lugar como referencia de la lucha “contra el ajuste que impone el Fondo Monetario”, al decir de los dirigentes "neocamporistas" que conduce Máximo Kirchner.
El 16 de septiembre de 2021 se conoció la primera carta de CFK bajo el título “Como siempre… sinceramente”. Leída hoy está claro que la dos veces expresidenta ya no quería compartir el barco con el capitán que había elegido en un “dedazo” digno de la mejor tradición política mexicana. La renuncia de medio gabinete –en rigor, la amenaza- fue otro ejemplo de la feroz interna en el FdT en un juego de extorsiones mutuas que iría “in crescendo”.
Se avecinaba una derrota en toda la línea que, además de reflejarse en las PASO y, con menos distancia, en las Legislativas de noviembre del año pasado, había convencido a Cristina de que Alberto no cumplía las condiciones que le había impuesto para entrar en la historia sentado en el sillón de Rivadavia. En particular una, la de cubrirle las espaldas judiciales, lo que detonó la renuncia de la ministra de Justicia, Marcela Losardo, socia y amiga personal de AF, por negarse en marzo de 2021 a llevar adelante la “guerra sucia” contra la Corte Suprema y la justicia federal que reclamaba la presidenta del Senado.
Cuando la pandemia comenzó a amainar, no lo hicieron las flagelaciones que se impuso el oficialismo. No se habían acallado los ecos de aquellos terremotos cuando la “prensa opositora” descubrió, el 12 de enero último, a Luana Volnovich de vacaciones en un balneario mexicano con su pareja y, en simultáneo, su segundo en la conducción del PAMI. Más allá del previsible aprovechamiento de quienes no quieren al kirchnerismo, el descanso de la “guerrera” de La Cámpora volvió a golpear al Ejecutivo.
Después de un largo año de despotricar contra la negociación de Guzmán con el Fondo, Máximo Kirchner renunció al 1° de febrero –solo pasaron tres meses…– a la jefatura del bloque en Diputados del FdT desatando una nueva crisis de gobernabilidad autoinfligida.
Las negociaciones con el Fondo fueron el argumento utilizado por su hijo pero Cristina criticó, según sus allegados, que hubiera dejado ese espacio de poder. Máximo se “atrincheró” en el PJ bonaerense para dar la “batalla ideológica” con la derecha del partido, encarnada por Alberto y el jefe del Palacio de Hacienda. Nada que no se haya visto en el peronismo desde los setenta a esta parte.
Un grosero error de cálculo había dejado sin Presupuesto 2022 al país en diciembre del año anterior, lo que mantuvo en vilo a varios en la Rosada por la posibilidad de que el acuerdo con el Fondo fracasara, lo que finalmente no ocurrió, a pesar de todo el trabajo invertido por CFK y sus adláteres.
Ahora bien, sobre el entendimiento con el “ogro” financiero internacional para refinanciar una deuda de 44.500 millones de dólares que Mauricio Macri tomó en 2018, y de la que se fugó, según quien calcule, el equivalente a un 30 por ciento, ni Cristina ni los neocamporistas propusieron otra cosa que “ponerle condiciones” al Fondo para firmar. ¿Es posible imaginar una situación semejante, aún si se admitiera que violó sus propias normas para apoyar a un gobierno “amigo, con el apoyo de Donald Trump? ¿Era más gravoso firmar que no firmar?
Hasta aquí llegamos para apuntar que el hecho de convertirse en la principal oposición al gobierno que ellos votaron casi desde el primer día, aunque no se notara, tuvo un fenomenal costo para los argentinos, esos argentinos por los cuales Cristina, Máximo y el “Cuervo” Andrés Larroque “combaten al capital”.
Los saltos en la brecha cambiaria y en el riesgo-país son visibles cuando se analiza esos datos en los días siguientes al Presupuesto no aprobado y a la renuncia del primogénito de la titular de la Cámara alta. Lo mismo ocurre con otros “hitos” como la segunda y destructiva carta de Cristina, de diciembre pasado.
Para economistas y sociólogos, además de para psicólogos sociales, será el trabajo de calcular el impacto económico de esta feroz oposición interna en el ejercicio del poder (Varios lo están haciendo). Pero quien crea que estas luchas intestinas son solo disputas por el poder político habrá que decirle que es evidente que castigan el PBI, el crecimiento y las expectativas económicas. No hay duda a esta altura del “costo pelea”, sumado a la irresponsabilidad de haber decidido la disputa en medio de una crisis sin antecedentes y con el único fin de reservarse una cuota de poder a futuro.
Dos datos ilustran con claridad el deterioro de la economía por este stress añadido: uno es el de la inflación por encima del 50 por ciento en 2020 y 2021, y con miras a aumentar otros diez o veinte puntos ahora por el “efecto Ucrania”. El otro, la pérdida de dólares por la inestabilidad política -y su “hija”, la económica- que dejó al país al borde del “default” hasta firmar el acuerdo con el FMI. Cuando Guzmán se aprestaba a firmar el mismo memorándum en junio de 2021, Cristina y Máximo lo dinamitaron. Medio año más tarde se suscribiría pero en medio de un escenario de tierra arrasada. Flaco favor para los y las vulnerables.
* Director de Gaceta Mercantil