El periodista y escritor Ignacio Montes de Oca analizó, a través de un hilo de Twitter, la incorporación de Argentina a la Ruta de la Seda, las partes oscuras de esta iniciativa de Pekín que podrían convertir la inversión en hipoteca y la situación en algunos países que ya entraron.
La Ruta de la Seda se divide en el capítulo terrestre, el Collar de Perlas que es la ruta marítima a través de puertos controlados y dos anexos más: la Ruta de la Salud y la Digital, que promueven productos médicos y tecnológicos. Los vamos a llamar BRI por sus siglas en inglés.
Xi Jiping ya explicó que el BRI no es el Plan Marshall de posguerra, que preveía ayudas para el desarrollo. La Ruta de la Seda es una iniciativa capitalista y con criterio comercial que busca obtener ganancias y prevé punitorios para incumplidores. No es solidaridad, es negocio.
La diplomacia china acuerda la confidencialidad de los contratos. De manera que no se saben condiciones ni tasas. De todos modos, se sabe que son del 2% al 4% y plazos cortos, muy por encima del 1,5% del Banco Mundial para países en desarrollo. Y el otro tema son las garantías.
Los organismos internacionales, de los cuales forman parte los países, no piden garantías soberanas. Los créditos del BRI son bilaterales y deben ser respaldados por activos nacionales por el 60% del monto financiado. Su letra es fría como un glaciar. Esconden como un iceberg.
Yibuti aumentó su deuda externa con China del 50% al 85% a partir del BRI. La consecuencia fue el acuerdo para instalar una base naval china a la salida del Canal de Suez, por donde pasan los petroleros con su carga hacia el mundo. No fue el único caso.
Pakistán, enfrentando históricamente con India al igual que China, también aumentó su deuda y entregó una base militar en el puerto de Gwadar, en el otro extremo del golfo Pérsico. En dos deudas, China logró el control marítimo de la principal ruta del petróleo. Buena jugada, Xi.
África está plagada de historias sobre las consecuencias del aumento de la deuda por el BRI. En Etiopia, la deuda contraída por proyectos de infraestructura modernizó el país, pero también que les resulta imposible de pagar los 14.000 millones que debe a China ¡OMS my god!
Ese país, uno de los más pobres del mundo, fue de los primeros en sumarse al BRI y recibió fondos para construir rutas, vías férreas y un aeropuerto. Y muchas armas para sus conflictos internos. Las empresas chinas manejan hoy sus recursos naturales y las concesiones de las obras.
Tanzania hizo un trato similar. En 2020, el John Magufuli canceló un acuerdo por 10.000 millones con China para construir un puerto en Mbegani que además iba a ser explotado por 99 años por el constructor. Dijo que “solo un borracho” aceptaría las cláusulas ocultas del contrato.
Kenia había acordado un préstamo para desarrollar un tren para conducir recursos primarios hacia el puerto de Bombasa. Pero el tren no cumplió los rendimientos del acuerdo y China logró el control del puerto por 20 años. Kenia podía quejarse, pero había un truco.
El acuerdo establecía que si Kenia no cumplía, las diferencias debían resolverse en un tribunal de Pekín no es diferente a lo que se pacta con inversores de occidente para litigar en tribunales en Londres o New York. El problema es que ahí, justamente, tampoco hay diferencia.
En Laos, China financió con 6.000 millones la construcción de una vía férrea que comunica a los dos países dentro de la iniciativa del BRI y que empezará a dar ganancias en 2027. En la actualidad China tiene el 46% de la deuda externa de Laos, que afronta dificultades para pagar.
A su vez China es el 3° país más endeudado del mundo y no tiene liquidez para apoyar con divisas. Urgido por la caída del poder de compra interno y la caída de Evergrande, solo puede financiar obras. Por eso no es una salida para los países endeudados, solo ofrece infraestructura.
Sucede que el mercado de capitales multilateral y los inversores privados exigen garantías de factibilidad económica de proyectos y países, aunque presten a menores tasas son más exigentes para hacerlo. Entonces llega el prestamista chino con su propuesta del BRI.
Esa es exactamente la situación de la Argentina y de la mayor parte de los países tras la pandemia. La caída interna y del comercio internacional de materias primas que exportan, los dejó listos para firmar acuerdos y ser un eslabón más de la Ruta de la Seda. Veamos el costo.
