IGNACIO ORTIZ
El gobierno nacional impulsa la industria del Gas Natural Licuado (GNL) como proyecto de exportación, a través de una estrategia de articulación con empresas nacionales, extranjeras y países miembros del G20 que permita asegurar una demanda que justifique embarcarse en el desarrollo de la infraestructura vinculada al potencial gasífero de Vaca Muerta.
Fuentes oficiales aseguraron que las conversaciones fueron llevadas adelante por el ministro de Economía, Martín Guzmán, durante las últimas semanas, en el marco del encuentro de la Agencia Internacional de Energía (IEA), en París, y reuniones con ministros de distintos países del G20 celebrados en Washington, en medio de la Asamblea de la Primavera (boreal) del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.
Existe un amplio consenso en la industria energética respecto a que el GNL tendrá un rol importante en las próximas décadas para el desarrollo de las matrices con menos emisiones de carbono hacia el objetivo de emisiones netas cero a 2050, como un recurso fiable y flexible de transición y de complementación hacia las energías renovables.
La guerra entre Rusia y Ucrania y el problema derivado de esto en lo que respecta al suministro de gas ruso a Europa también explica en gran parte este nuevo cuadro de situación.
El GNL es un gas natural que se convierte en estado líquido cuando se enfría a unos 162°C bajo cero, proceso que le permite reducir unas 600 veces su volumen, lo que facilita su transporte y almacenamiento para luego ser nuevamente transformado en plantas regasificadoras e inyectado a distintos sistema de distribución locales nuevamente como gas natural.
La idea del gobierno tiene como base el proyecto que la petrolera estatal YPF viene desarrollando para construir una planta de licuefacción de gas en la zona portuaria de Bahía Blanca, con una capacidad inicial de 15 a 20 millones de m3 (MMm3) y una inversión estimada superior a los US$ 5.000 millones.
Esa locación pretende aprovechar la infraestructura disponible en el complejo petroquímico que se potenciaría con la construcción del primer tramo del gasoducto troncal Néstor Kirchner que se encuentra en pleno proceso de licitación con una inversión prevista de US$ 1500 millones, lo que permitiría asegurar el gas necesario para lanzar el proyecto gasificador.
Esta alternativa de convertir a la Argentina en productor y exportador de GNL requiere una inversión inicial de US$ 10.000 millones, ya que no sólo contempla el costo de construcción de la planta sino también del incremento de la producción de gas natural en distintas áreas de Vaca Muerta.
La idea fue convalidada por directivos de Pan American Energy (PAE), considerado como el primer operador privado de hidrocarburos del país, que admiten el interés en el proyecto a través de la conformación de un consorcio de empresas con el liderazgo de YPF.
Además del plan de YPF, hay otro proyecto en desarrollo que vincula a las empresas Transportadora Gas del Sur (TGS) y Excelerate -operadora de los barcos regasificadores de las terminales de Escobar y de Bahía Blanca- cuya decisión de inversión podría definirse para fin de año por un monto inicial de US$ 800 millones y una capacidad modular de 4 millones de MMm3.
Pero más allá de esta alternativa escalable, la idea de Guzmán es aunar intereses de distintas empresas para alcanzar una inversión total por US$ 10.000 millones para que a partir de 2026, 2027 y 2028, la Argentina ya esté exportando GNL en volúmenes significativos, que podrían llegar a superar los US$ 15.000 millones de exportaciones.
Todo este proceso debería tener como respaldo un contexto normativo específico que en un formato de ley tenga el apoyo de las distintas fuerzas políticas representadas en el Congreso, y que otorgue certidumbre y estabilidad de mediano y largo plazo a las inversiones que se buscan.
La premisa es generar una sinergia muy fuerte que involucra a empresas y países de distintas regiones del mundo en el financiamiento para la construcción de la megaobra y el aseguramiento de la oferta que garantice que va a haber una demanda para lo que en la Argentina se produzca.
Esto implicaría transformar los enormes recursos de gas no convencional de la formación neuquina en un producto cuya demanda se anticipa será creciente durante el resto de la década, en particular por la transformación de la matriz energética global hacia recursos de menores emisiones como el gas y el reordenamiento geopolítico que se espera tras el conflicto bélico.
Más puntualmente, se plantea que los países de Europa que se embarcaron en la reducción de su dependencia de gas natural de Rusia serán grandes demandantes globales de GNL en los próximos años, un mercado para el que ya hay grandes proveedores posicionados como Estados Unidos, Qatar y Australia.
Pero también la demanda global se acrecentará a través de los países del sudeste asiático, en particular China que está centrada en la utilización de gas para alimentar a los sectores clave de su economía en reemplazo del carbón altamente contaminante, seguida de los mercados también de alta demanda como Corea del Sur y Japón.
Distintas estimaciones coinciden en que el mercado de GNL se puede duplicar en los próximos 20 años y si eso ocurre habrá lugar para muchos oferentes y dará lugar a una reconfiguración de los mercados de energías en los que se podrá insertar la Argentina.
En esa evolución de los mercados restará observar qué tan rápido se llevará adelante la transición energética, en particular por el anclaje de equipamiento vehicular e industrial.