ANAHI ABELEDO
La Unión Europea pisa el acelerador para aliviar su dependencia del gas ruso, la asistencia de Estados Unidos y el la agilización de las obras para el gasoducto que atraviesa la frontera greco-búlgara, son las alternativas más esperadas para cortar con Rusia
El 90% de todo el gas que se consume cada año en la UE se compra fuera de sus fronteras y de este, el 45% procede de Rusia: 155.000 millones de metros cúbicos de una demanda total de unos 390.000 millones de metros cúbicos, según la Agencia Internacional de la Energía.
La guerra empezó el 24 de febrero. Durante unos días los suministros siguieron a ritmos normales, cercanos a los 400 millones de metros cúbicos diarios. Pero desde entonces se fueron reduciendo hasta quedar en los últimos días por debajo de los 300 millones de metros cúbicos.
GASODUCTO GRECIA-BULGARIA
El llamado "Interconector de gas Grecia - Bulgaria" pretende complementar la red europea existente. Proporcionará a los dos países y a sus vecinos acceso a nuevas conexiones de red después de que Moscú haya cortado el suministro a Polonia y Bulgaria.
"El Interconector Grecia-Bulgaria es un gasoducto de acero de alta presión para transferir el gas natural del sistema de gasoductos de Grecia, al sistema de gasoductos de Bulgaria", explica el responsable de los gasoductos y redes del Grupo AVAX George Tasakos.
Entre otros esfuerzos, los líderes de Bulgaria y Rumanía también anunciaron sus planes de trabajar juntos para reducir la presión de Rusia en el mercado del gas.
El primer ministro búlgaro dice que podrían tomar gas de Rumanía y enviarlo hacia Turquía y también en sentido contrario. Además, ha puesto la vista en Azerbaiyán como posible fuente de gas.
Mientras, Polonia y la República Checa reanudarán sus conversaciones sobre la construcción del gasoducto Stork II. Las negociaciones se habían abandonado, pero ambos países están ahora abiertos a la cooperación energética, con la República Checa dependiente en más de un 90 por ciento del gas ruso.
LA OPCIÓN DE USA
Según informó EuroNews, en la costa de Luisina, en Estados Unidos, las plantas de gas trabajan a marchas forzadas. El objetivo, suministrar gas licuado a Europa como alternativa al gas ruso.
Estas fábricas convierten en líquido el gas para reducir su volumen y poder transportarlo en grandes buques metaneros hacia el Viejo Continente.
"Vamos a ver cada vez más barcos de este tipo en nuestros puertos para garantizar la seguridad energética de Europa", asegura Eric Festa, director de actividades industriales de GNL de Total Energies.
Estados Unidos se ha comprometido a incrementar este año en 15 000 millones de metros cúbicos su suministro de gas a Europa.
"En los tres primeros meses de 2022, las importaciones de Estados Unidos ya han alcanzado los niveles del año pasado, así que probablemente vamos a triplicar o cuadruplicar las importaciones de gas licuado estadounidense", añade Festa.
¿Pero puede realmente este gas estadounidense ser una alternativa al gas ruso? Según los especialistas, solo a corto y medio plazo y de forma parcial, pues pese al aumento, este año apenas compensará el 10 % de los suministros rusos.
Además el gas licuado presenta inconvenientes: el transporte en barco es más caro y en destino se necesita que existan plantas regasificadoras para que el combustible vuelva su estado gaseoso.
Como se observa en el mapa, esas plantas que están concentradas en el sur de Europa y, muy particularmente, de España, que cuenta con siete terminales que suponen el 25 % de la capacidad de regasificación de la Unión Europea. Sin embargo Alemania, uno de los países más expuestos al gas ruso, no dispone de ninguna planta, por lo que prevé construir dos a toda prisa.
Plantas regasificadoras en Europaeuronews
Entretanto, el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, apuesta por la fortaleza del bloque comunitario para hacer frente a la situación.
"Tenemos capacidad para rebombear los suministros de gas y distribuirlos entre nosotros, porque no solo hay un tránsito unidireccional, una vez dentro de la Unión Europea el gas puede circular de un país a otro", dice Borrell.
El presidente estadounidense, Joe Biden, promete, por su parte, más ayuda a Europa.
