La cotización del combustible nuclear revive en 2023 tras quince años montada una montaña rusa que le han llevado a cotizar a precios de derribo tras la crisis de 2008 o el accidente de Fukushima
HÉCTOR CHAMIZO
En mayo del 2007 parecía que el uranio no tenía freno. En solo cuatro años había pasado de cotizar desde los US$ 9 por libra, hasta los casi US$ 125. La fiebre por la energía nuclear había despertado y el interés por este recurso no paraba de crecer.
Pero estalló la crisis del 2008 y, como pasó con todas las materias primas, la 'commodity' se vino abajo para después recuperarse hasta que llegó el accidente de Fukushima en 2011.
Desde aquel momento, el uranio parecía no levantar cabeza. Llegó a caer otra vez hasta US$ 9 y las políticas energéticas de las principales potencias mundiales parecían dejar al producto en el rincón del olvido. Sin embargo, llegó la guerra de Ucrania y la volatilidad del mercado de la energía y de nuevo se volvió a reactivar el interés por la energía nuclear.
Incluso, con la decisión histórica de la Unión Europea de considerar la producción de las centrales nucleares como energía limpias en su definición regulatoria para transición hacia la sostenibilidad.
Bajo este esquema y con una cotización de unos US$ 50 por libra, ¿cuál es el futuro que le puede deparar al uranio a partir de ahora? Marco Mencini, gestor senior de carteras de renta variable en Plenisfer Investments (parte del ecosistema de Generali Investments) explica que había estimado que el precio del uranio “podría superar el coste de producción de unos US$ 50 por libra en 2025, llegando a alrededor de US$ 60 por libra”, pero que ahora considera que este objetivo “puede alcanzarse a finales de este año”.
Para respaldar esta tesis se encontraría la peculiar dinámica de la oferta y la demanda, la primera respaldada por una serie de tendencias estructurales, como la descarbonización, y la segunda muy limitada y con previsiones de seguir disminuyendo, según el propio experto.
“Esta dinámica no solo se confirma ahora, sino que se reforzó en 2022”, asegura.
Mencini concreta que, por el lado de la demanda, la invasión de Ucrania y las tensiones geopolíticas con Rusia han aumentado la preocupación por la seguridad del suministro y han generado, como muchas otras materias primas energéticas, un pico temporal en el precio del uranio de casi US$ 60 la libra, alcanzado el pasado abril.
“Tras la invasión, el precio se vio especialmente respaldado por la preocupación por el transporte, ya que el principal canal de exportación de uranio de Kazajistán (que representa el 40% de la producción) pasa por el puerto de San Petersburgo”, comenta.
“La creación de una ruta alternativa de exportación transcarpiana que no pasa por Rusia ha aliviado estos temores y ha devuelto el precio del uranio a unos US$ 50 la libra”, dice.
En términos generales, el renovado interés por la energía nuclear ha dado lugar a la planificación de nuevas instalaciones en varios países: están previstos unos 100 reactores de potencia, la mayoría en Asia, y otros 300 están en estudio. Igualmente, se están estudiando centrales de cuarta generación que prevén pequeños reactores modulares.
Además, el Departamento de Energía de Estados Unidos anunció que, por primera vez en la historia, un proceso de fusión nuclear ha producido más energía de la que se utilizó para desencadenar la reacción.
“Es una noticia sensacional, pero hay que recordar que cualquier uso a gran escala de la fusión llevará décadas”, resalta Mencini sobre los avances que se están produciendo dentro del sector.
LA TENDENCIA AL ALZA DEL URANIO
La pregunta que muchos inversores se hacen es si al uranio le queda tendencia alcista con estas dinámicas que se están generando en el mercado de la energía.
“En Plenisfer creemos que existe un mecanismo a través del cual el aumento del valor del uranio enriquecido podría reflejarse en el precio del uranio, aunque no sea inmediatamente. Este mecanismo es la transición de la subalimentación a la sobrealimentación”, analiza Mencini.
En este sentido, cuando los precios del uranio son altos, se incentiva a los enriquecedores de uranio a utilizar menos, lo que implica tiempos más largos para proporcionar la misma cantidad de producción de uranio enriquecido (“subalimentación”).
Por otro lado, cuando los precios del uranio enriquecido son altos, suponiendo que el precio del uranio no se mueva en paralelo, el incentivo se desplaza hacia la sobrealimentación de la cadena de producción, es decir, el suministro de más insumos de uranio para acortar los tiempos de enriquecimiento y, por tanto, aprovechar los precios más altos ("sobrealimentación").
“Actualmente, nos encontramos, en esta fase de “sobrealimentación” que, en nuestra opinión, crea una fuente de demanda secundaria de uranio por parte de los enriquecedores, destinada a mantener su precio”, resalta Mencini.
Un informe de UxCX sugiere que esta tesis ya parece corroborada por los mercados: desde principios de año, mientras que los precios del uranio enriquecido se mantuvieron sustancialmente estables (-1%), los del uranio han subido un 5%.
“Esperamos que esta tendencia continúe y, a la luz de todos los factores descritos, confirmamos por tanto nuestra opinión estructuralmente positiva sobre el uranio”, completó el experto de Plensifer.