La preocupación por el cambio climático está cambiando drásticamente los mercados energéticos en todo el mundo, y algunos expertos creen que gran parte del activo más valioso del país quedará bajo tierra sin extraer
MICHAEL STOTT
Venezuela, que alguna vez fue un rico exportador de petróleo, tiene la esperanza de revivir su destrozada economía gracias a una enorme inversión que le permita empezar a extraer una de las mezclas de crudo con mayor contenido de carbono del mundo.
Pero la preocupación por el cambio climático está cambiando drásticamente los mercados energéticos en todo el mundo, y algunos expertos creen que gran parte del activo más valioso del país quedará bajo tierra sin extraer.
"El petróleo no nos salvará esta vez", aseguró Pedro Burelli, un ex miembro del directorio de la petrolera estatal venezolana PDVSA que ahora dirige una consultora en EE.UU. "Tenemos que reinventarnos como país y como economía".
Durante el gobierno socialista revolucionario del presidente Nicolás Maduro, Venezuela ha sufrido uno de los peores derrumbes económicos del mundo en tiempos de paz. El PBI se desplomó más de tres cuartas partes en los últimos cinco años, según las cifras del FMI. Cerca de 5 millones de refugiados han huido del país indigente.
Debido a la crónica mala gestión de la industria petrolera nacional y a las draconianas sanciones de EE.UU. a las exportaciones, la producción de crudo de Venezuela disminuyó a 359.000 barriles diarios en el tercer trimestre de este año, un poco más de una décima parte del nivel que se registraba a principios de la década de 2000.
Pero Venezuela tiene las reservas probadas de petróleo más grandes del mundo, según datos de la OPEP. Una de las pocas cosas en las que Maduro y el líder de la oposición apoyado por Estados Unidos y la Unión Europea, Juan Guaidó, están de acuerdo es en que el camino hacia la recuperación se encuentra en una enorme inversión para revivir la industria.
El Plan País elaborado por el equipo de Guaidó es inequívoco: "El petróleo y el gas son los recursos fundamentales con los que cuenta la nación para comenzar su reconstrucción".
Elías Matta, presidente de la comisión de energía de la Asamblea Nacional de Venezuela dominada por Guaidó, dijo que reconstruir la otrora admirada PDVSA "llevará de ocho a diez años y costará entre u$s 180.000 y 200.000 millones producir 2 millones de barriles diarios más".
Matta le dijo a Financial Times que está trabajando en una nueva ley de hidrocarburos para reabrir el sector a la inversión privada y afirmó que había "un alto nivel de interés" de las compañías petroleras extranjeras en participar.
Andrew Grant, que dirige el área de investigación energética en Carbon Tracker, un think-tank independiente sobre el cambio climático, dijo que sus simulaciones muestran que a Venezuela solo le resultaría rentable extraer 2.500 millones de barriles de sus vastas reservas de petróleo, o cerca de cinco años de producción a un ritmo de 1,5 millones de barriles diarios.
“Si uno tiene la más mínima duda sobre el futuro de la demanda de petróleo, no habría que acercarse a Venezuela”, dijo.
Algunos insisten en que el petróleo de Venezuela aún no ha perdido su atractivo. Ricardo Hausmann, exministro de planificación venezolano en la década de 1990 que ahora trabaja en el Centro para el Desarrollo Internacional de la Universidad de Harvard, afirmó que “hay pocos lugares en el mundo donde hay reservas probadas con cero riesgo geológico y costos de producción bastante bajos”.
Él cree que el país todavía tiene posibilidades de atraer compañías petroleras siempre y cuando Venezuela pueda recrear un estado que funcione, garantizar la paz y la seguridad y ofrecer una fórmula fiscal y regulatoria favorable a las inversiones.
Pero hablaba desde Miami. Como muchos otros partidarios de Guaidó, se vio forzado a huir al extranjero por el gobierno de Maduro. La oposición venezolana se enfrenta a una derrota casi segura en las elecciones del mes próximo para renovar en su totalidad las bancas de la Asamblea Nacional debido a las normas vigentes que favorecen al gobierno. EE.UU. ya las calificó como un "fraude".
Sin embargo, aunque de alguna manera se podría inducir a Maduro y su círculo íntimo a marcharse, gran parte de la riqueza petrolera del país podría perder su valor debido a los abruptos cambios que está experimentando la industria energética mundial.
El "Plan País" dice: "Volvamos a la era del petróleo". Es la premisa equivocada. Ahora estamos en el final de la era del petróleo", afirmó Burelli en una charla con la Sociedad Británico-Venezolana, señalando que la infraestructura petrolera de Venezuela ha sido efectivamente destruida y PDVSA está en ruinas.
"El país está físicamente en manos de matones armados de todos los colores y nacionalidades", agregó. "Necesita una tremenda cantidad de asistencia en seguridad incluso para la primera fase de una operación humanitaria".
No todas las opiniones son tan negativas. Un ejecutivo de la industria petrolera estadounidense dijo que Venezuela sería "todavía muy factible" como destino de inversiones si el gobierno cambiara.
