La construcción del nuevo gasoducto en Argentina preocupa al país andino, que pierde uno de sus principales mercados de exportación en medio de su primera crisis económica en décadas
Bolivia siempre fue el elegido para satisfacer la demanda de gas de los países de la región pero la caída de producción -que impacta en la producción de combustibles-, la falta de reservas y la llegada del GNK recorta las buenas proyecciones.
Bolivia pasó de producir 60 millones de metros cúbicos día (MMm3d) de gas natural a 33 MMm3d en mayo de este año, indicó el investigador en Energía de la Fundación Jubileo, Raúl Velásquez, basado en datos oficiales.
“En 2014, exportábamos 48 millones de metros cúbicos diarios de gas: hoy, solo podemos exportar 22 millones”, grafica. “Deberíamos estar vendiendo 23 millones de metros cúbicos a Argentina, pero solo estamos dándole de cuatro a ocho millones de metros cúbicos diarios; por eso el contrato ya no durará hasta 2027, como estaba previsto, sino que acabará el próximo año”, explica Álvaro Ríos Roca.
La inminente puesta en marcha del Gasoducto Néstor Kirchner hará que Bolivia pierda a uno de sus clientes más grandes.
El gobierno de Luis Arce está intentando ampliar la exploración de nuevos yacimientos, para lo que invertirá US$ 326 millones este año. Así espera superar el pobre rendimiento de los últimos tiempos en esta área. Un informe oficial señala que, entre 2005 y 2020, se perforaron 192 pozos y se incrementó la producción que ya existía previamente en apenas un 2%, informó El País.
El Ministerio de Hidrocarburos y Energías informó que el Banco Central de Bolivia (BCB) tiene en sus cuentas 541 millones de dólares correspondientes al Fondo de Promoción a la Inversión en Exploración y Explotación Hidrocarburífera (FPIEEH), publicó Los Tiempos.
El analista en hidrocarburos José Padilla manifestó que el fondo no dio buenos resultados, pues la producción cayó, “se haya utilizado o no ese dinero”.
Asimismo, Zaratti indicó que el fondo fue “un soberano fracaso”. Dijo que es posible que no se haya utilizado la mayor parte de esos recursos y sólo se haya desembolsado una “ínfima” porción.
Al igual que ocurrió con el gas natural, la producción de hidrocarburos líquidos cayó de 63.000 barriles al día en 2014 a 37.000 para 2022, una caída de 41 por ciento.
Hace dos meses, Arce inauguró el pozo Yope-X1, pero aún no se ha confirmado que tenga un potencial comercial. Álvaro Ríos es escéptico sobre la posibilidad de que nuevos descubrimientos cambien la situación. “Un ciclo exploratorio dura 10 años, así que no creo que haya cambios; lo que va a ocurrir con Argentina no es reversible”, dice. Ríos calcula que en 2029 Bolivia dejará de exportar gas incluso a Brasil, el único mercado que le quedará cuando Argentina se cierre el próximo año.
La causa será la falta de reservas. Bolivia incluso podría convertirse en importadora de gas argentino. “Es bueno que tengamos un país vecino con gas, eso nos será útil en el futuro”, afirma Ríos. El experto piensa que el futuro rol de Bolivia en el juego energético regional será alquilar sus ductos, que están conectados con São Paulo, para que a través de ellos se bombee el gas de Vaca Muerta hacia la metrópoli brasileña. Otros analistas bolivianos son algo más optimistas, pero en general se piensa que Bolivia debe apostar por negocios distintos del gas.
Óscar Montes, gobernador de la región boliviana de Tarija, fronteriza con Argentina y el principal centro de producción de gas, acaba de hacer un llamado a “pensar en alternativas” para sustituir la declinante industria regional, que sufre la crisis productiva desde 2015.
El gobierno ha reconocido que se cometió un gran error durante los gobiernos anteriores al no invertir más en exploración y al no ejecutar el programa de incentivos para las empresas petroleras extranjeras que se había diseñado con el objetivo de anticiparse a este desenlace. El oficialismo criticó con fuerza a un exministro de Hidrocarburos que una vez le dijo públicamente al entonces presidente Evo Morales que no había de qué preocuparse, porque los bolivianos estaban flotando sobre “un mar de gas”.
La perspectiva preocupa al sur de Bolivia, donde se produce más gas. Óscar Montes, gobernador de la región de Tarija, fronteriza con Argentina y el principal centro de producción de gas, acaba de hacer un llamado a “pensar en alternativas” para sustituir la declinante industria regional, que sufre la crisis productiva desde 2015.
Para Rodrigo Ayala, analista oriundo de la zona productora, se ha consumado una vez más la “maldición de los recursos naturales”, que empuja al país a través de ciclos reiterativos de “pan y hambre”.
LA CRISIS DEL GLP
Velasquez explicó a Los Tiempos que cuando cae la producción de gas natural, también baja la producción de GLP. Del gas natural que se exporta a Brasil y Argentina se extraen los líquidos en las plantas separadoras; en este proceso se produce el GLP. Al caer la producción de gas y su exportación, ya no se tiene lo necesario para generar GLP.
“Con la caída de la exportación de gas, hay menos GLP procesado en las plantas. Es parte de un problema integral que viene atravesando el sector de hidrocarburos. Si no se logra revertir esta tendencia a la baja de producción de gas natural, es posible que en un futuro estemos importando GLP”, dijo.
Todavía se puede producir GLP para el mercado interno, pero si la producción de gas natural sigue con la tendencia decreciente, es probable que en cinco años se tenga que importar GLP, agregó Velásquez.
El analista en hidrocarburos Álvaro Ríos calcula que entre 2023 y 2024 el país ya podría estar importando GLP. “Al convertirnos en un país importador, estamos comenzando a ver los primeros problemas, pues la producción de GLP poco a poco va disminuyendo, se ha llegado al punto de inflexión que no se puede dar abasto a la demanda interna. El 2023 es el punto de inflexión”, dijo Ríos.
Explicó que con estas condiciones el Gobierno no puede hacer nada más que ir preparando la logística de transporte, infraestructura y el presupuesto para importar el GLP.
“De un tiempo a esta parte, hay desabastecimiento de diésel, gasolina y GLP. Algo está pasando. El inicio de las colas es porque el abastecimiento no está garantizado, luego viene la especulación, la chispa que detona la especulación es el desabastecimiento”, explicó el especialista.
La semana pasada se registraron colas en Cochabamba y La Paz para la obtención de GLP.
Ante esta situación, Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) incrementó la producción de GLP de 130 mil a 150 mil garrafas por día para garantizar el normal abastecimiento del mercado interno.
Asimismo, el director ejecutivo de la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH), Germán Jiménez, indicó que se está cumpliendo con los volúmenes establecidos y negó la escasez de GLP.