Bangladesh es uno de los países más pobres del mundo. El BRI financió con 1.400 millones la construcción de un aeropuerto, autopistas y hasta un estadio de cricket. Cuando el gobierno no pudo pagar acordó darle a China por 99 años el manejo de Hambantota, el mayor puerto del país.
Pero además Bangladesh tuvo que entregar 6.000 hectáreas para que empresas chinas desarrollen una ciudad industrial dentro de una Zona Económica Especial con exenciones para los capitales chinos que quieran instalarse y aprovechar la oferta en mano de obra local.
Pakistán tuvo que entregar una zona económica similar fuera del puerto de Gwadar para que China construya una región industrial con su propia usina de energía y privilegios impositivos. Estas zonas funcionan como asentamientos extraterritoriales donde rigen normas propias.
El bajo costo de mano de obra en países empobrecidos le sirve a China para instalar industrias y aumentar su competitividad. Argentina negocia la llegada de la empresa de celulares china Xiaomi a Tierra del Fuego, territorio que subvenciona la mano de obra y consumos industriales.
Cuando comenzó la pandemia, hubo una recesión mundial y muchos países vieron que por la caída de su actividad económica les resultaba imposible cumplir con los pagos y ganancias acordadas con China. Pekín tomó nota y ahora cosecha nuevas concesiones en la esfera del BRI.
Pero además no es lo mismo tratar con organismos multilaterales, que más allá de sus mayorías siguen procesos de otorgamiento más objetivos y, la otra diferencia, es que no piden como garantía recursos naturales o manejo de obras de infraestructuras como lo hace el BRI.
En Uganda, el gobierno acordó un crédito por 200 millones para modernizar el aeropuerto de Entebbe. Impedido de pagar por la crisis de la pandemia, intenta evitar que la China Communications & Construction se quede con el manejo de la terminal aérea.
Venezuela recibió 60.000 millones de China que es su segundo acreedor luego de Rusia. En la cuenca del Orinoco la empresa china CITIC explota el yacimiento de oro de las Cristinas, uno de los mayores del mundo. Otras, extraen hierro, uranio y metales estratégicos como el coltán.
Dado que se trata de acuerdos bilaterales, la contratación de las obras se suele dar por adjudicación directa o licitación digitada, lo que hace que empresas locales o de otros países llevan las de perder. Y el financiamiento directo del estado chino suele decidir los procesos.
Eso a su vez trae otra consecuencia que no es menor: la corrupción. Las empresas occidentales hicieron de los sobornos parte de su historia. Pero desde la década del 80 los países de la OCDE avanzaron en normas de transparencia. China y sus empresas no tienen esa obligación.
¿Recuerdan el caso del aeropuerto de Entebbe? Las clausulas confidenciales le daban a la empresa china el manejo de los ingresos. No se podían hacer auditorias. Hubo sobreprecios evidentes. El dinero iba a China y podía volver, o quedarse esperando que lo busquen.
Veamos otro caso de sobreprecio. Malasia acordó un crédito del BRI por 16.000 millones por una vía férrea hacia Tailandia. En 2019 amenazó dar de baja el proyecto por el aumento de costos. Lo reanudó tiempo después, cuando la empresa China bajó el presupuesto a 10.600 millones.
El presidente montenegrino Dukanovic pidió a China 1.000 millones en 2014 para construir una autopista, tras el rechazo del Banco Mundial a financiar sus costos delirantes. Tras 2 años de retraso se construyeron apenas 40 de los 170 Km previstos a un costo de 20 millones cada uno.
Embajadores, secretismo y licitaciones digitadas aumentan la competitividad china, que sube más porque sus empresas no contemplan los costos ambientales ni a las consecuencias de los desastres, como en el reciente derrame petrolero en Ecuador por una represa mal construida.
En 2015 la estatal China National Petroleum Corporation acordó con Evo Morales la búsqueda de petróleo en la amazonia boliviana. Cuando se fue Evo, se suspendió el contrato tras numerosas denuncias de destrozos de áreas naturales protegidas y violencia contra etnias locales.
