En un momento en que Colombia necesita inversión extranjera para hacer frente a su crisis fiscal y social, su relación con China está cambiando y se ve de manera más positiva
CAROLINA URREGO-SANDOVAL
En los últimos años se ha hablado mucho del fortalecimiento de las relaciones entre China y América Latina y Colombia no es ajena a la conversación. Más allá de hablar del aumento del comercio y del crédito, de la cooperación Sur-Sur y de las tensiones geopolíticas que genera la presencia de China en la región debido a su relación histórica con Estados Unidos, las prácticas empresariales se han transformado en los últimos años, con especial relevancia para Colombia.
En particular, se ha producido un aumento significativo de la inversión y la participación de empresas chinas en Colombia a través de Asociaciones Público-Privadas (APP), lo que representa un cambio significativo en la dinámica. Los efectos de la actual crisis sanitaria y social desencadenada por el Paro Nacional también podrían ser muy relevantes para el futuro compromiso, dado que esta explosión social sin precedentes fue provocada por la propuesta de una nueva reforma fiscal para hacer frente al déficit fiscal del país.
En el caso de la inversión, los flujos procedentes de China han aumentado pero siguen siendo inferiores a los que reciben países como Brasil, Perú y México. La inversión china en la región ha ido evolucionando y diversificándose hacia sectores como las telecomunicaciones y las energías limpias. Sin embargo, hasta ahora no ha sido el caso de Colombia.
¿Por qué ha crecido la presencia de empresas chinas en Colombia?
Dos transformaciones han facilitado este fenómeno. En primer lugar, China ha cambiado sus patrones de gasto en América Latina. En particular, ha reducido el crédito a los países de la región. Esto va acompañado de un creciente apoyo a las empresas chinas y al desarrollo de iniciativas como la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI).
Esto se traduce en una creciente selectividad en cuanto al tipo de iniciativas a las que se dirigen los recursos. Cabe destacar que, como parte de la BRI, la Ruta Marítima de la Seda ha incorporado recientemente a América Latina. La participación en esta iniciativa requiere la firma de un Memorando de Entendimiento (MOU) de cooperación con China. Hasta la fecha, se han adherido 19 países de la región. Sin embargo, Argentina, Brasil, Colombia y México no lo han hecho.
La consolidación de un nuevo nicho para la inversión china a través de las APP ha permitido que las empresas financien, construyan y gestionen grandes proyectos de infraestructura junto con el gobierno, y posteriormente, a través de una concesión, se hagan cargo de la operación y el mantenimiento de los servicios que ofrece. Las empresas chinas asumen inicialmente los riesgos asociados al diseño, la construcción y los posibles retrasos en la ejecución. Tradicionalmente, este mecanismo se ha visto como una inversión segura que garantiza una fuente de ingresos estable, ya que las concesiones se otorgan tradicionalmente por un mínimo de 20 años.
El ejemplo actual más emblemático de una APP en la que participa una empresa china es la construcción de la primera línea del metro de Bogotá, que llevará a cabo un consorcio formado por China Harbour Engineering Company Limited (CHEC, filial de China Construction Communications Company) y Xi'An Metro Company Limited. Este proyecto, de un valor aproximado de 12.000 millones de dólares, es una de las mayores iniciativas de infraestructuras del país.
Desde el anuncio de la adjudicación, CHEC ha estado en el ojo del huracán y ha sido señalada en los medios de comunicación por escándalos de corrupción e irregularidades en los países donde ha operado. Entre ellos, Malasia, Filipinas y Sri Lanka. Sin embargo, CHEC está presente en Colombia desde hace varios años. En 2015, la Agencia Nacional de Infraestructura (ANI) le adjudicó el proyecto de autopistas de cuarta generación (4G) Mar 2 hasta 2040. Esta iniciativa incluye la carretera de 254 kilómetros que conecta Cañasgordas-Uramita-Dabeiba-Mutatá, El Tigre y Necoclí en el departamento nororiental de Antioquia.
En Colombia, como en muchos otros países en desarrollo, los déficits fiscales y la mala gestión de los recursos públicos reducen la capacidad del Estado para invertir en áreas clave, como la mejora de las infraestructuras y la inversión social, lo que se ha vuelto más urgente en el contexto de la pandemia. Sin embargo, el deterioro de las finanzas públicas colombianas no es un fenómeno nuevo. Así lo demuestran varias reformas tributarias realizadas en 2014, 2016, 2018, así como la que el gobierno intentó este año. Aunque esta fue retirada a raíz de las protestas, será modificada y presentada nuevamente al congreso en los próximos meses. En escenarios similares, las APP se han visto como herramientas valiosas para financiar grandes proyectos.