"Estamos trabajando con países como Corea, Japón, Qatar y otros para apoyar nuestro esfuerzo por ayudar a los aliados europeos amenazados por Rusia, con el gas, el chantaje y sus necesidades energéticas de otras maneras. La agresión no ganará. Las amenazas no ganarán", dijo Biden.
Los países más dependientes del gas ruso, en Europa del Este y los Balcanes buscan de forma urgente suministradores alternativos a en un mercado muy ajustado. La Unión Europea negocia, entre otros países, con Qatar, Noruega o Azerbaiyán.
La amenaza ha tomado cuerpo con el corte de suministro de gas ruso a Polonia y Bulgaria. Este último país es el que se encuentra en una situación más crítica, pues depende por completo de las importaciones energéticas rusas. En cuanto a Polonia, algunas ciudades ya se están enfrentando a un suministro de gas intermitente tras las sanciones impuestas por las autoridades polacas a los proveedores de energía vinculados a Rusia.
¿HABRÁ RACIONAMIENTO DE COMBUSTIBLE EN EUROPA?
El gas se ha convertido en el conducto que calibra la tensa relación entre Rusia y la UE, una navaja de doble filo que es a la vez un arma económica en manos de Bruselas —con capacidad de asestar un golpe mortal a las arcas del Kremlin si la UE decide su embargo— y, al mismo tiempo, una palanca de chantaje de Moscú, dueño y señor de los flujos de este combustible hacia los Veintisiete.
El Oxford Institute for Energy Studies advierte también de un escenario de cortes de gas en la UE: “Una interrupción del suministro en respuesta a la percepción de un incumplimiento de las normas estipuladas por el decreto [ruso que obliga a pagar en rublos] es, por tanto, eminentemente posible ya en mayo (cuando se deben ejecutar los pagos de los suministros de gas de abril)”, concluye en un reciente análisis, según rescató El País.
Los Veintisiete han elaborado en los últimos meses planes de contingencia específicos para hacer frente a cortes parciales y totales del suministro de gas desde Rusia.
Estos programas han sido elaborados por cada Estado miembro, de forma coordinada con los llamados grupos regionales de riesgo (conjuntos de países con similares suministros).
Bruselas tiene un papel último de coordinación y supervisión. Estos días los dosieres echan humo sobre la mesa de los funcionarios de la Comisión.
El think tank ambientalista Centre for Research on Energy and Clean Air (CREA) ha publicado esta semana un estudio, con una calculadora incorporada, que eleva a cerca de 50.000 millones de euros el dinero que ha ingresado Rusia por los tres combustibles (petróleo, gas y carbón).
Para contestar a esta pregunta hay que mirar dos indicadores: el nivel de importaciones de gas ruso y la dependencia de este combustible para producir energía. Mirar solo el primer indicador puede llevar a engaños.
Por ejemplo, Estonia o Finlandia importan el 100% del gas que consumen de Rusia; en cambio, con él solo producen el 9% y el 3% de su energía, respectivamente. De ahí que se pueda decir que el corte de suministro en estos casos es muy manejable.
Tampoco en Bulgaria es dramático, por el momento. El 99% del gas que consume es ruso, pero lo utiliza para producir el 12% de su energía. En Alemania, la situación ya se complica más: compra a Rusia el 54% del gas que consume, pero su dependencia de este combustible fósil para generar energía es del 27%. En Italia la relación se mantiene en un 33% y un 31%, respectivamente.
Acabado el invierno, la estación del año en que más gas se consume, en los almacenes comunitarios hay reservas del 32% de una capacidad total de 132.000 millones de metros cúbicos, según datos de esta semana de la patronal de empresas dedicadas a las reservas. Eso quiere decir que hay una cantidad disponible al 8,9% del consumo anual, estimó El País.
No todos los países cuentan con el mismo nivel de aprovisionamiento. Mientras Polonia tiene gas para cubrir un 11% de su demanda anual, Bulgaria apenas llega al 3%. En los casos de España y Portugal, sus reservas alcanzan para cubrir casi el 6% y el 4% de sus necesidades anuales.
En cambio, Alemania alcanza hasta el 8,85%. El país con una mayor autonomía para resistir un corte del gas ruso es Letonia, con más del 60% de su demanda cubierta. Muy por encima del siguiente, Austria (17%).