Un caso más famoso es el Batang Toru en Indonesia. El Banco Mundial se negó a financiar la represa que quería construir allí el gobierno por el daño ambiental que iba a provocar. La solución fue darle el contrato a la empresa china Sinohhydro, financiada por el Bank of China.
Idéntico caso fue el del tren que atraviesa el Parque Nacional de Nairobi en Kenia. La China Road & Bridge, recibió el contrato por 3.600 millones financiados por su gobierno. El daño ambiental no fue considerado y la empresa la va a operar hasta recuperar la inversión.
En Argentina el caso paradigmático es la represa Kirchner-Cepernic en Santa Cruz. En 2014 los Kirchner reformaron el proyecto e hicieron entrar a sus socios chinos. En 2017 se frenó todo hasta aprobar estudios de impacto ambiental. Acaba de acordarse en China reanudar las obras.
En Etiopia nació el reclamo por la deuda y la cantidad de recursos que salen hacia China mediante esas rutas y ferrocarriles financiados por el BRI. Y de allí a los puertos manejados por empresas chinas. Salvo que se asocien a políticos, las empresas locales miran de afuera.
Los acuerdos por el BRI siguen el mismo esquema que los europeos en la Revolución Industrial: facilidades para conducir las materias primas al puerto y para introducir manufacturas desde la metrópoli. Todo ello dominado por las empresas del país que financió su construcción.
En abril de 2021 se firmó un acuerdo para que el gigante estatal chino Snomach financie con 784 millones un proyecto ferroviario para conectar los yacimientos de Vaca Muerta con los puertos. Todos los convenios firmados por Cris y Beto conducen materias primas hacia China.
China necesitaba carbón para sus centrales térmicas. En 2015 financió la operación de las minas de Rio Turbio y el tren para sacar la producción vía Puerto Deseado por medio de la estatal china CMEC. El proyecto se frenó y pese a los ruegos de Beto, Pekín ya perdió el interés.
Los acuerdos obedecen a la estrategia china, no a la necesidad de desarrollo local. Si coinciden, buena suerte. Argentina tiene una crisis energética ¡Que buena la nueva central nuclear china! Pero también debe desarrollar una industria atómica propia ¡Que mal la central china!
La entrada de productos chinos por el BRI compite con la industria local e inhiben la creación de empresas fuera de la explotación primaria. Como los acuerdos son entre países y las necesidades mutuas, los políticos alargan la situación. Como en la época de las colonias, sí.
La diferencia es que en el caso de las potencias coloniales occidentales, las empresas eran privadas. En el BRI se ejecuta mediante compañías asociadas al estado chino y por lo tanto si las molestás, ganás un problema con la 2° potencia global. Ni la “aguerrida” CGT se anima.
Como en otros países, la llegada de trabajadores temporales a las obras chinas abona la sospecha que ese país exporta su desempleo a costa de sus socios en el BRI y que las leyes laborales locales se suspenden porque dentro de los acuerdos hay privilegios negociados previamente.
De regreso a la Argentina: la base china tiene exenciones extraordinarias para importar y dentro rigen las normas chinas. Un argentino no puede entrar ni con una orden de un juez local. Es un territorio de ultramar. La situación se repite en muchas inversiones en todo el mundo.
Es muy importante comprender que el BRI no es un supermercado donde el cliente elige proyectos a financiar. Los selecciona el gobierno chino de acuerdo a su estrategia exterior y necesidades políticas y comerciales. Si se entiende eso, es posible entender el todo este asunto.
Nicaragua precisa muchas obras. Pero China priorizó un canal bioceánico que compita con el de Panamá y quede bajo su control. La empresa privada a cargo sería la HKND Group propiedad de Wang Jing. Pero los 50.000 millones que se estima costaría, vendrían del estado chino.
Esa iniciativa se enmarca en el Collar de Perlas formado por puertos manejados por empresas chinas en todo el mundo. Esas compañías no son capitales libres, sino que se relacionan con el estado chino y por lo tanto con sus planes estratégicos. Conozcamos a los mayores jugadores.
La estatal China Ocean Shipping opera terminales en China, Perú, Grecia, Hamburgo, España, Corea del Sur, Abu Dhabi, Italia, EE.UU., Singapur y Egipto. Su presencia en Hamburgo, Valencia, Busán, Seattle y El Piero convierte a COSCO en una de las mayores operadoras del mundo.
