SEBASTIÁN D. PENELLI
Analistas económicos de Perú, Colombia y Argentina analizaron el impacto del conflicto entre Rusia y Ucrania en los precios de los alimentos, metales y energía de la postpandemia y coincidieron en que se mantendrán elevados durante los próximos meses.
Alejandro Reyes, economista principal del BBVA en Colombia, aseguró que la volatilidad en los mercados comenzó antes de la invasión rusa. “En la pandemia se trataron a las economías como pacientes y no fuimos capaces de prender la producción con la recuperación la demanda, en particular, la demanda de combustibles fósiles, que tuvieron una velocidad de recuperación récord, aunque el mercado ya mostraba señales de estar ajustada. Por eso subió el precio del petróleo, además de que los países productores no quisieron estar al tanto de esa situación”, detalló el experto.
“Lo que pasó con el gas en Europa es fundamental, porque es un producto muy deseado por su bajo nivel de contaminación. En este caso subió el precio por la baja cantidad de inventarios”, agregó Reyes durante un conversatorio virtual convocado por la AmCham, la Cámara de Comercio de EEUU.
Para el colombiano, los combustibles fósiles tienen los días contados, pero la transición energética no avanza como se esperaba. “Son un mal necesario, van a seguir están presente en la matriz energética global como una fuente de respaldo, y de respaldo, hoy más del 67% es fósil. Son una fuente energética primaria y su precio seguirá en alza”, aventuró.
El Banco Mundial prevé que el incremento en los precios energéticos supere el 50% -el mayor desde la crisis del petróleo de 1973-; mientras que en el caso de los productos agrícolas y los metales se prevé una suba del 20%. En los tres casos, la expectativa de la entidad es que los valores se moderen en 2023 y 2024.
El economista peruano Hugo Vega certificó que el cobre es un termómetro de la actividad global, porque se asocia al crecimiento de las economías, con China como un jugador principal.
“Con el Covid la demanda cayó y luego con la recuperación llegó a alcanzar el precio actual (entorno a US$ 10.000 la tonelada), aunque se esperaba una recuperación economía más veloz, que afectó la perspectiva global. En particular por la perspectiva de crecimiento de China, a China se le hizo difícil por el rebrote de contagios”, evaluó Vega.
El analista del BBVA Perú recordó que Chile tiene la cuarta parte de la oferta mundial de cobre y que su país el 10%: juntos posen el 35% global. “Con el Covid-19 en estos países se pusieron restricciones muy duras y una vez que se empezaron a levantar, vinieron los conflictos sociales y generaron dudas en la viabilidad de proyectos nuevos, que son los que dan soporte al precio a mediano y largo plazo. Hoy lo tiene porque hay reticencia de los dos gobiernos para darle soporte a la minería y por posibles restricciones más adelante”, advirtió Vega.
Juan Manuel Manias, Economista Principal BBVA Research Argentina, afirmó que el paquete de los commodities agropecuarios ya venía con precios ajustados antes de la guerra rusa. “Había un stock de consumo comprable con 2013. El maíz estaba como en seis campañas atrás y el trigo también estaba con poco stock. Con la llegada de la guerra todo el paquete reaccionó al alza. Ahora hay incertidumbre, que le da un premio al precio, con una guerra que se generó en zona Core del trigo mundial, porque Rusia y Ucrania tiene el 30% del trigo y el 15% del maíz. Así se entiende la subida de precios, y lo de la incertidumbre será para más adelante”, sostuvo.
Pero según Manias este panorama se complejizó por los problemas de logística en los despachos de trigo y maíz desde el Mar Negro. “Desde allí sale el 75% de la producción mundial de aceite de girasol”, remarcó. “Los aceites más usados son el de palma, soja y girasol. Cuando se registró un faltante de proveedores y sustitutos, lo primero que se encontraron es el aceite de palma, que viene principalmente de Indonesia, pero que tenía problemas de producción y cuotas de ventas al exterior. Cuando no se consiguió el de palma, se encontraron con el de soja y eso arrastró los precios al alza, que ya estaban elevados”, describió el especialista en mercados agrarios.
A su vez, -dijo Manias- que los commodities agropecuarios también son utilizados para mezcla con combustibles fósiles, que fueron muy demandados, y se dieron los peores resultados de los cultivos en Estados Unidos en los últimos 20 años. “Todo esto hace que los precios de los commodities se hayan disparado”, indicó.
