Advirtieron públicamente las actividades encubiertas y clandestinas del régimen de Beijing que amenazan sus intereses nacionales
Años después de que Estados Unidos comenzara a elevar sus advertencias contra el régimen de China, las agencias de Inteligencia de Holanda, Finlandia y Canadá se hicieron eco durante los últimos días de la postura de Washington contra las maniobras de Beijing y también expresaron su profunda preocupación por el espionaje y la influencia política del Partido Comunista Chino en las democracias del mundo.
Por un lado, el Servicio General de Inteligencia y Seguridad holandés (AIVD) publicó un informe sobre las amenazas a los intereses de la seguridad nacional holandesa y fue contundente en sus críticas a China, afirmando que el ciberespionaje de Beijing supone una “amenaza inminente” para la economía del país europeo, especialmente en sectores como la banca, energía e infraestructura.
“China se centra principalmente en campañas de espionaje que tienen como objetivo la obtención de conocimientos y tecnología de alta calidad para su propio desarrollo económico y el desarrollo de las Fuerzas Armadas. De esto se deduce que los principales sectores holandeses, la industria de defensa holandesa y las instituciones científicas y de conocimiento corren un alto riesgo de espionaje (digital) chino”, señaló el reporte de la entidad.
En Finlandia, el director del Servicio de Seguridad e Inteligencia nacional, Antti Pelttari, declaró que “los países autoritarios están tratando de hacerse con las infraestructuras críticas de Finlandia”. El funcionario hacía referencia a China y Rusia.
Pelttari dijo a su vez que cree que no se debería permitir a la compañía china Huawei construir las redes 5G de Finlandia. Huawei se encontró en el punto de mira del gobierno de Donald Trump, que la acusó de espionaje en beneficio de Pekín. Por ello, en 2019, Estados Unidos incluyó a la compañía en una lista negra para evitar que adquiriera tecnología estadounidense, esencial para sus productos. La administración Trump denunció que los servicios de inteligencia chinos podrían utilizar los equipos de Huawei para vigilar las comunicaciones y el tráfico de datos de un país.
En cuanto a Canadá, David Vigneault, director del Servicio de Inteligencia de Seguridad, dijo que China está “persiguiendo una estrategia de ventaja geopolítica en todos los frentes -económico, tecnológico, político y militar- y utilizando todos los elementos del poder del Estado para llevar a cabo actividades que son una amenaza directa para nuestra seguridad y soberanía nacional”.
“Estas actividades... cruzan la línea al intentar socavar nuestros procesos democráticos o amenazar a nuestros ciudadanos de forma encubierta y clandestina”, dijo Vigneault.
Por otro lado, Canadá lanzó el lunes una declaración firmada por unos 60 países que denuncia las detenciones arbitrarias de extranjeros como medio de presión diplomática, una práctica “inmoral” utilizada en particular por China contra los canadienses, según Ottawa.
“El uso de ciudadanos extranjeros como moneda de cambio para ejercer influencia sobre otro Estado es ilegal. Es inmoral y debe cesar”, dijo el canciller canadiense Marc Garneau al divulgar el documento.
Ministros de Relaciones Exteriores de 58 países, además de la Unión Europea, firmaron esta “Declaración contra la detención arbitraria en las relaciones entre Estados” en una ceremonia virtual en Ottawa.
Las relaciones Canadá-China atraviesan una crisis sin precedentes desde la detención a fines de 2018 del ex diplomático canadiense Michael Kovrig y su compatriota Michael Spavor, pocos días después de que la ejecutiva del gigante chino Huawei, Meng Wanzhou, fuera arrestada en el aeropuerto de Vancouver. Meng fue detenida por pedido de Estados Unidos, que quiere juzgarla por fraude bancario. China acusa a los dos canadienses de espionaje.
Una investigación de la agencia de noticias AP y el Laboratorio de Investigación Digital Forense (DRFLab, en inglés) desentrañó cómo una campaña lanzada por el régimen de Xi Jinping logró propagarse a millones de personas para tratar de desviar la atención y contrarrestar los datos concretos que llegaban desde la propia China sobre el origen y el alcance potencialmente masivo y mortal de la pandemia del COVID-19.
El análisis, basado en una revisión de millones de publicaciones y artículos en redes sociales en Twitter, Facebook, VK, Weibo, WeChat, YouTube, Telegram y otras plataformas, sitúa la noche del 12 de marzo de 2020, con una lluvia de mensajes de Zhao Lijian, vocero del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, como “el primer experimento digital verdaderamente global del Partido (comunista chino) con desinformación abierta”.
Un durísimo editorial de The Washington Post fue publicado para referirse a la situación vivida en China como “un genocidio” y pidió a las democracias occidentales y desarrolladas que actúen en consecuencia.
Bajo el título ¿Pueden las democracias del mundo participar realmente en los Juegos Olímpicos de Beijing mientras se está produciendo un genocidio?, la junta del prestigioso periódico de la capital de los Estados Unidos solicitó un boicot a ese evento deportivo para no ser cómplices del ataque sistemático a minorías y la violación de derechos humanos en varias regiones del extenso país asiático.
En referencia a los Juegos Olímpicos de Invierno que tendrán lugar en 2022, la Dirección Editorial del diario señaló que no tenía mucha lógica ser partícipes de una competencia organizada por un estado que está acusado de encarcelar y torturar a minorías étnicas musulmanas, entre otras prácticas repudiables.
“La historia aconseja tener precaución al boicotear o politizar los Juegos, cuando se puede evitar, para no dejar a los atletas varados después de años de arduo trabajo. Sin embargo, la historia, incluidos los notorios Juegos de Verano de 1936 en la Alemania de Hitler, también enseña el peligro del uso de los negocios deportivos como costumbre de los regímenes totalitarios”, indicó la columna de opinión.