La sequía no da tregua en América Latina y en particular Argentina. Sin planes para enfrentar las altas temperaturas y los problemas para el agro: caída de producción, incendios y malas cosechas, los pronósticos económicos no son alentadores.
En 2022, un tercer año de La Niña trajo mucha lluvia a Australia y el sudeste asiático y condiciones secas al otro lado del Pacífico. Argentina no es la excepción de la falta de agua en América Latina, desde 2017, Chile convive con la sequía, pero el país conducido por Alberto Fernández aún no tiene un plan de racionamiento o redistribución para enfrentar los momentos más críticos.
Los distintos gobiernos que pasaron en Chile ha introducido ciertas medidas para frenar los problemas. En el distrito de Providencia de Chile, el gobierno ha hecho planes para reemplazar las plantas existentes a lo largo de las carreteras con plantas más tolerantes a la sequía.
Para reducir el desperdicio de agua y combatir las sequías que han afectado a varias partes de la ciudad, el gobierno chileno también ha introducido racionamientos de agua y ha invertido en proyectos para modernizar los sistemas de agua existentes.
El plan de racionamiento consiste en un sistema de alerta de cuatro niveles con anuncios públicos e implica cortes rotativos de agua a diferentes partes de la ciudad. En 2021, Emilia Undurraga, exministra de Agricultura de Chile, también había desarrollado planes para restaurar 1 millón de hectáreas de tierra para 2030.
Este proyecto, que prevé colaboraciones con los sectores privados de Chile, incluidos la agricultura, la minería y la energía, no solo apoya la restauración de los bosques nativos, sino que también ayuda a convertir algunos de ellos en tipos de uso mixto, segúna Earth.org.
La NASA determinó que el 2022 empató con el 2015 como el quinto año más caluroso de la Tierra desde 1880. Los últimos nueve años consecutivos han sido los más cálidos registrados.
LOS PROBLEMAS EN ARGENTINA
Mientras que la Agencia Espacial Europea comparó a través de un tweet el estado de la cuenca del Paraná entre enero de 2022 y enero de 2023. En la publicación, la agencia advierte que “la agricultura está muy afectada y la cosecha podría caer un 50% en Argentina”.
La bajante del río es evidente y es la expresión más dramática de la sequía que afecta por tercer año consecutivo a la región. “Si uno se fija, este es el trienio más grave de toda la historia registrada en materia de sequía”, afirma Juan Borús, hidrólogo del Instituto Nacional del Agua (INA).
Según las últimas cifras de la Bolsa de Comercio de Rosario, la región núcleo ya perdió casi la mitad de la cosecha de soja y tuvo su peor enero, por falta de lluvia las chances de sembrar fallaron en el 75%.
El horizonte productivo que se trazaba a inicios de campaña para la soja en región núcleo era casi el doble de lo que se proyecta hoy, precisamente un 45% superior. Se estimaba 19,7 Mt sobre la sobre la base de un rinde promedio de 40 qq/ha y una intención de siembra de 5,1 Mha de soja total. Hoy se espera producir 10,7 Mt y el número se desbarranca y cede a cada semana. Esta baja se debe por sobre todo a la fuerte caída de los rendimientos potenciales por el escaso crecimiento que muestra el cultivo en zona núcleo.
Hoy ya se afirma solo 23 qq/ha promedio y una baja en la superficie sembrada de casi medio millón de hectáreas por la extrema falta de agua que impidió cumplir con los esquemas de siembra intencionados. De esta manera se ajusta el área sojera a 4,7 M ha.
La campaña 22/23 se caracteriza por atravesar un escenario complejo donde se espera que la producción de los principales granos sufra recortes significativos desde las proyecciones publicadas en el lanzamiento de la campaña gruesa el último septiembre. Por motivos climáticos, aumento de los precios de los insumos y políticas que, en conjunto, modifican la decisión de los productores, se estimó un menor volumen de producción de granos.
Sin embargo, el prolongamiento del fenómeno 'La Niña', que ocurre por tercera campaña consecutiva, ha agravado aún más la situación dificultando el proceso de siembra, el desarrollo de los cultivos junto al área apta para cosechar, provocando caída en los rendimientos potenciales.
