La pospandemia llegará con el desafío de conjugar los intereses de las empresas con los de los empleados acostumbrados al teletrabajo
ANDRÉS HATUM
“Si pueden ir a un restaurante en Nueva York pueden ir a la oficina”, este fue el duro mensaje del jefe del banco Morgan Stanley sobre el trabajo remoto. Pero no es el único caso. El director ejecutivo de Goldman Sachs, David Solomon, les dio un ultimátum a los trabajadores de la empresa para volver a sus oficinas y consideró al trabajo remoto “una aberración”.
Sin embargo, no todos toman esta actitud tan determinante. Deloitte, una firma contable y de consultoría, decidió que todos sus empleados en el Reino Unido pueden elegir dónde, cuándo y cómo trabajar. Esto podría darle a la empresa una oportunidad de diferenciarse como empleador dentro de la industria.
¿Cuál es la actitud correcta? ¿Qué se gana y qué se pierde con volver o no a la oficina?
En los países donde la vacunación está generando mayor calma y una vuelta a cierta normalidad, el planteo de la forma de trabajar en el futuro próximo está en la agenda directiva. Una reciente encuesta de la consultora McKinsey entre 100 altos directivos de diferentes industrias y geografías muestra una reflexión interesante.
El personal de 99 de las 100 empresas que participaron en la encuesta trabajaban, previo a la pandemia, 100% de su tiempo en las oficinas. Sin embargo, la visión para el futuro es diferente: 90% de las empresas está visualizando un trabajo híbrido que combina días en casa y días en la oficina. Solamente el 10% de las empresas consideró que el trabajo será, mayoritariamente, en la oficina.
El fenómeno mundial del home office que trajo aparejado la pandemia permitió varias cosas. Primero, que tiraron por la borda a aquellos jefes que decían que desde casa no se trabajaba porque “eso no era trabajar”. Ahora ese mismo jefe está en el living de su residencia trabajando. Segundo, el home office obligado alejó los fantasmas que existían para muchas profesionales mujeres sobre cómo manejar los tiempos de la oficina y los de la crianza de sus hijos: hoy todo se encuentra en el mismo lugar.
Es más, los hombres, que previo a la pandemia dejaban por la mañana sus hogares y detrás hijos, menesteres del hogar, perros y gatos a cargo de sus parejas, comenzaron a compartir, y sufrir, lo que significa lidiar con la casa y el trabajo al mismo tiempo, algo de lo que no estaban acostumbrados. Finalmente, el home office generó una ola de mayor inclusión y diversidad en las organizaciones que se animaron a romper las barreras de los prejuicios y contratar a personas de la comunidad transexual. “Espero que sea una tendencia que venga para quedarse cuando volvamos a las oficinas”, remarcó una gerente de recursos humanos.
En una encuesta sobre las expectativas de la gente sobre el futuro, arrojó datos interesantes que los jefes de Morgan Stanley o Goldman Sachs tendría que tener en cuenta para, al menos, demostrar cierta empatía con la gente.
Respecto a las expectativas sobre el futuro, los entrevistados, todos ellos empleados en empresas, esperan lograr un mejor balance en sus vidas profesionales y personales; mayor flexibilidad en el día a día, y; un foco mayor en el bienestar de las personas.
Miedos presentes
Pero la gente también tiene miedos. Algunos jefes temen que sus equipos sean menos competitivos si no regresan pronto a la oficina o que la creatividad de los equipos vaya a mermar sin la interacción diaria. La desconexión entre equipos y colegas es una preocupación también ya que podría afectar a la performance en general.
Muchos trabajadores con hijos tienen, por otra parte, una doble preocupación: perder la flexibilidad ganada con el trabajo desde casa y ser desplazados por empleados más jóvenes y solteros que regresen antes y aprovechen esa cercanía para tejer mejores conexiones con los ejecutivos y con los clientes.
Los miedos y las dudas son lógicas. El tsunami de la pandemia afecta a todos los niveles de la vida y, la dimensión laboral, no queda exenta. Todavía hay gente que tiene miedo de volver a las oficinas por temor al contagio.
Sin embargo, las empresas tienen que empezar a preparar el terreno de la vuelta, pero con una cabeza más abierta que la del ejecutivo de Morgan Stanley que, de seguro, la pasó muy mal encerrado en su casa.
Para comenzar, el tema es estratégico para cualquier organización, por lo que la decisión debe estar instalada en la agenda del CEO y de su equipo directivo. Hay que tratar de romper con el paradigma que se venía trabajando. La pandemia arrasó con muchas ideas y también con preconceptos, como hemos visto. Repensar la oficina y la forma de trabajar es algo que afecta a todas las organizaciones por lo que, cualquier decisión que una empresa tome va a tener consecuencias respecto a lo que la competencia haga.
Agenda flexible
Obligar a la gente a volver a la oficina es antediluviano. Y cuando se habla de la Argentina en particular, el estancamiento del mercado laboral en el país hizo que muchos talentos estés emigrando y otros estén aceptando ofertas laborales del exterior para trabajar desde la Argentina, con mucha flexibilidad y sueldo en dólares sin el filtro impositivo de la AFIP. Y este contexto explotó producto de la pandemia, las posibilidades del trabajo remoto, la depreciación de la moneda local y la nebulosa económica del país.
Entonces, ¿qué hacemos? La adopción del trabajo híbrido es la mejor forma de seguir siendo atractivos pospandemia. La gente sí quiere volver a la oficina, pero no todo el tiempo. Los empleados quieren poder manejar una agenda más flexible de trabajo y vida personal y eso lo otorga el trabajo híbrido.
Pensar a la oficina como un hub de colaboración donde una o dos veces por semana los equipos vayan a exponer sus ideas, encontrarse y generar espacios de sociabilización y trabajo, también puede ser una opción válida para las empresas que se animen.
Finalmente, incorporar a la organización la posibilidad de usar espacios de coworking para permitir a los empleados su uso combinado con el de la oficina, posibilita que la gente tenga un espacio diferente a su hogar donde va a seguir en contacto con sus colegas. Algunas empresas están trabajando ya con la idea combinada de una oficina central como hub de colaboración y espacios de coworking distribuidos en la ciudad de Buenos Aires en diferentes barrios para que los empleados vayan al coworking que mejor se adecue a la distancia de su hogar.
Por supuesto que siempre existirán dinosaurios que van a querer volver a la era prepandemia. Un mensaje para esos paquidermos empresariales: ya nada va a volver a ser igual y la gente va a exigir una mejor calidad de vida.