Después de preocuparse por producir suficientes automóviles, los nuevos fabricantes de vehículos eléctricos ahora están preocupados por venderlos
SEAN MCLAIN
Para muchas de las nuevas empresas de vehículos eléctricos, el año pasado estuvo plagado de limitaciones en la cadena de suministro y problemas de fabricación que obstaculizaron sus esfuerzos por empezar con buen pie.
Ahora, empresas jóvenes como Rivian Automotive y Lucid Group se enfrentan a un reto más urgente en 2023: tienen que enderezar las operaciones de sus fábricas antes de agotar sus reservas de efectivo.
Los resultados de las últimas semanas de estos fabricantes de vehículos eléctricos ilustran la urgencia de su situación. Aunque estas empresas ya están produciendo vehículos, las pérdidas siguen aumentando a medida que se esfuerzan por poner en marcha las líneas de montaje y aumentar las ventas según lo previsto, lo que reduce su colchón financiero y aumenta la probabilidad de que necesiten recaudar más dinero.
Rivian, que en su día estuvo repleta de capital tras recaudar casi US$ 12.000 millones en una oferta pública inicial en 2021, gastó US$ 6.600 millones en efectivo el año pasado. Los analistas predicen que podría gastar otros US$6.000 millones si se tienen en cuenta los gastos previstos para este año.
A pesar de las medidas de reducción de costos y los esfuerzos por aumentar la producción en su única fábrica de Normal (Illinois), los directivos siguen previendo un año difícil. Rivian predijo en febrero que fabricaría 50.000 camiones eléctricos, vehículos utilitarios deportivos y furgonetas en 2023, muy por debajo de las estimaciones de Wall Street y una cifra que hizo caer sus acciones un 18% al día siguiente.
Lucid, fabricante de berlinas (tipo sedán de cinco puertas) eléctricas de gama alta, también se quedó corta en algunos frentes, al registrar un descenso de las reservas en la última mitad de 2022, hasta 28.000 a finales de diciembre frente a 37.000 en junio, y fijar un objetivo de producción decepcionante para este año.
“El año pasado, nuestra atención se centró en resolver los estancamientos de la producción”, declaró Peter Rawlinson, director ejecutivo de Lucid. “Ahora, en términos de ventas, ese es mi enfoque en este momento”, agregó.
Fisker, una empresa emergente de vehículos eléctricos con sede en California que empezó a cotizar en bolsa en 2020 mediante una fusión inversa, presentó un informe de resultados más optimista e informó a los inversores que planea entregar su primer modelo, el Ocean SUV eléctrico, en los próximos meses. Las acciones de la empresa subieron un 30% tras el anuncio de resultados de febrero.
Aún así, Fisker se enfrenta a un calendario muy apretado para alcanzar su objetivo de producción para todo el año y tiene poco margen de error. La empresa sostuvo que tenía US$ 736 millones en efectivo a finales de 2022 y dijo que esperaba que los gastos ascendieran a US$ 610 millones este año.
El panorama de estas empresas emergentes ha cambiado radicalmente desde que salieron a bolsa en 2020 y 2021.
El entusiasmo de los inversores por las empresas que prometían remodelar el negocio del automóvil era enorme y los mercados financieros inyectaban dinero en el sector de los vehículos eléctricos con la esperanza de encontrar la próxima Tesla. Estos aspirantes a fabricantes de automóviles recaudaron miles de millones de dólares antes de fabricar o vender un solo auto.
En total, los inversores han invertido más de US$ 123.000 millones en estas empresas emergentes de vehículos eléctricos a través de ofertas públicas, fusiones inversas y otros mecanismos de financiación en los últimos tres años, según Dealogic.
Sin embargo, en el último año, la paciencia de Wall Street ante los problemas de fabricación de las nuevas empresas ha empezado a evaporarse.
