MARCELO CANTELMI

Los dos discursos del presidente Luis Inácio Lula da Silva, con énfasis en el Estado y sobre el gasto público en la ceremonia de asunción del domingo, generaron dudas y cuotas de escepticismo en los mercados con analistas afirmando que el mandatario acabó por revelar así lo que ocultó durante la campaña sobre su orientación de la economía.

Esa desconfianza se notó en la Bolsa de San Paulo que reaccionó con una baja de 3,18% arrastrada por el derrumbe de poco más de 6% de la petrolera estatal Petrobras en la primera jornada después de la asunción. El dólar, a su vez, subía 1,2%.

El diario Estadao sostuvo este lunes en tono crítico que el diseño que trascendió de los mensajes presidenciales “trajo de vuelta una visión más desarrollista con el Estado como pilar de la economía”.

Los dos discursos, el primero en el Parlamento y el otro en la Presidencia, tuvieron como ejes la denuncia de la inequidad social que envuelve al país y una durísima condena a la gestión de Jair Bolsonaro.

Pero los críticos le facturan a Lula una colisión en la que insiste y que no debería existir entre la responsabilidad fiscal y la asistencia social, como si una negara a la otra.

En ese sentido, preocupó que Lula llamara “estupidez” al techo del gasto, es decir, la limitación legal a las expensas públicas que rige desde que la impuso uno de sus aliados, Henrique Meirelles, cuando era ministro de Economía del gobierno de transición de Michel Temer.

Visita. En su primer día como presidente, Lula da Silva recibió al ecuatoriano Guillermo Lasso (Reuters)

“El extremo lógico de este razonamiento abre el camino de calificar de estupidez (también) la limitación del crecimiento del gasto público”, sostuvo el escritor y analista William Waack.

En el análisis de Elena Landau, que fue economista en la campaña de la entonces candidata presidencial y ahora ministra de Planificación y Presupuesto, la senadora derechista Simone Tebet, el tema de la responsabilidad fiscal aún es dudoso, ya que es difícil conciliarlo con las medidas anunciadas por Lula.

“Fue un discurso pobre en cuanto al contenido programático, dejando claro que utilizará BNDES, Caixa y autarquías para inducir gasto público sin ingresos”, dijo con mayor dureza Otávio Vieira, socio director de Nest Investimentos en Valor Económico.

“Este es un tono muy diferente al de la Lulinha paz e amor del primer mandato”, añadió y “está más cerca del intervencionismo del segundo gobierno del PT con Dilma Rousseff”, quien sucedió a Lula y acabó en una crisis devastadora.

La reacción parece sin embargo exagerada, estimó el diario Folha de Sao Paulo, que dijo en su editorial que “no conviene tomar ceremonias de este tipo como indicadores del rumbo del nuevo gobierno”.

Añadió que la principal pregunta que se plantea hoy es hasta dónde estará dispuesto a llegar Lula al centro político para “asegurar la gobernabilidad, mantener la recuperación de la economía y superar la polarización estéril”.

Entre sus primeras medidas, Lula lanzó una serie de decretos para frenar las políticas con sello bolsonarista como la flexibilización para la compra de armas y la privatización de empresas. También reactivó el Fondo Amazonia.

Lula optó por un gabinete ampliado de 37 ministros contra los 23 actuales que cobije a todos sus aliados. Y nombró a figuras en muchos casos con perfiles contradictorios, que es donde miran los analistas.

A comienzos de diciembre, Lula ya había elegido al ex alcalde de San Pablo, Fernando Haddad, como ministro de Hacienda, un político del núcleo duro del PT. Pero dividió en tres la cartera.

Entregó Industria y Comercio a su vicepresidente, Geraldo Alckmin, un dirigente de histórica militancia derechista y de buena relación con los mercados. En Planificación, cartera central porque sigue el presupuesto y el gasto público, nombró a la senadora liberal Tebet. Son contrapesos.

El presidente no detalló qué tipo de controles alternativos implementará en materia económica, en particular sobre el techo de gastos. Haddad dijo que enviará al Congreso una nueva regla a principios de este año que no detalló.

El ministro aclaró que “no estamos para aventuras”, al intentar calmar el comportamiento alarmante del mercado.

En ese sentido, el citado Waack remarca que en verdad “no hay nada sorprendente en el primer discurso del presidente Lula. Está perfectamente en línea con respecto a la táctica política, que es presentarse como un salvador. Está en línea con lo que se puede llamar las ideas generales del Petismo, incluida la política exterior”.

Mercados. Los inversores siguen con atención el discurso de Lula (EFE)

El economista jefe de MB Associados, Sergio Vale, coincide en el sentido de que los discursos fueron coherentes con lo que ya había señalado el presidente.

Pero sostuvo que “la dificultad es tener un ministro de Economía que dé señales similares. El foco debería estar en un nuevo marco fiscal y una reforma tributaria, pero Lula evitó estos temas”, dijo.

Estos analistas remarcan que Lula sugirió retomar la “reindustrialización” del país, pero indicando que correspondería al Estado “ser el articulador de la industria brasileña para llegar al siglo XXI.

Ese es un punto controvertido. Con el mayor uso de los bancos públicos podría haber un efecto adverso en el mercado de capitales. En este sentido, la jefa de estrategia de MAG Investiments, Patricia Pereira, advirtió que “por ahora, todas las señales son de expansión fiscal. Necesitan mostrar medidas en la otra línea para cambiar las expectativas del mercado”.

Fernando Siqueira, jefe de investigación de Guide Investimento, sintetizó que los discursos de Lula demostraron, al citar el uso de empresas estatales como inductores del crecimiento y al decir que el techo de gasto es una “estupidez”, que sigue acercándose al legado del gobierno de Roussef y “eso es muy malo para los mercados”.

Pronosticó una reacción negativa creciente de los inversores .“Lula elogió el gobierno de Dilma, que fue nefasto, y el tono de su discurso suscita el temor de ser intervencionista en las empresas estatales”, dijo.

Siqueira dice que nada de esto es nuevo, pero que hacer estas declaraciones durante la campaña es una cosa, reafirmarlas como presidente electo tiene mayor peso.

“Mucha gente tenía la expectativa de que moderaría su discurso después de asumir el cargo, pero eso no sucedió”, dijo. Según él, el mercado aún tiene espacio para reaccionar mal, especialmente en relación a la cotización del techo del gasto.