Pese a la incertidumbre global que ha supuesto el conflicto en Ucrania, el presidente español Pedro Sánchez, aseguró en Nueva York que su gobierno no dará "ningún paso atrás" en su apuesta por una economía limpia y sin emisiones.
"En relación con la apuesta por una economía limpia y descarbonizada, mi gobierno no va a dar ningún paso atrás", aseguró Sánchez en el foro Latinoamérica, Estados Unidos y España, organizado por la Cámara de Comercio España-Estados Unidos.
Sánchez empezó su intervención condenando el anuncio de las autoridades instaladas por Moscú en cuatro regiones de Ucrania conquistadas de realizar referendos para adherir los territorios, "algo que nunca será reconocido por la comunidad internacional", dijo Sánchez, según informó AFP.
"Justamente ahora es cuando más falta hace la unidad de Europa y de las democracias en el apoyo a Ucrania", dijo, antes de subrayar que España "siempre apoyará" la independencia, la soberanía y la integridad territorial de Ucrania.
La crisis energética, la evolución de los precios y sus consecuencias para el bienestar de la ciudadanía y la economía, y la posible crisis alimentaria, son los desafíos globales provocados por la agresión rusa a Ucrania, recordó.
En este sentido, aseguró que el riesgo de un corte total de energía rusa es "real", por lo que abogó por tener "planes d contingencia" orientados a dar una respuesta "a cualquiera de los escenarios por adversos que sean" y responder a los desafíos futuros y al cambio climático.
"La consecuencia de estas amenazas es la incertidumbre", dijo.
Aunque apeló a la "máxima prudencia", dijo que "España se encuentra en mejor posición que otras economías de la Unión Europea", en particular, porque su apuesta sostenida por la transición energética -las energías renovables representan ya el 58% de la matriz energética- "nos hace menos dependientes del gas ruso".
"Contamos con casi un tercio de toda la capacidad de regasificación de Europa", dijo.
Y las medidas adoptadas para reducir el consumo lo han reducido un 4%, aseguró.
Las tres prioridades del gobierno español en este sector son reformar el mercado eléctrico europeo, acelerar aún más el despliegue de las energías renovables y apostar por las interconexiones y los sistemas de almacenamiento energético.
Con unas previsiones de crecimiento de más del 4% para este año y de más del 2% para 2023, por encima de la media de la Unión Europea, España destinará el 40% de los fondos 'Next Generation EU' a la transición energética y la sostenibilidad.
Asimismo, el gobierno apuesta por sectores como la industria aeroespacial, el automóvil eléctrico, la industria alimentaria, la producción de microchips y semiconductores, la economía social y la sanidad de vanguardia, concluyó en un mensaje que rebosaba optimismo.
LA EVOLUCIÓN DE LA ENERGÍA RENOVABLE EN ESPAÑA
Las energías renovables generaron la mitad de la electricidad de España en 2021, según los datos de Redeia —antigua Red Eléctrica—.
La eólica, más en concreto, fue la segunda fuente de energía más utilizada de todo el mix eléctrico peninsular por segunda vez en la historia con un 24% del total, una cuota que está llamada a aumentar junto con el del resto de tecnologías limpias a medida que España abandone los combustibles fósiles y la nuclear, según un informe de Álvaro Merino en EOM.
La crisis energética y la guerra en Ucrania, que ha dejado en evidencia la dependencia de la Unión Europea del gas y el petróleo rusos, han acelerado la búsqueda de alternativas entre los Veintisiete, y es ahora cuando muchos se lamentan de no haber acelerado el despliegue de las renovables.
Alemania es el caso más claro: ante la imposibilidad de sustituir el suministro de gas que le llegaba a través del gasoducto Nord Stream, está recurriendo al carbón —fue la primera fuente de electricidad en la primera mitad de 2022— y ha atrasado el apagón de dos de sus últimas tres centrales nucleares si el suministro eléctrico corre peligro.
En España la situación no es tan dramática gracias al gas argelino, la capacidad regasificadora —un tercio de toda la comunitaria— y la mayor penetración de las renovables. Sin embargo, el panorama dista mucho de ser el ideal, como demuestran las facturas de la luz de los últimos meses.
Por mucho que el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) de 2020 pretenda que las renovables supongan el 74% del mix eléctrico para 2030 y que la capacidad instalada de la energía eólica y la solar aumente un 80% y un 308%, respectivamente, lo cierto es que aún hay mucho margen de mejora.
De hecho, España es el país con mayor potencial de energía solar de Europa pero aún está lejos de los resultados de Italia o Alemania.
El impuesto al sol —una tasa introducida en 2015 y eliminada en 2018 para gravar el uso de placas solares al entender que conllevaban un ahorro de costes pero seguían utilizando la red eléctrica— y las trabas burocráticas —un problema generalizado en la UE— han sido algunos de los obstáculos para la implantación de tecnología renovable.
A pesar de ello, las instalaciones eólicas y solares están aumentando a un ritmo exponencial en los últimos años: la potencia acumulada de las primeras ha crecido un 47% en la España peninsular desde 2010 y la de las segundas un 334%.
La energía hidráulica, por su parte, está estancada desde 2015, y su contribución al mix eléctrico es cada vez más pequeña —un 13% el año pasado—. Lejos quedan aquellos años en los que la electricidad generada a partir de la fuerza del agua supusiera el 92% del total, un protagonismo que fue menguando a medida que los combustibles fósiles y la energía nuclear cogían fuerza.
Hoy en día, su impacto medioambiental y su mayor exigencia arquitectónica la han desplazado al tercer puesto dentro de las energía renovables, pero no cabe duda de que su generación seguirá siendo importante en momentos en los que la red eléctrica se encuentre saturada o la oferta esté limitada —a diferencia de la solar y la eólica, la hidráulica no depende de las condiciones meteorológicas diarias—.
Asimismo, cabe destacar que la apuesta por las energías renovables no es solo una respuesta al cambio climático, sino también un paso hacia la ansiada independencia energética de la Unión Europea.
La mayoría de materiales son aún producidos por China, pero una vez instaladas su producción es controlada totalmente por el país en cuestión y no se depende de materias primas extranjeras que, eventualmente, pueden ser instrumentalizadas, como ha demostrado Rusia.