ANAHÍ ABELEDO

Los flujos de IED climática -la inversión alineada con los objetivos climáticos- actualmente se mantienen por debajo de su potencial en muchas economías en desarrollo. Mientras se necesitan US$ 4,6 billones por año para una transformación global hacia una economía baja en carbono, los países en desarrollo requieren alrededor de US$ 5,8 / 5,9 billones para implementar sus compromisos climáticos con miras al 2030. Desde los organismos internacionales se aboga por un Pacto para la inversión en energías sostenibles.

A ese déficit se suman los impactantes eventos climáticos extremos que se registran de modo creciente y que requieren fondos para la adaptación. La IED climática también puede ayudar a construir infraestructura resistente al clima. 

En el primer trimestre de 2023, más de un tercio de la IED greenfield global se destinó a sectores relacionados con tecnologías limpias. El crecimiento de los vehículos eléctricos y las cadenas de suministro relacionadas significa que es probable que el 40 % de la IED global totalmente nueva esté relacionada con el clima en 2023, según el Foro Económico Mundial (WEF). Los datos de fDi Markets del Financial Times muestran que la energía renovable y los proyectos relacionados se convirtieron en la industria líder mundial en IED Greenfield en 2019.

Según la UNCTAD, los países en desarrollo recibieron US$544 mil millones en IED en energía renovable en 2022 , aún muy por debajo de los US$1,7 billones que necesitan por año en inversión en energía renovable. 

La revisión del régimen internacional de protección y arbitraje de inversiones a favor de mecanismos de gobernanza internacional orientados a facilitar inversiones sostenibles y alineadas con el clima será esencial para desbloquear los beneficios potenciales de la IED climática para los países en desarrollo.

"En los países desarrollados, los fuertes flujos de IED climática o verde han complementado grandes reservas de capital nacional para financiar la transición. Pero pocos países en desarrollo han obtenido una participación significativa. Cambiar esta división Norte-Sur es una tarea urgente . Las estrategias que promuevan flujos más fuertes de este tipo de capital hacia los mercados emergentes ayudarán a superarlo", dijo Rami Rafih, director gerente y socio, Boston Consulting Group (BCG).

Convocada por el WEF, Radhika Thakkar, Vicepresidenta de Asuntos Corporativos de Sun King, dijo que "Si bien los mercados emergentes y fronterizos albergan al 67% de la población mundial, atraen solo el 16% de la inversión en energía limpia en todo el mundo. Si estos mercados continúan siendo ignorados, el mundo tendrá dificultades para lograr un progreso suficiente en la reducción de las emisiones de CO2, a pesar de los impresionantes esfuerzos locales de acción climática".

CÓMO SE REPARTEN LAS INVERSIONES
El Informe sobre las Inversiones en el Mundo 2023 de la UNCTAD, muestra que gran parte del crecimiento de la inversión internacional en energías renovables, que casi se ha triplicado desde la adopción del Acuerdo de París en 2015, se ha concentrado en los países desarrollados.

Los países en desarrollo necesitan inversiones en energías renovables por valor de unos US$ 1,7 billones anuales, sin embargo atrajeron inversiones extranjeras directas en energías limpias por valor de sólo US$ 544.000 millones en 2022.

Las necesidades totales de financiación para la transición energética en los países en desarrollo son más cuantiosas e incluyen inversiones en redes eléctricas, líneas de transmisión, almacenamiento y eficiencia energética.

El déficit de inversión en todos los sectores de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) ha aumentado a más de US$ 4 billones anuales, frente a los US$ 2,5 billones de 2015.

Los mayores déficits se registran en las infraestructuras de energía, agua y transporte. El aumento es el resultado tanto de la falta de inversión como de las necesidades adicionales.

El creciente déficit de inversión en los ODS en los países en desarrollo contrasta con las tendencias positivas de la sostenibilidad en los mercados mundiales de capitales. El valor del mercado de financiación sostenible alcanzó los US$ 5,8 billones en 2022.

