La petrolera estatal brasileña firmó acuerdos sobre energías limpias y prospección petrolífera con empresas chinas. ¿Qué significa esto para la transición energética del país?
PAULA BIANCHI
En la cumbre climática COP28, que comienza la próxima semana en los Emiratos Árabes Unidos, Brasil presentará al mundo una contradicción: mientras promete acelerar su transición energética, el país sigue invirtiendo masivamente en petróleo.
Uno de los principales impulsores en este ámbito es Petrobras. En abril, la petrolera estatal creó un nuevo directorio para supervisar su trabajo en la transición energética y las energías renovables. Mientras tanto, en un comunicado sobre su estrategia 2024-2028, que se publicó este viernes, la empresa afirma que invertirá 11.500 millones de reales (US$ 2.350 millones) en proyectos con bajas emisiones de carbono, sin renunciar repentinamente a la producción de petróleo.
Petrobras también está presionando para obtener permiso para perforar en la cuenca de Foz do Amazonas, un proyecto que aún está a la espera de una licencia medioambiental y que ha resultado polémico debido a sus posibles amenazas para una zona sensible y biodiversa de la Amazonía. La empresa también tiene la vista puesta en la expansión internacional: ya anunció su intención de abrir una filial en China en 2024, con el objetivo de facilitar el comercio y las asociaciones entre los dos países.
Hay mucha especulación sobre los próximos pasos de Petrobras, ya que su plan estratégico 2023-2027 –lanzado durante el gobierno del ex presidente Jair Bolsonaro- profundizó el compromiso de la empresa con los combustibles fósiles y enterró los proyectos de energía renovable, según André Luis Ferreira, director ejecutivo del Instituto de Energía y Medio Ambiente (IEMA) y profesor de gestión ambiental de la Universidad de São Paulo. Con el plan anterior, Petrobras preveía destinar menos del 1% de sus inversiones totales a energías limpias.
“Con el nuevo gobierno [del presidente Lula], hemos visto que se habla sobre que [Petrobras] va a volver a invertir en renovables”, dice Ferreira. “Tenemos que prestar atención a este movimiento y al nuevo plan, a cómo será el discurso y la práctica”.
Diversos estudios y organizaciones han subrayado la necesidad de que los países reduzcan drásticamente, y finalmente eliminen, los combustibles fósiles. Un estudio publicado en Nature, por ejemplo, estima que la producción de petróleo y gas debería reducirse un 3% al año en todo el mundo de aquí a 2050 para limitar el calentamiento global a 1,5°C a finales de siglo, un objetivo aceptado por los firmantes del Acuerdo de París, entre ellos Brasil, para evitar los peores efectos del cambio climático.
En contra de esa trayectoria, el crecimiento de la producción de petróleo de Brasil superó las expectativas en octubre, con el país estableciendo nuevos récords de producción, según el último informe de la Agencia Internacional de la Energía.
PETROBRAS ENCUENTRA SOCIOS EN CHINA
La propuesta de crear una filial en Asia acercará a Petrobras a su mayor cliente internacional: China. El país es el principal destino de las ventas de Petrobras al exterior, y representó el 40% de sus exportaciones de petróleo en el tercer trimestre de este año.
El presidente ejecutivo de la petrolera, Jean Paul Prates, describió a China como “un socio decisivo en la estrategia de Petrobras para recuperar su presencia global”, después de que la compañía viera caer sus exportaciones netas en 2022 un 28% respecto al año anterior.
Petrobras aún se está recuperando de la caída sufrida en 2021, cuando vio cómo su valor de mercado se desplomaba en más de 100.000 millones de reales (US$ 19.000 millones) en sólo dos días, en medio de conflictos políticas en la empresa estatal.
La filial propuesta es también un intento de estrechar lazos con China, según Prates, tras cuatro años llenos de fricciones durante el gobierno de Bolsonaro. “Es importante para ellos. Es una señal interesante, diciendo que de la misma forma que tenemos una Petrobras América, tendremos una Petrobras China, porque ambos países son igualmente importantes para nosotros”, dijo a Reuters en agosto, durante una visita a China.
Durante la visita de Prates se firmaron acuerdos con las empresas estatales CNOOC y Sinopec para colaborar en el sector energético, concretamente en la prospección de petróleo. Este tipo de asociaciones le ofrecen a China -el segundo país que más petróleo consume del mundo, sólo por detrás de Estados Unidos- la oportunidad de asegurarse reservas.
Pero a pesar de figurar entre los principales consumidores de petróleo y emisores de gases de efecto invernadero, China también ha invertido mucho en energías renovables. Según analistas, estrechar los lazos con las empresas del país asiático brindaría a Petrobras la oportunidad de adquirir experiencia en energías renovables.
“El petróleo puede ser un incentivo para la inversión en asociaciones… en tecnologías que hoy no están tan maduras, como el hidrógeno verde, en el que China está más avanzada”, afirma el economista Luciano Losekann, coordinador del grupo de energía y regulación de la Universidad Federal Fluminense.
Durante su viaje a China, Prates también firmó varios memorandos de entendimiento con el Banco de Desarrollo de China y el Banco de China, para avanzar en la cooperación en negocios con bajas emisiones de carbono y finanzas verdes, entre otras iniciativas, sin detallar qué acciones concretas implicarían. También indicó su intención de que Petrobras invierta en hidrógeno verde, baterías de litio y energía eólica marina, sectores en los que China ya tiene una presencia destacada.
