China ha emergido como fuente de capital para América Latina, expandiendo la inversión con rapidez desde los recursos naturales hacia otros sectores
DING DING Y RUI C. MANO
Los vínculos económicos entre China y América Latina han crecido de forma pronunciada en los últimos 20 años. Por el lado del comercio, China se ha convertido en un socio principal de la región, con cada vez mayores importaciones de materias primas y exportaciones de productos manufacturados.
Por el lado de la inversión, China ha emergido como fuente de capital para América Latina; la inversión china se está expandiendo con rapidez desde los recursos naturales hacia otros sectores.
Sin embargo, los factores impulsores del crecimiento económico de China están cambiando, desde el crecimiento impulsado por la inversión al impulsado por el consumo, desde sectores de baja tecnología a sectores de alta tecnología, y desde las manufacturas a los servicios.
¿Cómo afectará este «reequilibramiento» de China a la región? Analizamos el impacto sobre el comercio y la inversión.
Impacto variado sobre el comercio
En general, prevemos que el reequilibramiento de China sea positivo para la región, aunque el impacto será distinto para los países exportadores de materias primas y los países exportadores de otros productos.
La demanda de materiales de China, menos dependiente de las inversiones estatales en infraestructuras de lo que era hace una década, se ha estabilizado. El crecimiento anual de las exportaciones de materiales desde América Latina a China se encuentra en su punto más bajo (aunque todavía positivo).
Una vez que la economía china se reequilibre, prevemos que el nivel general del PIB sufra una caída mediana permanente del 0,1 por ciento en los países exportadores de materias primas. Los países que exportan petróleo o minerales, como los metales, saldrán peor parados. Por ejemplo, en Bolivia, Suriname y Venezuela, el PIB podría caer más de 1 punto porcentual como resultado del impacto sobre el sector extractivo.
Por el otro lado, los países exportadores de otros productos podrían salir beneficiados. El movimiento de China hacia las manufacturas de alta tecnología abre la puerta a que México, Argentina, Uruguay y los países de América Central —que actualmente tienen cierta ventaja comparativa en sectores de producción de bienes como los electrónicos, químicos y textiles— llenen el hueco dejado por la retirada de China de los mercados de productos. Las exportaciones de servicios a China, en particular, el turismo, el transporte y las comunicaciones, suponen oportunidades adicionales.
Los competidores de otras regiones también rivalizan por las mismas oportunidades que ofrece el reequilibramiento de China. Estos competidores son los mercados emergentes, como Turquía, Malasia, Vietnam o Polonia, cuyas exportaciones se solapan cada vez más con las de los países latinoamericanos. La fuerza motriz en alza más notable es India, que podría convertirse en un importante competidor para la región; es ya el segundo competidor de Brasil y Colombia, y el tercero de Chile y Perú.
Inversiones crecientes
Las inversiones chinas en América Latina han aumentado de forma sustancial, desde el 12 por ciento en 2014 como porcentaje de la posición de inversión extranjera total de China, hasta más del 21 por ciento solo tres años después. A medida que las inversiones chinas han aumentado, su composición ha cambiado, desde los combustibles fósiles, los metales y la agricultura hacia las manufacturas y los servicios, tales como los suministros básicos, el transporte, los servicios financieros y las telecomunicaciones.
¿Qué impulsa este cambio? Debido al reequilibramiento de China y a que sus inversiones nacionales empiezan a llegar a su punto máximo, las empresas chinas se están expandiendo en el exterior, sobre todo en sectores en los que se ha acumulado exceso de capacidad nacional tras años de sobreinversión. Estos suelen ser los sectores en los que las empresas chinas son más competitivas en los mercados mundiales.
Pensemos, por ejemplo, en el sector de la electricidad. El gobierno chino invirtió con fuerza en la producción eléctrica en 2008. A mediados de 2010, sin embargo, el mercado estaba saturado, y las grandes empresas de electricidad del país tuvieron que buscar en el exterior oportunidades de inversión.
Al mismo tiempo, los países de América Latina tenían dificultades para satisfacer la creciente demanda de energía, y la inversión china contribuyó a corregir ese déficit.
La producción y distribución de electricidad se convirtió en un objetivo importante de la inversión de China. Según las últimas estimaciones de RED ALC-China (la Red de América Latina y el Caribe sobre China), desde 2000, tres importantes empresas de electricidad de China han invertido en 18 proyectos en la región, que en total suman USD 34.000 millones.
Sacar el máximo provecho de las oportunidades
La pandemia expuso las vulnerabilidades de las cadenas de suministro mundiales, pero no diversificadas. Las empresas (incluidas las de China) pueden plantearse formas de crear cadenas de suministro resilientes y más flexibles, inclusive mediante la repatriación de la producción a casa o a algún lugar más cercano.
Esta regionalización puede beneficiar a los países que son menos dependientes de la inversión extranjera, así como a los que estén mejor posicionados para llenar el hueco dejado por China en el comercio internacional.
El COVID-19 también podría dar lugar a una reasignación de recursos hacia nuevos sectores de crecimiento, sentando las bases para que los países latinoamericanos sean más competitivos en mercados nuevos.
Para aprovechar los beneficios de la integración del comercio mundial y de la inversión extranjera directa, los países latinoamericanos deben centrarse en eliminar obstáculos al crecimiento. Es fundamental contar con un entorno macroeconómico estable, perspectivas de crecimiento favorables y marcos institucionales sólidos.
Para fortalecer la competitividad de la región en las cadenas de valor mundiales, los países deben invertir en infraestructuras, mejorar la gobernanza, aumentar la integración regional (entre otras cosas, mediante la disminución de las barreras comerciales) y producir productos de mayor calidad.
Los países que son más dinámicos están en posición de aprovechar los beneficios y se abrirán camino entre los retos que presenta el reequilibramiento de China.