China Merchant Port Holding también es controlado por el estado chino. Opera 41 puertos en China, Bangladesh, Sri Lanka, Nigeria Togo, Yibuti, Turquía, Brasil y Francia, entre otros. Su entrada fue siempre precedida por los embajadores, que actúan como baqueanos de negocios.
La otra empresa es CK Hutchinson, una empresa controlada por el magnate chino Li Ka Shing que es accionista del Bank of China controlado por Pekín y actúa bajo el amparo del estado chino para avanzar en sus operaciones portuarias y de telecomunicaciones. El CK es por otra cosa.
Detrás entran las otras empresas de Li Kang Shin que venden redes 5G. Así sucede con barbijos, celulares, servicios petroleros y trenes. No es solo el collar, el negocio es vender todos los productos luego de hacerse fuertes a partir de las inversiones que imploró cada país.
Entra las empresas portuarias chinas reúnen 100 concesiones en 64 países y el 30% del comercio marítimo global. Si son manejados por empresas estatales chinas o asociadas a él, por traslación es correcto decir que el Collar de Perlas es tan estatal como la plaza Tiananmen.
COSCO busca quedarse ahora con las terminales portuarias 1, 2 y 3 de Buenos Aires asociado con la compañía local Román SA. Otra firma china, la Shanghai Dredging quiere el contrato por la Hidrovía asociada con la empresa argentina Servimagnus, también del Grupo Román.
Quien controle la hidrovía maneja la salida del 70% del comercio exterior argentino y un negocio de al menos U$S 300 millones anuales por el paso de 2.600 buques y gran parte del tráfico de mercancías agro ganadera del resto del Mercosur. Son las venas abiertas de Galeano.
Shangai Dredgeing perdió la concesión del dragado del Canal Martín García en 2015 por no cumplir con el contrato y usar tecnología obsoleta. Ahora vuelve a la carga apadrinada por su gobierno y la administración argentina. Ese es el paradigma del BRI, las concesiones políticas.
Y es inútil apelar a ruegos dramáticos. Tonga acaba de ser arrasada por una erupción y un tsunami. Con un PBI de 512 millones, le debe 100 millones a China por obras que se perdieron. Ahora busca créditos baratos del Banco Mundial para reconstruirse. Pekín solo hace negocios.
África en su conjunto tiene el 60% de sus vencimientos bilaterales con China. Angola anda buscando como pagar los 14.5000 millones que le adeuda al Banco Chino de Desarrollo y 5.000 con Banco Chino de Exportaciones e Importaciones. Un tercio de la deuda de Zambia es por el BRI.
En algún punto, el BRI es el nuevo opio. Impedidos de cumplir con los requisitos de los organismos de crédito y las demandas de inversores privados, los países acuden a China y se hacen adictos a sus “fondos baratos”. Cuando reaccionan, ya es tarde. La dependencia está instalada.
Néstor Kirchner fue el primer incauto en caer. En 2004 se apuró y anunció inversiones chinas por U$S20.000 millones. Planeaba echar al FMI y se fue de boca. Su viuda resolvió el tema. Una base en la Patagonia manejada por militares chinos llegó en 2010 junto con las inversiones.
Argentina necesita conseguir 23.000 millones de dólares para pagar su deuda en 2022. China no da préstamos y el swap que ofrece es un vale para vender sus productos. Entrar en Ruta de la Seda da la impresión que ser elegidos para inversiones millonarias, pero es una gran hipoteca.
Es como estar quebrado e ir al supermercado chino a pedir dinero prestado porque te gotea el techo. Al año tenés al señor Chang durmiendo en tu pieza, ordenando que se va a cenar y desde el otro lado de la mesa, a tu hijo más reciente regalándote su mejor sonrisa de Bruce Lee.
PS: Beto sabe que si rompe con el FMI los créditos de desarrollo del Banco Mundial, BIRF y BID se cortan. Los reemplazará con los 23.000 millones del BRI. Se llama Ruta de la Seda. La seda se saca de los gusanos. Se necesitan muchos gusanos para hacer una ruta entera hasta China.