Sin embargo, en el actual contexto nacional, hay dos factores que podrían afectar a una mayor proliferación de las APP. En primer lugar, la devaluación del peso frente al dólar aumenta el coste de los proyectos. En segundo lugar, el Estado colombiano tiene una capacidad limitada para cubrir los gastos adicionales. Esto se debe al aumento de los costes de endeudamiento y al limitado acceso a los mercados financieros como consecuencia del déficit fiscal que llevó a la rebaja de la calificación de inversión de Colombia por parte de agencias como Standard & Poor's (S&P), de BBB a BB+.
Antes de la crisis actual, se observaba una proliferación de APP con empresas chinas en actividades que se clasifican en tres categorías: Grandes proyectos de infraestructura; generación de energía limpia; y licitaciones para la venta de vehículos eléctricos.
Representaciones de los medios de comunicación colombianos
La pandemia del COVID-19 ha afectado la relación China-América Latina de manera importante. En América Latina, China ha puesto en marcha una fuerte estrategia que muchos han denominado diplomacia de las vacunas, destinada a facilitar el acceso a las vacunas de Sinovac Biotech Ltd. Es una parte clave de la respuesta a la pandemia. Sin embargo, hay una serie de preguntas sobre la presencia de China en Colombia que son especialmente pertinentes dada la crisis actual.
Para entender las perspectivas de futuro de la cooperación económica y financiera es necesario saber cómo se ha percibido la inversión china en Colombia. Los sectores de infraestructuras y energía son los más relevantes en este sentido. Las cifras de inversión y el tono positivo, negativo o neutro con el que los principales medios de comunicación impresos y virtuales han descrito los proyectos y empresas chinas en el país ofrecen un conjunto de evidencias.
He revisado 60 artículos publicados entre 2006 y 2021 que se refieren a nuevos proyectos (Greenfield) y a inversiones en proyectos existentes (Brownfield). En muchos casos, los flujos de inversión proceden de empresas chinas con filiales en otros países, lo que impide su inclusión en los datos. En consecuencia, las cifras de inversión podrían ser aún mayores.
Los datos revelan que el 67% de los artículos analizados presentan una visión favorable de los proyectos de infraestructuras y energías renovables, seguidos de un 18% de opiniones neutrales. Los artículos con una lectura negativa representan el 15%.
La imagen positiva de muchos de estos proyectos se explica por la alta consideración con que las revistas y periódicos tradicionales tratan el creciente interés de China por Colombia. En particular, tienden a promover una narrativa de creación de empleo y beneficios económicos que se espera que generen estos proyectos. En muchos casos, la información parece replicar los comunicados de prensa de las empresas o del gobierno.
Muchos artículos eran descriptivos y se limitaban a presentar información general sobre proyectos y empresas, sin emitir juicios de valor. Esto explica la importante proporción de percepciones neutras.
Las percepciones negativas son más diversas y se derivan de tres cuestiones principales: En primer lugar, el impacto de los proyectos en el medio ambiente y el incumplimiento de las normas medioambientales; en segundo lugar, las violaciones de los derechos humanos y de los derechos de las comunidades indígenas y campesinas.
Estos dos primeros se expresan sobre todo en columnas de opinión y en medios no tradicionales; por último, la dinámica geopolítica del avance de China y las implicaciones para la relación de Colombia con Estados Unidos. Este conjunto de artículos también incluye la preocupación por la participación de estas empresas en actividades estratégicas que podrían afectar la soberanía del Estado. Pocos artículos abordan la relevancia de la BRI para Colombia.
El sector con la opinión más favorable, por encima del 90%, es el de las energías limpias. Le siguen las empresas del sector extractivo y las de infraestructuras. En el caso de las empresas extractivas, esto se explica en gran medida por el hecho de que fueron las primeras en llegar al país y recibieron una importante atención y fueron vistas con expectativas positivas.
Trina Solar ganó una subasta en 2019 para la ejecución de todos los proyectos de generación de energía limpia propuestos por el gobierno. Esta iniciativa de 45.000 millones de pesos (11,5 millones de dólares) es el primer contrato a largo plazo de esta naturaleza en el país y prevé la creación de 10 parques solares.
El primer parque, denominado Parque Solar Bosques de los Llanos 1, está situado en el municipio de Puerto Gaitán, Meta, y ya ha comenzado a funcionar. Este es el primero de varios parques que se establecerán en los llanos orientales. La empresa también llevará a cabo proyectos en Córdoba, Tolima y Valle del Cauca.