China podría ser un gran aliado en estos aspectos, afirma Losekann. Los datos del China Global Investment Tracker muestran que las inversiones directas de empresas chinas en energías renovables en el extranjero (excluida la energía hidroeléctrica) se han multiplicado por seis, pasando de US$ 140 millones en 2018 a US$ 800 millones en 2022.
La noción de que Petrobras tiene la responsabilidad de financiar la transición energética de Brasil ya ha aparecido en los discursos tanto del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, que ha pedido a la empresa que invierta en la investigación de combustibles renovables, como de Helder Barbalho, gobernador del estado de Pará, probable anfitrión de la cumbre climática COP30 en 2025. En vísperas de su partida para la COP28 en Dubái, Barbalho declaró al diario Valor Econômico que estaba en conversaciones con el presidente de Petrobras sobre los planes de la petrolera para destinar recursos a la bioeconomía y la protección de la Amazonía.
Sin embargo, en octubre, el gobernador se declaró también partidario de realizar prospecciones petrolíferas en el Margen Ecuatorial, región marítima que abarca el norte de Brasil, incluyendo Pará y la cuenca de Foz do Amazonas, en el encuentro del río Amazonas y el océano Atlántico.
“La cuestión es si Brasil debe mantener su apetito, abriendo nuevas fronteras de exploración, o planificar una transformación gradual de esta industria”, dice Losekann. “El momento de hacer que el petróleo financie la transición a cero emisiones es ahora, no en un futuro indefinido”.
BRASIL SEGUIRÁ INVIRTIENDO EN PETRÓLEO
Los movimientos no tan verdes de Petrobras están en línea con los planes del gobierno de Lula de destinar aún más recursos al sector del petróleo y el gas que su predecesor Jair Bolsonaro, a pesar de haber puesto el medioambiente en el centro de su campaña electoral.
El nuevo plan plurianual de la compañía -que define los objetivos estratégicos durante el actual mandato gubernamental, y que se está debatiendo actualmente en el Congreso de Brasil- prevé gastar 479.000 millones de reales (US$ 97.000 millones) en el sector en cuatro años, frente a los 364.000 millones de reales (US$ 74.000 millones) del gobierno anterior en el mismo periodo.
El plan tampoco tenía precedentes en la inclusión de un programa de transición energética, con 937 millones de reales (US$ 191 millones) asignados a este tipo de iniciativas, lo que representa sólo el 0,2% de los recursos destinados al sector petrolero, según destaca un análisis del Instituto de Estudios Socioeconómicos (INESC).
“Aunque se trata de una agenda que sitúa a Brasil como un actor estratégico en la escena mundial, cuando miramos el presupuesto público propuesto por el gobierno para el próximo año, las políticas para la transición energética simplemente desaparecen”, afirma el informe, presentado en septiembre.
Brasil también tiene la intención de seguir invirtiendo en la prospección de petróleo en la capa presalina, en las aguas profundas de la costa brasileña, y Petrobras tiene previsto instalar 11 nuevas plataformas de aquí a 2027.
Otro proyecto ya en marcha es la construcción de una plataforma de 45.000 millones de reales (US$ 9.000 millones) en el presal de la cuenca de Campos, frente a la costa sudoriental de Brasil, cuya inauguración está prevista para 2028. El consorcio del proyecto incluye a Petrobras, la noruega Equinor y la empresa hispano-china Repsol Sinopec.
Para el economista Losekann, explotar el presal en esta década, que describe como uno de los principales intereses de China en Brasil, “es inevitable”.
Brasil tendría mucho que ofrecer en términos de investigación y desarrollo en una asociación con China, según Rejane Rocha, investigadora del Centro China-Brasil de Tecnologías Innovadoras, Cambio Climático y Energía de la Universidad Federal de Río de Janeiro. “Brasil es uno de los países que más tecnología transfiere [a sus socios], y tiene experiencia en la exploración de aguas profundas, que es de gran interés para los chinos”, afirma.
Petrobras fue consultada para hacer comentarios, pero dijo a través de su oficina de prensa que no hablaría sobre cuestiones relacionadas con las negociaciones en curso con entidades chinas, ni sobre su papel en los planes nacionales de transición energética.
Mientras tanto, Petrobras presentará en la COP28, junto con otras petroleras estatales, sus objetivos para descarbonizar el sector.
Pero, ¿incluirán estos objetivos la compensación por su desmesurada contribución al cambio climático? Un nuevo estudio del instituto de políticas Climate Analytics ha calculado los daños causados por las emisiones de gases de efecto invernadero y los beneficios de 25 empresas petroleras entre 1985 y 2018, entre ellas Petrobras.
Según sus autores, la empresa estatal -que aparece en el puesto 17 de una lista encabezada por Saudi Aramco- podría haber sido responsable de US$ 500.000 millones en pérdidas y daños climáticos. En el mismo periodo, acumuló unos US$ 700.000 millones en beneficios.
La COP28, a la que Brasil enviará unos 2.400 delegados, pondrá probablemente en el punto de mira las tensiones entre las prioridades nacionales, la protección del clima y la ejecuión de las prospecciones petrolíferas.
Para Ferreira, del IEMA, Brasil está intentando hilar fino. “Me parece que Petrobras no está apostando sólo por los combustibles fósiles. Está apostando por ambos”, afirma. “La industria petrolera va a tener que entrar en las renovables, y [Petrobras] ya lo está haciendo. No habrá transición energética si el dinero del petróleo tampoco migra a las renovables. La cuestión es a qué velocidad”.