La flexibilización de las normas del Covid-19 y la ayuda al sector inmobiliario podrían impulsar el crecimiento, pero los economistas temen que la prioridad sea un mayor papel del Estado
STELLA YIFAN XIE
Xi Jinping ha consolidado el control del Partido Comunista en el poder en China a un nivel nunca visto desde Mao Zedong. Su reto será ahora demostrar que puede gestionar con la misma habilidad una economía que se ha debilitado considerablemente este año.
Los mercados chinos cayeron después de que Beijing presentara una dirección del partido repleta de leales a Xi, y de que el gobierno dijera que la economía china se expandió un 3,9% en el tercer trimestre de 2022. Aunque la cifra estuvo por encima de las previsiones de los economistas, esto dejó el crecimiento de los nueve primeros meses del año en un 3%, lo que sitúa a China en camino de incumplir su objetivo oficial de una expansión de 5,5% para todo el año, por un amplio margen.
Otros datos publicados mostraron la debilidad de la demanda interna, la caída de las exportaciones y los precios de la vivienda, que en septiembre registraron su mayor descenso en más de siete años.
Excluyendo el 2020, cuando China y el mundo se tambaleaban por el brote inicial de Covid-19, este año es casi seguro que será el de menor crecimiento del país en una generación.
Todo ello ha centrado la atención en si Xi, tras consolidar su papel como líder de China durante otros cinco años en un cónclave del partido que concluyó el fin de semana pasado, se inclinará ahora por medidas más firmes para reavivar el crecimiento.
Entre las medidas que podría adoptar se encuentran la flexibilización de las estrictas normas de Covid, que han obligado a cerrar las puertas y han frenado la actividad empresarial, y un mayor apoyo al debilitado mercado inmobiliario del país, incluyendo posibles rescates de promotores en dificultades.
Muchos economistas creen que adoptará un enfoque diferente, dando prioridad a los objetivos políticos -incluyendo un mayor papel de las ineficientes empresas estatales en la economía y un énfasis continuado en las estrictas medidas de control del Covid-, en lugar de medidas más pragmáticas para garantizar una fuerte recuperación.
La decisión de Xi de ascender a numerosos aliados y protegidos a puestos de liderazgo en el recién concluido congreso del partido fue interpretada por los analistas como una señal de que no se avecina una gran corrección del rumbo.
“No creemos que haya grandes cambios de política porque la mayoría, si no todas, las decisiones políticas existentes han sido acordadas con Xi”, aseguró Iris Pang, economista de ING.
La moneda china se desplomó a su nivel más débil frente al dólar estadounidense en 14 años. El índice Hang Seng de Hong Kong cayó al nivel más bajo desde abril de 2009. En Shanghái, el índice bursátil de referencia bajó un 2%, elevando las pérdidas en lo que va de año al 18%.
La mayor incógnita es cuándo cederá Xi en su política de cero Covid, que muchos economistas consideran motivada en parte por el deseo de mostrar la superioridad del gobierno del Partido Comunista sobre los enfoques occidentales del virus.
Las estadísticas oficiales dicen que unas 5.200 personas han muerto de Covid en China continental, en comparación con más de un millón en EE.UU. Pero las estrictas normas del gobierno, que incluyen cuarentenas para las personas expuestas al virus y una estrecha vigilancia, han mermado la confianza de los consumidores y perjudicado el gasto.
Julian Evans-Pritchard, economista senior de China en Capital Economics, dijo que cree que cualquier relajación significativa de la política de cero Covid no llegará antes de 2024. Otros economistas creen que podría llegar antes, aunque no tan rápido como se esperaba a principios de año.
Por su parte, Liang Wannian, el principal experto en salud de China y alto asesor del gobierno, comentó durante una entrevista con la cadena estatal del país CCTV, a principios de este mes, que el país no tiene tiempo para salir de su estrategia de cero Covid, citando los elevados riesgos de infecciones importadas y la necesidad de prevenir muertes masivas. Los medios de comunicación estatales chinos también han defendido la necesidad de mantener las políticas de Covid existentes en artículos publicados este mes.
Otra gran interrogante es si Xi tomará medidas más decisivas para detener el colapso del mercado inmobiliario, el que se está produciendo a cámara lenta desde hace más de un año. Hasta ahora, Xi ha mostrado un interés limitado en reactivar el sector, que muchos economistas y funcionarios chinos temían que se hubiera convertido en una burbuja que había que contener.