Manias aclaró que el arroz, que es el tercer grano más producido a nivel mundial, no tuvo este comportamiento, y es más, está por debajo del precio del año pasado.
Durante el conversatorio también se preguntó por el impacto de las sanciones económicas a Rusia. Para Alejandro Reyes, las sanciones tienen un impacto pequeño. “Tendrá más efectos las sanciones autoimpuestas de los consumidores evitando comprar productos rusos”, dijo, y dio como ejemplo el “descuento” en el petróleo ruso, que llegó a ser de hasta US$ 30 por barril. “A Rusia le cuesta poner su producción en el mercado”, alertó el colombiano, y añadió que ofrecían descuentos en la venta de crudo porque en Moscú “habían tomado la decisión de tener flujo de caja” en medio del conflicto bélico.
“El corte del gas a Polonia y Bulgaria porque no quieren pagar el gas en rublos se puede convertir en una dificultad”, agregó a su advertencia, y expresó que “si bien las sanciones no tocan al petróleo, sí tocan al transporte de hidrocarburos o subproductos del petróleo, como los fertilizantes, y esos tienen impacto en sus mercados”.
“Las sanciones no están diseñadas para generar distorsiones en el mercado energético. La sanción real es de las empresas y consumidores que se niegan a comprar productos rusos, que puedan financiar” al gobierno de Putin, señaló Reyes.
Juan Manuel Manías dijo que Argentina siempre está en línea de largada cuando se trata de alimentos. “Lo que trajo la guerra es un cambio en una parte de los productores a los que le cambió la ecuación económica en el corto plazo por los costos, por la suba de la logística, los combustibles y los fertilizantes, que es mucho más relevante de lo que parece”, comentó.
Según el economista argentino, los fertilizantes ya no se usan para mejorar la cosecha, ahora están implícitos en la agricultura moderna. “Si no se usan la producción de alimentos sería la mitad, en un mundo donde 2.000 millones de personas tienen déficit de nutrientes”, subrayó.
“Los precios ya venían en un rally de alzas, donde algunas plantas de fertilizantes tuvieron que parar la producción por el aumento de gas, pero ahora con el bloqueo a Rusia todo el mundo pensó que se cortaba la cadena de producción, porque Rusia tiene el 15,6% de la producción”, y eso generó más expectativas en los precios, aseguró Manias.
El analista citó que en marzo la urea, que es el componente más utilizado en fertilizantes, aumentó 40% y eso movió toda la ecuación de producción agropecuarios. “La duda es si con combustibles y fertilizantes más caros se van a usar las mismas cantidades o se va a sembrar menos área, y eso nos deja precios más elevados”, recalcó. “La oportunidad de la Argentina es clara, el tema es aprovecharlo, aunque el productor argentino no va a escapar a esta nueva realidad de los costos”, completó.
La urea granular FOB de Medio Oriente cotiza a US$ 902 por tonelada, cuando en agosto del 2021 cotizaba US$ 435.
Un aliciente para Argentina es que las relaciones comerciales con Rusia y Ucrania son bajas, las exportaciones e importaciones son bajas. “Con la compra de vacunas Sputnik, no llega ni al 1% del total. Es poca la exposición que tiene el país por comercio internacional directo. El efecto viene por los cambios de precios”, aclaró Manias.
“Por un lado hay un beneficio para el productor por las exportaciones y por otro (para el Estado) por la recaudación, con más cobro por retenciones. Pero también aumentó el gas, y la Argentina es comprar neto de gas, así que se modera la ganancia que viene con el paquete agrícola. También tiene un impacto en lo fiscal, que es desafiante, porque o se aumentan las tarifas o se elevan los subsidios a los residentes, y se complican las metas acordadas con el FMI”, planteó.
La canasta de cinco alimentos que mide la FAO hace años aumentó 12,6% intermensual en marzo, llegando al récord de toda su historia. “Los alimentos están muy altos y es muy difícil que algún país escape a esto. En marzo el trigo subió 39% y el maíz un 17%, ahí se ve una forma rápida del impacto bélico por motivos directos o por especulación, que hizo que los precios aumenten. Los precios de los commodities en el mundo han pasado el pico y va a tardar meses en volver a atrás”, concluyó.