La etapa productiva de los cultivos de invierno ya se encuentra definida y dada la situación climática que atravesaron, los niveles de producción se ubicarían por debajo de la campaña 21/22 y del promedio de las últimas 5 campañas, especialmente de trigo. La sequía también afecta a los cultivos de verano por lo que el panorama de los próximos meses es aún incierto. Aunque en las últimas semanas se han registrado algunas precipitaciones en las principales zonas productoras, éstas se ubican por debajo de la campaña anterior, e incluso, del promedio de los últimos años, siendo insuficientes para mejorar la situación de los cultivos.
Si bien se espera que las lluvias vuelvan en los próximos meses aliviando la situación de los suelos en la campaña 2023/24, las mismas no permitirían mejorar el presente ciclo productivo. La caída de la producción de granos implica una reducción de las exportaciones, de la recaudación impositiva vinculada al sector, y de su aporte al PBI. El presente trabajo presenta un análisis de escenarios para caracterizar los impactos cuantitativos que estas condiciones podrían significar sobre la economía argentina.
¿Qué significa la falta de producción de granos? Un problema para la generación de divisas. El agro es el principal complejo exportador de Argentina y sino produce no entra dinero al país. Si bien el gobierno trabaja en obras que permitan bajar la salida de dólares, como la construcción del Gasoducto Néstor Kirhcner y sus impulsos a la producción para dejar de comprar gas, es necesario desarrollar un plan de largo plazo que permita hacerle frente (y anticiparse) a los problemas de sectores que, al día de hoy, sostienen la economía del país.
Pablo Wende detalló en Infobae que la sequía es un hecho y las estimaciones sobre sus consecuencias van de “preocupantes” a “catastróficas”: en el mejor delos casos, una disminución significativa en el ingreso de dólares a lo largo del año en relación al año pasado.
El último reporte de la Bolsa de Cereales, divulgado a mediados de la semana, es dramático. Estiman que la caída de la producción podría ubicarse entre los US$ 11.000 millones y los US$ 15.700 millones, según si el escenario es moderadamente negativo o muy pesimista. La entidad advirtió sobre la baja disponibilidad de humedad en las áreas productivas y las elevadas temperaturas, que condicionan el área final sembrada y las proyecciones de cosecha.
Podría tratarse de la peor sequía desde 2009, superando incluso la sufrida durante la gestión de Mauricio Macri en 2018. La merma de divisas de aquel momento sumado al cierre de los mercados financieros para la Argentina precipitó entonces el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
CHILE DECLARA EMERGENCIA EN MAGALLANES
Según publicó EFE, Chile ha decretado por primera vez en su historia "alerta agrícola" en la región austral de Magallanes, la puerta a la Antártida, debido a la escasez de lluvias registrada en los últimos meses.
El Ministerio chileno de Agricultura ha explicado en un decreto que "la falta de agua en los campos afecta el normal desarrollo de la vegetación, que representa a su vez la principal fuente de forraje para la ganadería ovina en Magallanes".
La producción ovina es una de las principales actividades de esta región, una de las más vírgenes del país, ubicada a 2.000 kilómetros al sur de la capital chilena y donde hay dos plantas certificadas para la exportación de este tipo de carne, de acuerdo a la cartera.
La "alerta agrícola" permite al Gobierno, entre otras medidas, entregar ayudas a productores agrícolas y ganaderos para la distribución de agua.
Organizaciones ambientales como Greenpeace apuntan a que Chile es el país con mayor crisis hídrica de todo el hemisferio occidental y según datos oficiales, el 2021 fue el cuarto año más seco desde que existen registros.
La escasez de lluvias es consecuencia directa del cambio climático, pero diversos expertos aseguran que la sequía en distintas zonas del país -especialmente el centro y el norte- se ha agravado debido al régimen privado de propiedad de agua que rige desde la dictadura militar (1973-1990).
Chile es uno de los países con el mayor nivel de privatización del agua del mundo: se calcula que hoy en día el 80 % de los recursos hídricos del país está en manos privadas, principalmente de grandes empresas agrícolas, mineras y de energía