DANIEL CARVALHO Y MARIANA DURAO
Brasil está pidiendo a las naciones ricas que paguen por la transición del mundo hacia la energía sostenible, ya que estos países necesitan compromisos más audaces para compensar su dependencia de fuentes de energía contaminantes.
Los países en desarrollo “no pueden financiar una transición energética al estilo de Europa y Estados Unidos” y necesitan asistencia del mundo desarrollado, dijo el ministro de Minas y Energía de Brasil, Alexandre Silveira, en una entrevista en Nueva York. Las naciones industrializadas deberían asumir desafíos mayores ya que “obtienen su energía de fuentes mucho menos limpias que las del Sur Global”.
Es probable que el presidente Luiz Inácio Lula da Silva vuelva a mencionar la petición de que los países ricos inviertan más para ayudar al mundo a abandonar los combustibles fósiles, cuando se dirija a otros líderes mundiales en la reunión de la Asamblea General de la ONU la próxima semana.
Desde que regresó al poder en enero, el izquierdista de 77 años ha estado pidiendo más apoyo internacional para ayudar a salvar la selva amazónica y crear soluciones de financiación climática.
El gobierno de Brasil ha sido un firme defensor de que las naciones desarrolladas cumplan con sus promesas de financiamiento climático, que no alcanzan los billones de dólares necesarios para evitar que las temperaturas globales aumenten más de 1,5 grados Celsius (2,7 grados Fahrenheit).
Las naciones en desarrollo del hemisferio sur alimentarán al mundo desarrollado con energía limpia, lo que aprovechará la posición de estos países en el comercio mundial, según Silveira. El ministro espera que Brasil atraiga US$ 400.000 millones de dólares en inversiones durante la próxima década para la producción de biocombustibles, incluido el combustible de aviación sostenible y el diésel verde. Silveira ve la producción de biocombustibles en Brasil como su “liberación del cartel de la OPEP”.
Brasil puede "exigir respeto de los países industrializados" que dependerán cada vez más de la economía más grande de América Latina para los biocombustibles y el hidrógeno verde, dijo.
“Está claro para todos que el hidrógeno verde, como fuente de energía descarbonizada en las naciones desarrolladas, provendrá de países del Sur Global. Brasil sale adelante en esta agenda”, agregó.
Silveira quiere que los gigantes brasileños de las materias primas, Petrobras y Vale, encabecen la transición energética a nivel nacional, incluso con la producción y el uso de hidrógeno verde.
Si bien el gobierno brasileño ha impulsado la agenda climática a nivel mundial, también busca aumentar la producción de petróleo a nivel nacional. La estatal Petrobras seguirá aumentando la producción de combustibles fósiles durante las próximas décadas. Se prevé que la producción del país alcance un récord este año y seguirá creciendo hasta 2030.
Petrobras también busca abrir nuevas cuencas en otras partes de Brasil, incluido el llamado Margen Ecuatorial, una región marina ecológicamente sensible en el extremo norte del país. La presión para inspeccionar el área ha provocado protestas de activistas ambientales y tensiones entre los aliados de Lula.
Silveira rechazó las críticas de que el enfoque era contradictorio, argumentando que Brasil necesita encontrar formas de financiar la transición energética. El gobierno reconoce que la transición “necesita exposición, potencial de desarrollo y financiamiento”.