La frase “la vivienda es para vivir, no para especular”, dicha por primera vez por Xi en 2017 y una señal de su compromiso de reducir el estancamiento en el sector, apareció de nuevo en su informe de trabajo de 72 páginas para el congreso del partido.
A su vez, los economistas de Société Générale dijeron que si bien una salida inmediata de la politica de cero Covid se ha vuelto menos probable, podría ocurrir una pequeña recuperación en el sector de la vivienda.
En una nota de investigación, se citó una mejora en la terminación de viviendas desde agosto, estimulada por las medidas de ayuda del gobierno, aunque también se advirtió que los consumidores seguirán siendo reacios a comprar departamentos, lo que llevará a un círculo vicioso si no se despliegan más ayudas.
A pesar de los problemas de China, varios economistas siguen creyendo que el Producto Interno Bruto (PIB) crecerá más del 4% el próximo año. Esto superaría la tasa de crecimiento mundial del 2,7% prevista por el Fondo Monetario Internacional (FMI), ya que los riesgos de recesión e inflación persisten en muchos países, aunque estaría por debajo de los niveles de crecimiento prepandémicos en China.
Ahora bien, el crecimiento del país oriental podría ser más fuerte si Xi se mueve más rápidamente para levantar los controles del Covid-19, desencadenando un fuerte repunte en el gasto del consumidor, según comentaron los analistas.
Andy Rothman, estratega de inversiones de Matthews Asia, sostuvo, por otro lado, que cree que Xi cambiará a un camino más pragmático ahora que está más seguro en el poder, logrando un mejor equilibrio entre la protección de la salud pública y la facilitación de la recuperación económica.
Rothman interpretó la promoción de Li Qiang, el secretario del partido de Shanghái que supervisó el confinamiento de Covid de un mes de duración en esa ciudad esta primavera, a un papel de liderazgo superior, como una señal de que Xi podría moverse más rápido de lo que algunos esperan para demostrar que el cambio en su política de Covid-19 está llegando.
Li Qiang podría suceder a Li Keqiang como primer ministro de China, según informó anteriormente The Wall Street Journal.
“No cambiar el rumbo tendría graves consecuencias negativas para la economía y, por tanto, para el partido”, advirtió Rothman.
Sin embargo, cualquier medida para flexibilizar la política de Covid podría llegar en un momento en el que se están acumulando otros vientos en contra, como la ralentización de la demanda de exportaciones chinas a medida que Estados Unidos y otras economías se debilitan. En septiembre, las exportaciones chinas crecieron un 5,7% con respecto al año anterior, lo que supone una desaceleración con respecto al aumento del 7,1% registrado en agosto.
A muchos economistas también les preocupa que, con la incorporación de tantos leales a Xi a la cúpula del partido en el último congreso, incluidos muchos con poca experiencia en la elaboración de políticas económicas, Xi podría quedar más aislado a la hora de gestionar la economía, con pocos o ningún funcionario dispuesto a desafiarlo.
“El juego de poder de Xi es negativo para los mercados y la trayectoria a largo plazo de China, porque elimina a los funcionarios con la inclinación y la capacidad de moderar sus políticas y agitar las reformas necesarias”, escribió Michael Hirson, jefe de investigación de China en 22V Research, en una nota a los clientes.
Subrayando el papel central que probablemente desempeñará la política en los próximos cinco años en la elaboración de la política económica de China, las cifras del PIB del país se dieron a conocer sin previo aviso, casi una semana después de que la oficina de estadísticas del país oriental hubiera pospuesto su publicación de forma igualmente abrupta. Las autoridades tampoco organizaron una conferencia de prensa para discutir los datos.
Entre las prioridades que Xi expuso en un discurso en el congreso del partido se encuentran las medidas para regular el “mecanismo de acumulación de riqueza” -interpretado por todos como un deseo de repartir la riqueza de forma más uniforme entre la sociedad- y reforzar la autosuficiencia de China en materia de tecnología, energía y suministro de alimentos.
Estas prioridades han suscitado la preocupación de algunos analistas por la posibilidad de que la economía china pase a estar más dominada por los agentes estatales, en lugar de por empresas privadas más dinámicas. Esto podría reducir la eficiencia de la economía y disminuir el crecimiento de la productividad de China.
Los inversores deberían esperar que el Estado “aumente implacablemente su peso en la economía china” en el futuro, afirmó Alicia García Herrero, economista jefe para Asia-Pacífico de Natixis.