La reducción de demanda de Argentina y Brasil, el mayor contratiempo para el gobierno de Arce
VIKTOR KATONA
En menos de 12 meses, Bolivia ha logrado cerrar el círculo. Primero, Evo Morales renunció como presidente de Bolivia en noviembre de 2019 en medio de protestas generalizadas que cuestionaron el conteo de votos, solo para dar paso a un gobierno interino fuertemente respaldado por el ejército encabezado por Jeanine Anez que ha retrasado la votación presidencial debida tres veces (enero, luego Mayo, finalmente septiembre) antes de permitir la votación presidencial del 18 de octubre.
En uno de los ejemplos más raros de América Latina de voto popular que hace retroceder un golpe militar por medios democráticos, aunque las causas fundamentales del descontento popular estaban justificadas y sólidas, los bolivianos otorgaron una gran victoria a Luis Arce, un exministro de Economía de la administración anterior.
Esto significa que la Bolivia de 2021 aparentemente dará un paso atrás y varios pasos adelante. La victoria de Arce en las elecciones ha provocado una mínima actividad pública, su 55% siempre fue el doble que el porcentaje de votos del subcampeón Carlos Mesa (29%). El presidente Arce también tendrá más libertad de acción para llevar a cabo políticas internas difíciles, considerando que puede ejercer con orgullo su mandato de 12 años como ministro de Finanzas sin las connotaciones negativas de las payasadas de Evo Morales. Morales ha repetido en varias ocasiones que nunca se postularía para un cuarto mandato y aceptaría los resultados del fallido referéndum constitucional de 2016, pero aun así perseveró siendo él mismo el principal candidato del Partido Movimiento al Socialismo (MAS) en 2019.
Ahora que Luis Arce puede utilizar esta aplastante victoria para consolidar el espectro político boliviano a su alrededor, puede evaluar la gravedad de los desafíos relacionados con la energía que enfrenta actualmente la nación latinoamericana. Dado que Bolivia es principalmente un exportador de gas con cifras de producción de crudo relativamente bajas, el tema de las exportaciones de gas natural es crucial para la solidez y sostenibilidad de la economía.
En este caso, el principal enemigo del presidente electo Arce es la presidenta interina saliente Jeanine Añez, que no fue elegida para el cargo (y algo importante a tener en cuenta para comprender las implicaciones legales), pero aceptó renegociar los acuerdos de suministro de gas de Bolivia con frente a sus dos principales compradores de gas, Brasil y Argentina. Huelga decir que ambos acuerdos fueron renegociados en detrimento de la economía boliviana, el 30% de la cual depende de los ingresos del gas natural.
Fuente: Instituto Nacional de Estadística, Estado Plurinacional de Bolivia.
Según la configuración anterior, Brasil tenía un acuerdo de suministro a largo plazo con la empresa nacional de petróleo y gas de Bolivia YPFB que estipulaba un requisito de adquisición de compra o compra de 24 millones de millones por día, mientras que Argentina estaba obligada a comprar 18 millones de millones por día. rebajado a 14 millones de millones por día a Brasil y 11 millones de millones por día a Argentina, lo que equivale a una caída de aproximadamente el 40% en todos los ámbitos.
Lo curioso de la situación es que en abril-mayo, el punto más bajo de América Latina del 1er.Ola COVID, tanto Brasil como Argentina no lograron alcanzar sus compromisos contractuales ya reducidos, por lo que la demanda de gas natural fue baja en esos períodos. Aunque la demanda parece estar repuntando un poco, se informó por última vez que Argentina importó alrededor de 18 millones de millones por día de gas boliviano (correspondiente al umbral de compra o pago anterior), esta caída en los volúmenes de exportación ha agravado el déficit presupuestario de este año, se supone. estar alrededor del 10-11%.
Las tribulaciones de hoy marcan el final decisivo de la era dorada de la década de 2010, cuando la Bolivia liderada por Morales logró duplicar su PIB, dejando atrás los terribles 20 años de estancamiento entre 1985 y 2005. La renacionalización del sector de hidrocarburos de Bolivia después de su privatización ultraliberal de 1996 fue fuertemente apoyado por los bolivianos (el referéndum energético de 2004 cuando el 92% de los votantes votaron a favor de la nacionalización tuvo lugar bajo el presidente Mesa pero él rehuyó llevarla a cabo) incluso antes de Morales, es solo que él fue el primero en ver la verdadera oportunidad política que conllevaba. Aunque el petróleo y el gas no generarán tantos ingresos como en los últimos años,
Al mismo tiempo, uno de los principales contratiempos de la presidenta interina Jeanine Añez fue su intento de reprivatización de la empresa eléctrica Elfec, menos de una década después de la nacionalización de 2010 llevada a cabo por Evo Morales. El asunto Elfec no solo llevó a la renuncia inmediata de cuatro ministros del gabinete, incluido el destacado ministro de Finanzas Oscar Ortiz, sino que también brindó el último clavo en el ataúd de las ambiciones de la propia Áñez de presentar su candidatura a la presidencia.
Este fue un conmovedor recordatorio de que la soberanía de los recursos y la voluntad de mantener una parte crucial de la infraestructura energética en manos públicas sigue siendo un tema importante no solo para la población boliviana sino también para las capas políticas y que las acciones de Morales han tenido un impacto que va más allá de su persona.
El presidente electo Arce ha declarado en una entrevista reciente a un periódico brasileño que tiene la intención de renegociar el acuerdo de gas con Brasil ya que su predecesor no tenía derecho a renegociar un pacto sin tener el mandato democrático para hacerlo, lo que significa que las prioridades iniciales serían en lugar de centrarse en la lucha contra incendios inmediata en lugar de decisiones estratégicas.
El objetivo general de la política económica de Arce parece ser reactivar la demanda interna que se ha estabilizado durante los meses de pandemia y reiniciar algunas formas de subsidios a los pobres. Al mismo tiempo, sus declaraciones apuntan a que la futura administración de Arce será más frugal fiscalmente que la de Morales y, en este contexto, el giro de la administración de Áñez hacia un sistema menos socialista podría resultarle beneficioso para deshacerse de algunos problemas de la era Evo. excesos.
En términos de la política de hidrocarburos de Bolivia, parece haber muy poca probabilidad de que el presidente Arce adopte medidas para revisar el código de hidrocarburos de 2005 del país, ya que fue parte de su adopción.
Tener que hacer frente al doble golpe de la reducción de compromisos frente a los principales compradores de Brasil y Argentina y los bajos precios del petróleo (a los que está vinculado el precio de venta del gas) se convertirá en uno de los mayores contratiempos en la gestión del gobierno. impulso para devolver la producción a los niveles anteriores a 2020; la hora del país para aplacar los temores de los inversores de que Bolivia no es lo suficientemente segura para la inversión y esta vez perjudicará en gran medida sus perspectivas a corto y mediano plazo. Dicho esto, las grandes empresas de petróleo y gas como Gazprom, Total o Petrobras ya están activas en Bolivia y podrían intensificar su juego de exploración y producción si se les atrae adecuadamente.
