Durante su primer año de vida, un Bitcoin no tenía valor alguno, y no alcanzó su primer precio hasta el 2010, año en el que su valor más alto fue de 39 centavos de dólar. Hoy sin embargo empresas como Tesla Motors, ya permiten que sus productos sean pagados con criptomonedas, concretamente con Bitcoin, la más sólida de todas, y eso si, solo en los Estados Unidos.
El Bitcoin, así como otras monedas de la misma naturaleza, se basa en la tecnología blockchain, la cual permite transferencias entre pares registradas públicamente a través de redes informáticas cifradas sin la necesidad de una autoridad centralizada como un banco, lo que ha propiciado que su popularidad se dispare en los últimos años.
Debido a sus características clave como la descentralización, la auditabilidad y el anonimato, blockchain es ampliamente considerada como una de las tecnologías más prometedoras y atractivas para una gran variedad de industrias. Pero ¿de dónde sale un bitcoin?, puede que se esté preguntando si no esta versado en el mundo de las criptomonedas.
Para entenderlo hagamos una sencilla comparación con el oro. Para obtener oro es necesario la maquinaria, la energía y la fuerza de trabajo adecuada para hacer que su extracción sea rentable y obtener beneficios. A grandes rasgos, la obtención de bitcoins está basada en un mecanismo parecido que recibe el nombre de minería de bitcoins, pero en el que los mineros reciben cada 10 minutos un problema matemático a resolver, y donde el primero en hacerlo se hace con las nuevas monedas que se ponen en circulación.
Esta minería conlleva la expansión constante de la potencia de procesamiento de los equipos dedicados a las tareas de minería, lo que según los autores de un nuevo artículo que se publica esta semana en la revista Nature Communications bajo el título, Policy assessments for the carbon emission flows and sustainability of Bitcoin blockchain operation in China, está asociado con un mayor consumo de energía. "A pesar de sus promesas y atractivo, existe un inconveniente de emisión de carbono y energía no despreciable en la extracción de bitcoins" según sus autores.
El precio energético de una moneda digital
Para llevar a cabo su investigación Dabo Guan y Shouyang Wang, autores principales de estudio, rastrearon junto a sus colegas los flujos de emisión de carbono de las operaciones blockchain asociadas a la minería de bitcoin en China a través de un modelo de emisión de carbono simulado.
Dadas las tendencias actuales en la minería de Bitcoin, estiman que el consumo de energía de este proceso alcanzará su punto máximo en 2024 consumiendo alrededor de 297 teravatios por hora y generando alrededor de 130 millones de toneladas métricas de emisiones de carbono, cantidades superan la producción anual total de emisiones de gases de efecto invernadero de países de tamaño medio en Europa, como Italia o la República Checa.
Los autores sugieren que las intervenciones políticas son fundamentales para reducir estos impactos. Sin embargo, al incorporar diferentes escenarios en su modelo, encuentran que las políticas actuales como los impuestos al carbono no son efectivas para frenar las emisiones de la industria de bitcoin.
En cambio, encuentran que las políticas de regulación enfocadas a los mineros de bitcoin representan la mejor manera de alterar la estructura actual de consumo de energía y reducir las emisiones futuras de las operaciones blockchain.
Según defienden los autores, el creciente consumo de energía y las emisiones de carbono asociadas de la minería de bitcoin podrían socavar los esfuerzos sostenibles globales. De hecho debido al coste energético de la actividad, países como Mongolia, así como algunas regiones de China, ya han prohibido la minería de bitcoin en su territorio.
Sin embargo, atendiendo a la filosofía que rodea a las criptomonedas y el espíritu que subyace detrás de las mismas, el de crear una moneda independiente de entidades financieras y gubernamentales, hay quien con ojos escépticos observa estas medidas como pequeños pasos que atienden a la fiscalización de una moneda que nació precisamente con el objetivo contrario.