Hay una convergencia de intereses en esta categoría. Por su parte, China ha expresado su creciente compromiso con la lucha contra el cambio climático y el desarrollo de infraestructuras sostenibles. Mientras tanto, Colombia ha asumido varios compromisos en el marco del Acuerdo de París para reducir las emisiones. Esto ha animado a más empresas chinas a participar en proyectos de energías renovables en el país y en iniciativas de transporte. Sobre esto último, es importante destacar que Colombia se ha comprometido a sustituir el 75% de los autobuses públicos de siete ciudades por vehículos de cero emisiones para 2040.
En este contexto, y en cuanto a empresas chinas concretas, BYD ha sido presentada positivamente en los medios de comunicación nacionales. La empresa está presente en el país desde 2012 y ha ganado varias licitaciones para suministrar e-buses a las ciudades de Bogotá, Medellín y Cali. Se espera que unos 1.472 autobuses estén en circulación en 2022. Esto dotaría al sistema de transporte rápido en autobús Transmilenio de Bogotá de la mayor flota de autobuses eléctricos de América Latina. La empresa también fue seleccionada para suministrar a la capital la primera flota de taxis 100% eléctricos de América Latina
En el sector de las infraestructuras, la Corporación de Construcción de Ingeniería Civil de China (CCEC), filial del gigante estatal China Railway Construction Company (CRCC), se describe positivamente en los principales medios de comunicación. En 2020, CRCC se adjudicó la concesión para la construcción, explotación y mantenimiento del proyecto RegioTram occidental. Será el primer tren de cercanías eléctrico de Colombia y se espera que beneficie a los habitantes de Bogotá y sus alrededores. Este proyecto de 3.400 millones de pesos (870 millones de dólares) se estableció con la gobernación del departamento de Cundinamarca y se espera que entre en funcionamiento en 2023.
En contraste, la empresa de infraestructura que se destaca por su cobertura negativa por parte de los medios colombianos es Power Construction Corporation of China (PowerChina), matriz de reconocidas filiales con presencia en el país, como Hydrochina, Sinohydro, Sepco y HypeC. En particular, las críticas se dirigen a la APP y a la formulación y ejecución del Plan de Desarrollo del Río Magdalena, que busca mejorar la navegabilidad de la vía.
La limitada capacidad de endeudamiento del país con la banca multilateral tradicional podría abrir la posibilidad de negociar créditos con China
PowerChina, el Estado colombiano y la Gobernación del departamento del Atlántico desarrollaron esta iniciativa de aproximadamente 2.500 millones de pesos (647 millones de dólares). Sin embargo, se ha expresado preocupación por la falta de participación de las comunidades aledañas en la formulación del plan, los posibles efectos sobre el entorno natural del río y los pescadores.
Los proyectos relacionados con las energías extractivas, como el petróleo y el gas, representados por empresas como China Petroleum Company, Sinochem y Sinopec, entre otras, también recibieron importantes críticas por su gestión de las cuestiones medioambientales y sociales.
Conclusiones
La expansión de China en América Latina es un hecho y en los próximos años se verán nuevas y cada vez más diversas iniciativas de comercio, inversión y cooperación. Sin embargo, este análisis revela que la creciente participación de las empresas chinas en el país es vista con optimismo en cuanto al potencial económico positivo, pero también existen importantes preocupaciones sobre su impacto en las comunidades, el medio ambiente y la dinámica geopolítica de la región. Estas preocupaciones podrían extenderse a otros sectores que han ido creciendo en importancia, como las telecomunicaciones y la energía limpia.
Para anticiparse a esto y seguir contribuyendo a un entorno de inversión favorable para las empresas chinas en Colombia, las empresas deben integrar en sus operaciones el respeto al medio ambiente, las consideraciones de las comunidades y, como ha ocurrido en algunos casos, fuertes políticas de responsabilidad social.
Finalmente, las APP son una herramienta muy relevante para avanzar en la construcción de proyectos de infraestructura y energía, la generación de empleo y la recuperación económica de Colombia. Esta recuperación es esencial para hacer frente a la actual situación fiscal del país, a la pandemia del COVID-19 y a las crecientes demandas sociales de aumento del gasto social. La limitada capacidad de endeudamiento del país con los bancos multilaterales tradicionales podría abrir la posibilidad de negociar créditos con China para garantizar mejor el éxito de estas APP. Esto aumentaría no sólo la presencia de empresas chinas, sino también la ya creciente influencia de China en Colombia.