Pero agregó que “al mismo tiempo, esta crisis también presenta una oportunidad” que “impulsará las inversiones que necesitamos para duplicar nuestros objetivos de energía limpia y acelerar el progreso hacia nuestro futuro de cero emisiones netas”.

La Casa Blanca subrayó la contradicción al decir que Estados Unidos “mantendrá su entorno regulatorio”. Sólo se permitirán más exportaciones de GNL de EE.UU. en la medida en que reduzcan las emisiones, por ejemplo, al funcionar con "energía limpia".

Este es un pensamiento mágico. La licuefacción del gas requiere una inversión a largo plazo y energía confiable. Las instalaciones no pueden funcionar con energías renovables intermitentes, y las empresas no invertirán miles de millones de dólares si creen que los reguladores las matarán una vez que pase la crisis.

La realidad actual es que EE.UU. no tiene suficiente capacidad de exportación de GNL para reemplazar los 170 000 millones de metros cúbicos que Rusia envía a Europa cada año. Gran parte de los 124 bcm/año de exportaciones que EE.UU. técnicamente puede enviar están vinculados a contratos a largo plazo con Asia.

Pero el director ejecutivo de EQT, Toby Rice, dijo este mes que cree que las exportaciones de gas de EE.UU. podrían reemplazar "fácilmente" el suministro ruso en cuestión de años, y que EE.UU. tiene el potencial de cuadriplicar su producción de gas para 2030. EQT es el mayor productor de gas natural de EE.UU.

Un obstáculo importante es la escasez de capacidad de oleoductos. Varios grandes proyectos de exportación de gasoductos y GNL se han desechado en los últimos años en medio de la oposición de estados progresistas y grupos ecologistas. Puede llevar de cuatro a cinco años obtener un permiso federal para un oleoducto que se puede construir en seis a nueve meses. La Administración Trump aceleró los permisos, pero los reguladores de Biden tienen aprobaciones lentas.

Dos solicitudes para aumentar las exportaciones de GNL estuvieron en el Departamento de Energía durante más de dos años. Finalmente fueron aprobados hace dos semanas cuando la Administración se apresuró a suministrar más gas a Europa. Pero eso era demasiado tarde para ayudar este invierno.

Europa se resistió durante mucho tiempo a firmar contratos a largo plazo para US LNG porque Rusia proporcionaba gas barato. Esto obstaculizó la inversión de EE.UU. en instalaciones de exportación de GNL y es una de las razones por las que hay 13 terminales aprobadas que podrían enviar 258 mil millones de metros cúbicos cada año que aún no están en construcción. La mayoría fueron aprobadas en los años de Trump.

Ahora Europa finalmente está aceptando contratos a largo plazo, pero la Administración dice que se opone a la inversión estadounidense en gas a largo plazo. Escuche nada menos que a una jugadora poderosa como Gina McCarthy, la asesora climática nacional de la Casa Blanca, esta semana. La política climática de Estados Unidos “ya no es una lucha por el carbón. Es un desafío sobre las inversiones en gas natural e infraestructura porque no queremos invertir en cosas que tienen un límite de tiempo. Porque tenemos un tiempo limitado”, dijo en un foro del American Council on Renewable Energy.

¿Qué CEO en su sano juicio va a invertir con la Sra. McCarthy sosteniendo la espada de "tiempo limitado" sobre su cabeza? Hay una razón por la que los permisos de exportación de GNL del Departamento de Energía son válidos hasta 2050. Puede llevar décadas recuperar la inversión.

Al menos Europa finalmente está reconociendo sus locuras climáticas y energéticas. La Comisión Europea se comprometió esta semana a simplificar las regulaciones para acelerar los proyectos de importación de GNL. Alemania planea extender la vida útil de sus plantas de carbón, y el Reino Unido está adoptando la exploración de petróleo y gas en el Mar del Norte.

Lástima que la Administración Biden todavía vive en la-la land.