“No hay lugar a dudas de que el magnífico precio del cobre es una muy buena noticia para el Perú”, anota Víctor Góbitz, CEO de Compañía Minera Antamina
El pasado 10 de mayo fue un día histórico para la minería de cobre, principal producto de exportación del Perú. Ese día el precio del metal rojo coronó la cima histórica de US$10.724,5 la tonelada (US$4,86 la libra) en la Bolsa de Metales de Londres, provocando la euforia de los analistas financieros, quienes vislumbran un nuevo megaciclo (boom) de precios para la minería.
Así, el Bank of America prevé que el precio del metal industrial podría alcanzar US$ 20.000 la tonelada al 2025 debido al riesgo de que su oferta, hoy escasa, se agudice por la creciente demanda de las grandes economías y las industrias orientadas a descarbonizar el mundo, como la solar, eólica y la movilidad eléctrica.
Y es que la lucha contra el cambio climático no será posible sin los metales (como el cobre) necesarios para la transición energética, advierte Ruben Arratia, director de investigación de metales de Wood Mackenzie.
“Los precios excelentes que se observan reflejan la escasez de cobre y zinc en este momento y también el optimismo que los inversionistas tienen sobre el futuro de la economía de los países desarrollados”, apunta el economista.
¿Significa esto que nos esperan varios años de crecientes precios para el cobre, que se traducirán en bonanza para el país?
Renta millonaria
“No hay lugar a dudas de que el magnífico precio del cobre es una muy buena noticia para el Perú”, anota Víctor Góbitz, CEO de Compañía Minera Antamina, el productor cuprífero más grande del país.
De hecho, el impacto de su alza continua (118% desde marzo de 2020) ya se está empezando a sentir en la balanza comercial (exportaciones) y, de forma particular, en la recaudación fiscal.
Prueba de ello, la campaña de Impuesto a la Renta 2020, que registró la cifra más alta en toda la historia de la Sunat: S/.6.200 millones, impulsada “por el incremento de los pagos de la actividad minera, que superaron en casi S/ 1.500 millones los registrados en la campaña del año anterior”, informó en ente recaudador.
Marcial García, socio de impuestos de EY, tiene claro que este impacto será mayor el próximo año, cuando se regularice el próximo pago del Impuesto a la Renta (la mitad del cual se convertirá en canon para las regiones).
Y lo mismo ocurrirá con los recursos provenientes de las regalías y los impuestos específicos a la minería (Impuesto Especial Minero y Gravamen Especial Minero), implementados precisamente para “capturar una mayor renta minera en época de precios altos de los metales”, anota García.
Como consecuencia, el sector minero asignará este 2021 un mayor porcentaje de sus utilidades al pago de tributos: 56%. Es decir, 9 puntos porcentuales más que el promedio, debido “al alto precio de los minerales, que ha mejorado los resultados de las empresas mineras”, explica Raúl Jacob, presidente de la Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y Energía.
Esto significa que el Estado tendrá más dinero para pagar la planilla pública y llevar a cabo las obras de infraestructura que tanto necesita el país.
“La economía peruana está sustentada en el cobre, y lo que esto debería provocar es mucha actividad colateral”, apunta Noé Vilcas, CEO de Explomin, la compañía de perforaciones más grande del Perú.
Sin embargo, no es eso lo que está ocurriendo, debido a la incertidumbre política que empaña el horizonte.
Oportunidad perdida
Marita Chappuis, consultora en economía minera, anota que los productores mineros van a cumplir con pagar enormes sumas al Estado por concepto de impuestos, pero advierte que “van a pensarlo dos veces antes de desarrollar cualquier nueva inversión”.
Con el precio del cobre en su mejor momento, los actores de la cadena de valor minera – productores y proveedores por igual – están optando por postergar sus proyectos y obrar con cautela.
“Solo se está invirtiendo en lo indispensable, como labores de mantenimiento y de ingeniería, que no se pudieron realizar en el 2020. Todo lo demás se ha suspendido, en espera de lo que suceda en la segunda vuelta electoral”, refiere Noé Vilcas.
