Episodios de volatilidad similares registrados en otros países de la región anticiparían una mayor depreciación del sol peruano de cara a la segunda vuelta
Desde inicios de abril, el tipo de cambio ha registrado una fuerte tendencia al alza. El sol peruano ha pasado de una cotización de S/3,63 por dólar en promedio durante la semana previa a la primera vuelta, a S/3,82 en la primera semana de mayo, acumulando una depreciación de 5,2%.
Este aumento ha sido mayor que el registrado por otras monedas de la región durante el mismo período, y estaría reflejando la incertidumbre que perciben los inversionistas sobre el rumbo que seguirá la política económica del próximo gobierno.
Una interrogante que surge en medio de esta mayor volatilidad es si el tipo de cambio continuará su trayectoria ascendente –tanto en el corto como en el mediano plazo– o si, por el contrario, el sol recuperará parte del valor perdido frente al dólar en el último mes.
Los calendarios electorales y la incertidumbre política en diferentes países de América Latina han tenido recurrentemente repercusiones en sus mercados financieros, generando presiones y especulaciones sobre el desempeño de sus monedas.
En el 2002, por ejemplo, Brasil atravesó por una situación similar a la que viene ocurriendo en el Perú. Las encuestas de intención de voto le daban a Luiz Inácio Lula da Silva, candidato del Partido de los Trabajadores, altas posibilidades de ganar. Al representar un cambio drástico en la continuidad de políticas que se venían aplicando previamente en la economía brasileña, su liderazgo en las preferencias electorales provocó un aumento del tipo de cambio. En efecto, el real brasileño por dólar pasó de R$2,87 faltando 15 semanas para la segunda vuelta electoral, a R$3,88 en la semana previa a la elección final, una depreciación de 35%.
Otro país de la región que experimentó un episodio parecido fue México en el 2018 frente a la posible victoria de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), candidato de la coalición de izquierda Juntos Haremos Historia. Durante la campaña, sus propuestas se caracterizaron por ser intensivas en el uso de recursos fiscales y estar orientadas a nacionalizar los recursos energéticos, revirtiendo las reformas emprendidas por la administración anterior. En este caso, la cotización del peso mexicano frente al dólar pasó de MXN$ 18,60 a MXN$ 20,62 entre la decimoquinta y tercera semana antes de las elecciones, un aumento de 11%.
Cabe notar que tanto el real brasileño como el peso mexicano recuperaron parcialmente su valor luego del período electoral. Ello se explica en parte por la moderación de los discursos por parte de ambos candidatos al aproximarse la fecha de las elecciones y tras resultar elegidos.
Lo ocurrido en estos países muestra la volatilidad y vulnerabilidad a la cual podría llegar a enfrentarse el tipo de cambio en el Perú ante la incertidumbre política. A la fecha, la devaluación del sol ha sido menor que en los casos de Brasil y México. Sin embargo, ello no garantiza que esta menor volatilidad comparada se mantenga en las próximas semanas. Sin un compromiso con la estabilidad macroeconómica, el sol podría seguir una trayectoria similar a lo ocurrido en el caso del real brasileño en el 2002 y superar el umbral de S/4,50.
A estas presiones políticas se le agregan otros factores que transitoriamente podrían elevar aún más el tipo de cambio por la disponibilidad de soles, como el retiro de la CTS y de las cuentas de las AFP.
Pese al grado de especulación al cual se pueden encontrar expuestos los mercados cambiarios en el corto plazo, en el mediano y largo plazo estos finalmente responden a fundamentos vinculados a la oferta y demanda de dólares que circulan en una economía.
El caso de Brasil es ilustrativo, pues a pesar de la volatilidad registrada en los meses previos a la elección, el real brasileño se apreció en los años posteriores debido al mayor ingreso de dólares a la economía, el cual se vio reflejado en un superávit en la cuenta corriente.
Esta última, según cifras del FMI, pasó de -1,6% del PBI en el 2002, a un promedio de 1,3% del PBI entre el 2003 y 2006, en respuesta a los mayores precios del petróleo, los cuales aumentaron 112% en esos años.
Así, la trayectoria que podría seguir el tipo de cambio en el Perú en los próximos años dependerá de los factores estructurales que influyen en la llegada y salida de dólares de la economía peruana. Entre estos, destacan variables exógenas como las tasas de interés internacionales, los precios de los minerales que exporta (como cobre, oro y zinc) o de los insumos que importa (como petróleo y maíz) el país, así como otras más vinculadas a decisiones de política que tendrá la próxima administración en aspectos como la atracción de inversiones extranjeras o la promoción de la apertura comercial.
Por otro lado, en un contexto de depreciación de la moneda nacional y potencial inflación, las empresas y las familias podrían empezar a demandar más dólares para protegerse. Ello podría revertir la tendencia de desdolarización experimentada por la economía peruana en las últimas décadas y generar incluso mayores presiones al alza sobre el tipo de cambio.
En medio de la mayor volatilidad registrada desde inicios de abril, el BCRP ha intervenido en el mercado cambiario por un total de US$ 3.078 millones.
Al respecto, Durán-Vanegas (2016) encuentra que por cada US$ 100 millones transados por el BCRP se reduce el tipo de cambio en 0,12%. Es decir, sin la intervención del BCRP de abril y los primeros días de mayo, actualmente la cotización del sol con respecto al dólar sería de S/3,96.
Cabe señalar que el BCRP ha construido a lo largo de los últimos años una de las hojas de balance más sólidas de América Latina –reflejada en sus altas reservas internacionales–, lo cual le brinda el respaldo financiero necesario para enfrentar episodios de alta volatilidad cambiaria como el que se encuentra atravesando actualmente el Perú.