Controles y presiones a un lado y otro de Oriente y Occidente. Cuando Canadá decidió incrementar los aranceles a productos chinos, el gigante asiático respondió con la investigación a productos químicos y canola y llevará a Canadá ante la Organización Mundial del Comercio.
Canadá reveló que impondrá un arancel del 100% a la importación de automóviles eléctricos provenientes de China y uno del 25% al acero y aluminio, para contrarrestar las políticas industriales del país asiático que van en detrimento de sus competidores occidentales. Esta medida, que entrará en vigor el 1 de octubre, iguala los aranceles establecidos por Estados Unidos.
Luego de que Canadá anunciara la imposición de aranceles China informó que llevará a Canadá ante la Organización Mundial del Comercio para impugnar la decisión y calificó los impuestos como “proteccionismo comercial” que distorsiona las cadenas de suministro globales e instó a Canadá a retirar las medidas.
Entre otras medidas de respuesta, Beijing inció una investigación antidumping sobre las importaciones de colza de Canadá, y confirmó que tomará todas las medidas necesarias para salvaguardar los derechos e intereses legítimos de las empresas chinas.
Datos oficiales muestran que en 2023, China vendió 9,495 millones de vehículos de nueva energía (NEV), representando más del 60 por ciento de las ventas mundiales de NEV. El rápido crecimiento de la industria de vehículos eléctricos de China la ha convertido en un objetivo clave para los esfuerzos de contención de EE. UU.
El primer ministro canadiense, Justin Trudeau, justificó esta acción argumentando que China otorga subsidios a sus empresas, creando una ventaja desleal en el mercado global y amenazando la seguridad de sectores industriales críticos en Canadá. “Estamos transformando el sector automotriz canadiense para convertirlo en un líder mundial en vehículos del futuro. Sin embargo, algunos países, como China, han optado por crear una ventaja injusta”, declaró Trudeau durante una conferencia de prensa.
Y agregó que la introducción de los aranceles respondía a una “alineación en paralelo con otras economías de todo el mundo" que se han volcado contra el gigante asiático argumentando que está llenando el mercado global con productos excesivamente baratos, y al final, cayendo en una “competencia desleal”.
Estimaciones de la Agencia Internacional de Energía en 2023, la cuota de mercado global de los VE fabricados en EE.UU., como resultado de sus esfuerzos por remodelar las cadenas de suministro, se proyecta que alcance el 16.29 por ciento en 2025 y el 21.03 por ciento en 2030, aumentando desde los niveles de 2022 en un 6.58 por ciento y 11.32 por ciento, respectivamente. Mientras tanto, se espera que la cuota de mercado de China disminuya en un 10.52 por ciento y 18.27 por ciento en los mismos periodos.
Según información de China Global Television Network (CGTN), en términos de volumen comercial absoluto, los altos aranceles de Canadá a China son más una molestia que un golpe real. Canadá no es un mercado importante para los VE chinos. Según la Administración General de Aduanas de China, en 2023, las exportaciones de VE de China valieron alrededor de 41.812 millones de dólares, con menos del 4 por ciento de esa cifra dirigida a Canadá.
Pero subir el arancel de importación a autos eléctricos de China es ir contra su política ambiental. Canadá se comprometió a tener el 60% de su plaza de automóviles eléctricos para 2030 y el 100% para 2035. Sin embargo, según estadísticas canadienses, hasta 2023, solo el 11 por ciento de los vehículos registrados recientemente en Canadá eran de cero emisiones. Esto significa que la demanda tiene que aumentar significativamente en el mercado de VE de Canadá para que el país pueda cumplir con sus objetivos de emisiones.
Con los fabricantes nacionales incapaces de cubrir el déficit, imponer un arancel del 100 por ciento a los vehículos eléctricos chinos asequibles y de alta calidad solo encarecerá el costo para los consumidores canadienses. Para mantener el interés de los compradores, es probable que el gobierno tenga que otorgar grandes subsidios. Al final, los costos del arancel no afectarán realmente a los exportadores chinos, ni recaerán por completo en los consumidores canadienses; en su lugar, será el gobierno canadiense el que pagará la factura.