La inversión extranjera directa (IED) mundial disminuyó un 12% en 2022, hasta US$ 1,3 billones, después de un fuerte repunte en 2021 tras la fuerte caída inducida por la COVID-19 en 2020, según muestra el informe.

El descenso se debió principalmente al menor volumen de flujos y transacciones financieras en los países desarrollados. La desaceleración estuvo impulsada por crisis superpuestas: la guerra en Ucrania, los altos precios de los alimentos y la energía y las presiones de la deuda.

La caída de los flujos de IED se debió sobre todo a las transacciones financieras de las empresas multinacionales en las economías desarrolladas, donde la IED cayó un 37%, hasta US$ 378.000 millones.

 El entorno mundial para los negocios internacionales y la inversión transfronteriza sigue siendo difícil en 2023. Las tensiones geopolíticas siguen siendo elevadas. Las recientes turbulencias del sector financiero han aumentado la incertidumbre de los inversores.

La UNCTAD espera que la presión a la baja sobre la IED mundial continúe en 2023.

PACTO PARA LA INVERSIÓN EN ENERGÍA SOSTENIBLE
La UNCTAD propone un pacto que establece acciones prioritarias que van desde los mecanismos de financiación a las políticas de inversión para que los países en desarrollo puedan atraer inversiones para construir sistemas energéticos sostenibles.

En cuanto a la financiación, se aboga por reducir el riesgo de las inversiones en transición energética en los países en desarrollo mediante préstamos, garantías, instrumentos de seguro y participación en el capital tanto del sector público -a través de asociaciones público-privadas y financiación mixta- como de los bancos multilaterales de desarrollo.

Asimismo, las asociaciones entre inversores internacionales, el sector público y las instituciones financieras multilaterales pueden reducir significativamente el coste del capital para la inversión en energías limpias en los países en desarrollo.

La UNCTAD también hace hincapié en la necesidad de aliviar la deuda para ofrecer a los países en desarrollo un espacio fiscal que les permita realizar las inversiones necesarias para la transición hacia una energía limpia y ayudarles a atraer la inversión privada internacional rebajando las calificaciones de riesgo país.

El crecimiento de la inversión en energías renovables se ralentizó en 2022, al disminuir los acuerdos internacionales de financiación de proyectos.

Aunque la inversión internacional total en energías renovables casi se ha triplicado desde 2015, en los países en desarrollo, la tasa de crecimiento ha superado el crecimiento del PIB solo marginalmente.

Las empresas energéticas de entre las 100 multinacionales más importantes están desinvirtiendo en activos de combustibles fósiles a un ritmo de unos US$ 15.000 millones al año.

Pero lo más preocupante es que los compradores privados (que no cotizan en bolsa), entre los que se encuentran sobre todo fondos de capital privado, suelen tener objetivos de reducción de emisiones más bajos o inexistentes y unas normas de información climática menos estrictas.  Esto exige un nuevo modelo de negociación de acuerdos climáticos.

TENDENCIAS REGIONALES DE INVERSIÓN
Los flujos de IED hacia las economías desarrolladas disminuyeron y los países en desarrollo representaron dos tercios de la IED mundial en 2022, con un aumento significativo en América Latina y el Caribe. Las entradas de IED en los países menos desarrollados cayeron un 16%.

El aumento de la IED en los países en desarrollo se repartió de forma desigual. Gran parte del crecimiento se concentró en unas pocas grandes economías emergentes.

La IED en África descendió a niveles anteriores de 45.000 millones de dólares tras los niveles anómalamente altos de 2021 causados por una única transacción financiera. 

Las entradas de IED en los países en desarrollo de Asia se mantuvieron estables en US$ 662.000 millones , pero siguieron representando más de la mitad de la IED mundial. 

Los flujos hacia América Latina y el Caribe aumentaron un 51%, alcanzando los US$ 208.000 millones, el nivel más alto jamás registrado. 

Disminuyeron los flujos de IED hacia economías estructuralmente débiles y vulnerables.