Algunas firmas emergentes de vehículos eléctricos, como Lordstown Motors, Faraday Future Intelligent Electric y Nikola ya han tenido problemas de liquidez que les han obligado a retrasar la fabricación de vehículos y a reducir sus ambiciones.
Lordstown Motors anunció que comenzó las ventas comerciales de su primer camión eléctrico, el Endurance, en el cuarto trimestre, pero sólo consiguió entregar seis a los clientes a finales de febrero debido a problemas de calidad que obligaron a detener la línea de producción. Sus acciones cerraron el lunes (6/3) con una caída de casi el 9%, a US$ 1,02 por acción, tras la publicación de sus últimos resultados financieros.
Otras, como Polestar Automotive Holding UK, han registrado mejores ventas y una pérdida neta menor de lo esperado. La empresa sueca espera que el volumen de ventas aumente un 60% este año, hasta las 80.000 unidades, y acaba de recaudar US$ 1.600 millones, cantidad que, según sus directivos, es suficiente para financiar sus operaciones este año.
Mientras tanto, la fuerte demanda de automóviles que ha contribuido a la subida generalizada de los precios de los vehículos en los últimos años está empezando a debilitarse. Algunos fabricantes de vehículos eléctricos ya han bajado los precios u ofrecen descuentos.
Los analistas afirman que la necesidad de capital podría aumentar a medida que estas nuevas empresas tengan que hacer frente a los costos de expansión y los mercados de capitales se estrechen.
Las acciones de Rivian han bajado un 78% desde su precio de salida a bolsa, después de que el año pasado redujera a la mitad su objetivo de producción y, aún así, no alcanzara por poco (700) la meta de 25.000 vehículos, debido a la falta de piezas.
Este año, Rivian prevé más periodos de inactividad en su fábrica para reorganizar la línea y producir más autos. Ya ha realizado dos rondas de despidos y retrasado proyectos clave, como su próxima generación de vehículos, para preservar el efectivo.
Los ejecutivos afirman que las limitaciones de la cadena de suministro, sobre todo en semiconductores, seguirán mermando sus cifras de producción este año, pero que tiene suficiente liquidez para aguantar hasta 2025.
Lucid acaba de recaudar US$ 1.500 millones mediante la venta de acciones y, a finales de diciembre, contaba con US$ 1.740 millones en efectivo y equivalentes de efectivo, suficientes para durar hasta el primer trimestre de 2024, de acuerdo a sus directivos. Sin embargo, la empresa con sede en Newark (California) se mostró cauta sobre el año y expresó su preocupación por la demanda de los consumidores.
Fisker aseguró que disponía de liquidez suficiente para lanzar su primer vehículo, el Ocean, pero señaló que también estaba estudiando la posibilidad de obtener más fondos de prestamistas.
La industria automovilística ha sido durante mucho tiempo un negocio de capital intensivo difícil de penetrar para los recién llegados. Tesla registró pérdidas durante años, mientras luchaba por aumentar la escala de fabricación y dependía de inyecciones regulares de efectivo para mantenerse a flote.
“Lo difícil es construir los autos y toda la cadena de suministro que va con los autos”, indicó el director ejecutivo de Tesla, Elon Musk. “Es un reto logístico de extraordinaria dificultad”, añadió.
En muchos sentidos, esta nueva hornada de empresas de vehículos eléctricos se enfrenta a un camino más difícil. Tesla tenía pocos rivales para sus autos cuando lanzó el Model S hace más de una década, dijo Doug Betts, presidente de la división de automoción de la empresa de análisis de datos J.D. Power.
Ahora, estas nuevas empresas también se enfrentan a firmas automovilísticas más tradicionales, que cuentan con cadenas de suministro consolidadas y enormes plantas de fabricación. Según los analistas, la competencia también es feroz en el segmento de lujo del mercado de los vehículos eléctricos, que es al que se dirigen estas jóvenes empresas.
“Tienen que vencer a BMW y Mercedes, que ya tienen vehículos eléctricos”, advirtió Betts.