Para Carlos Gálvez, ex presidente de la SNMPE, se trata de otra oportunidad perdida para que el Perú despegue y pueda competir con Chile de igual a igual en producción de cobre, generando más rentas y beneficios económicos para el país.
Por el contrario, advierte que las empresas están retrayendo su interés de invertir en el Perú, como Southern Copper, que está desviando hacia México US$650 millones destinados inicialmente para Tía María. Y Rio Tinto, que “estaría poniendo en venta” su megaproyecto de cobre La Granja (Cajamarca).
“Con estos precios, no nos paraba nadie. Es cierto que muy pronto entrará en producción Mina Justa, pero ya debíamos tener en marcha Coroccohuayco, Zafranal y Tía María; y deberíamos estar trabajando también en Conga, Michiquillay y Galeno. Sin embargo, nos estamos perdiendo la oportunidad que tanto pudimos soñar”, señala.
Cuestión de precios
Por estas consideraciones, Chappuis considera irrealistas las expectativas del Minem de atraer mayores inversiones mineras al 2025 (cerca de US$ 8.000 millones más) sobre la base del alto precio del cobre, sobre todo, porque advierte que esta escalada es coyuntural.
Esto es, que solo duraría este año y el próximo “volvería a descender”.
Así lo entienden la mayoría de especialistas mineros consultados para este informe. Y también la Comisión Chilena del Cobre, que el pasado 7 de mayo manifestó que “aún no se dan las características para un superciclo del precio del cobre”, por lo que mantiene su pronóstico de US$3,3 la libra para el 2021 y US$3 la libra para el 2022.
Una reciente encuesta desarrollada por Focus Economics develó, efectivamente, discrepancias entre los analistas del mercado de metales sobre el futuro del precio del cobre.
Mientras unos, como Goldman Sachs, visualizaban un megaciclo con precios superiores a US$12 mil la tonelada hacia el 2022, otros como JP Morgan veían precios mas cercanos a US$7 mil.
Juan Carlos Guajardo, director de la consultora Plusmining, advierte que la razón podría estar de lado de los segundos.
A su entender no nos encontramos en medio de un megaciclo, y la razón es que no hay factores estructurales, sino financieros, detrás de la creciente demanda de cobre. Esto es, una inyección monetaria sincronizada y sin precedentes de las economías occidentales para enfrentar el COVID-19, la cual estaría influenciando de manera artificial los precios de los commodities.
“Cuando se generan este tipo de inyecciones ocurre que muchos inversionistas se vuelcan masivamente sobre un activo y eso termina generando correcciones muy importantes que pueden derivar, incluso, en una crisis financiera”, advierte.
Factor China
Del mismo modo, Víctor Góbitz considera que no existen “fundamentos de peso” para asegurar que habrá un alza continua en el precio del metal rojo.
A su entender, el gran factor relevante detrás del rally del precio del cobre es China, país que viene comprando cantidades enormes del metal rojo para precaverse ante un posible recorte de oferta por parte de Chile y Perú, países que atraviesan situaciones políticas difíciles.
El problema con esto, señala, es que en cualquier momento el gigante asiático podría decidir dejar de acumular cobre, lo que originaría que su precio se corrija.
Por esta razón, Góbitz es cauto en sus estimaciones sobre un alza continua del precio del metal rojo en el corto plazo.
“Yo diría que estamos en presencia del inicio de un buen ciclo de precios, pero es prematuro decir que es un megaciclo. Eso se va a saber en varios años mas”, precisa Guajardo.
En opinión de Góbitz y otros empresarios mineros, esto brinda algo de tiempo para lograr un consenso nacional en torno a la importancia de la minería y la necesidad de contar con funcionarios regionales aptos, que no dilapiden las rentas que la explotación minera deja al país.
Caso contrario. volveríamos a destruir una nueva oportunidad para el país, cuando el alto precio del cobre se transforme, esta vez sí, en un megaciclo.