WOLFGANG MÜNCHAU
La tragedia de Europa es que Alemania no está plantando cara a Rusia, y la Unión Europea no está plantando cara a Alemania. Una invasión rusa tendrá muchos perdedores. Preveo que la Unión Europea, aparte de la propia Ucrania, será uno de los principales.
Cuando Rusia invada, pondrá de manifiesto sin querer las divisiones internas de Europa. Digo “sin querer” a propósito, porque no creo que este sea el objetivo primordial de Putin. Lo que a él le preocupa es que las “revoluciones de colores” —como él las llama— en la periferia de Rusia puedan acabar penetrando en la política rusa. Argumentar que la OTAN podría invadir Rusia es absurdo, por supuesto. Es una cortina de humo rusa. La amenaza a Rusia es mucho más sutil, pero no menos real. Estados Unidos no tiene mucho que ofrecer para calmar la paranoia de Putin. Él quiere una tierra de nadie política que incluya necesariamente a Ucrania y Bielorrusia.
Lo que Rusia hace siempre —y la Unión Europea casi nunca— es actuar de acuerdo con su propia definición de lo que son los intereses estratégicos, sin que importe la opinión que se tenga de esa definición. La estrategia se caracteriza por perseguir un objetivo a largo plazo y estar dispuesto a pagar un precio a corto plazo. La política exterior europea, y la alemana en particular, no son estratégicas en el sentido de que se centran en el beneficio a corto plazo. Si se da prioridad a la exportación de coches, se dejan menos grados de libertad para defender otros intereses, como los derechos humanos, el cambio climático, la seguridad del suministro o el liderazgo tecnológico.
Cuando Rusia invada, podría llegar un momento en que Alemania y otros países europeos se quedaran sin gas. Eso dependería de cómo interviniese la energía en el conflicto. Alemania se ha puesto a sí misma en esa posición porque los sucesivos Gobiernos no han sido capaces de desarrollar una política energética coherente. A principios de 2022 se desconectaron tres centrales nucleares. Las tres que quedan se apagarán a finales de año. Con los Verdes en el Gobierno, no veo ninguna posibilidad de un cambio de política. La nueva coalición tiene planes ambiciosos para invertir en energías renovables, pero las cuentas no cuadran. La transición energética exige una inversión sin precedentes en modernas centrales termoeléctricas alimentadas con gas como solución provisional. Esto quiere decir gas ruso principalmente. Es posible que los Verdes cojan un berrinche por el Nord Stream 2, pero no creo que tengan el valor de abandonar el Gobierno a causa de un gasoducto y sacrificar su programa de inversión en fuentes de energía renovables. El trato está cerrado.
Cuando Rusia invada, todo será puro artificio. No tiene interés en ocupar toda Ucrania. Nunca invadirá un país de la OTAN e intentará ocuparlo. Lo que yo temo es que, en un momento dado, decida cerrar el corredor de Suwalki, la franja de tierra a lo largo de la frontera polaco-lituana que separa Bielorrusia —la cual, en estos momentos, es de hecho un Estado títere de Rusia— de la provincia rusa de Kaliningrado. Eso daría a Rusia acceso terrestre directo al mar Báltico meridional, y crearía divisiones en la Unión Europea. Si se diera ese caso, los Estados bálticos quedarían aislados geográficamente de la UE y totalmente rodeados por Rusia. Este es el escenario que representa el mapa hipotético al principio de este artículo.
Cuando Rusia invada, podría intentar también ampliar su control militar del mar Negro y abrirse paso por el territorio ucranio que la separa de Transnistria, la provincia de habla rusa en el este de Moldavia, otro posible punto conflictivo.
Cuando Rusia invada, Alemania pondrá paz. Los alemanes presionarán para que se impongan sanciones mínimas, solo aquellas que no perjudiquen a sus exportaciones. Vetarán cualquier propuesta de expulsar a Rusia del sistema de pagos SWIFT si esa propuesta llegara a planteare. El Nord Stream 2 no corre peligro porque ni la Unión Europea ni el Gobierno de Biden quieren disgustar a los alemanes. Una mayoría republicana tras las elecciones de mitad de mandato de este año podría cambiar la política estadounidense, pero para entonces el gas habrá empezado a circular.
Cuando Rusia invada, los europeos resoplarán como siempre y se quejarán de que no se les invita a diversas mesas diplomáticas. Sentarse a una mesa es de gran importancia para Europa. Prepárense para oír muchos debates sobre asuntos secundarios, como la votación por mayoría en el Consejo sobre política exterior. Lo que no debatirán será un aumento del gasto de defensa.
Cuando Rusia invada, nadie le plantará cara. Y nadie plantará cara a los pacificadores. Chasqueados, como dicen los ingleses, mirarán de lejos. Es lo que pasa cuando se deja el pensamiento estratégico a otros.