"Está a cinco horas de vuelo de Houston", dijo. "El crudo venezolano sigue siendo muy competitivo".
Con cada año que pasa, crece la presión de los inversores sobre las compañías petroleras para que sean neutrales en cuanto a las emisiones de carbono y disminuyen las chances de que Venezuela reviva su antes poderosa industria petrolera.
"Cada vez más empresas se alejan de los barriles sucios y el crudo venezolano está entre los más sucios", dijo Valérie Marcel, una experta en energía de Chatham House en Londres. "Todavía hay algunos actores que podrían invertir, pero cada vez son menos."
BP y Shell se negaron a hacer comentarios. Sin embargo, los ejecutivos del sector petrolero señalaron que para sus decisiones futuras cada vez más tienen en cuenta la intensidad de carbono de las inversiones. Es probable que el petróleo de Venezuela sea menos atractivo en estos escenarios, aunque todavía puede tener algún potencial en el gas en alta mar.
Pero admitió que el petróleo “nunca volverá a ser un motor de la economía tan importante como lo fue”, e instó a Venezuela a pensar en invertir en agricultura, turismo y otras industrias para compensar.
Francisco Monaldi, experto en petróleo venezolano del Instituto Baker de Políticas Públicas de la Universidad de Rice, afirmó que la cantidad de empresas internacionales que contemplarían invertir en Venezuela se reduce año tras año.
“Ya se puede ver que hay empresas que abandonan Canadá debido al cambio climático. Ninguno de ellos considerará siquiera a Venezuela. . . no hay duda de que existe una ventana limitada para la inversión “.
Infobae/EFE/Bloomberg
El Departamento del Tesoro de Estados Unidos volvió a extender este martes, ahora hasta el 3 de junio de 2021, la licencia que permite a Chevron continuar con sus operaciones esenciales en territorio venezolano pese a las sanciones aplicadas por Washington contra la compañía estatal Petróleos de Venezuela (Pdvsa).
La licencia previa expiraba este 1 de diciembre.
"Chevron continuará cumpliendo con las leyes y regulaciones relevantes a las actividades que está autorizada a realizar en Venezuela. Seguimos comprometidos con la integridad de nuestros activos en las empresas mixtas y con la seguridad y el bienestar de nuestros empleados y sus familias, así como la continuidad de nuestros programas sociales y humanitarios durante estos momentos difíciles¨, indicó en un comunicado Ray Fohr, vocero de la compañía.
En abril, el Gobierno de Estados Unidos ordenó a Chevron “cesar gradualmente” sus actividades petroleras en Venezuela y le ha exigido que reduzca sus operaciones en el país caribeño a un simple “mantenimiento” de sus activos. En ese entonces se les ha prohibido perforar pozos, vender y comprar crudo o productos derivados del petróleo o transportarlos.
Con esta nueva decisión del Tesoro se permite que cinco empresas estadounidenses, entre ellas Chevron, puedan seguir activas en Venezuela hasta el próximo 3 de junio, a pesar de las sanciones a Pdvsa.
Las otras cuatro compañías son Halliburton, Schlumberger, Baker Hughes y Weatherford International.
Chevron, la segunda petrolera de Estados Unidos y la séptima del mundo, es la última gran compañía estadounidense que aún operaba en el sector del crudo en Venezuela, donde está activa desde hace décadas y cuenta con unos 8.000 empleados.
Desde su llegada a la Casa Blanca en 2017, el Gobierno del presidente estadounidense, Donald Trump, ha impuesto numerosas rondas de sanciones económicas contra la dictadura de Nicolás Maduro, quien no es reconocido como presidente legítimo del país por más de medio centenar de naciones.
El gobierno de Donald Trump impuso fuertes sanciones a la petrolera estatal venezolana PDVSA (REUTERS/Isaac Urrutia)
Asimismo, Washington ha condenado las elecciones legislativas que el chavismo tiene previsto celebrar el 6 de diciembre y a las que no se presentarán 27 partidos opositores por considerar que no existen condiciones posibles para acudir a las urnas.
Estados Unidos ha sido uno de los aliados más fieles del líder opositor venezolano Juan Guaidó, reconocido en 2019 como presidente interino de Venezuela por más de medio centenar de países, aunque otros como Rusia y China mantienen su reconocimiento al dictador Maduro.
Venezuela, que posee las reservas de crudo más grandes del mundo, ha visto derrumbarse su alguna vez poderosa industria petrolera bajo el régimen de Maduro. El declive se aceleró este año por la caída sin precedentes del mercado del petróleo provocada por la pandemia de covid-19 y las sanciones que han hecho que sea muy difícil para el país vender su crudo en casi cualquier lugar.
La historia de Chevron en Venezuela se remonta a la década de 1920. La compañía ha gastado más de 100 millones de dólares en programas sociales en el país en los últimos 10 años, pero su participación en la producción de sus dos proyectos en Venezuela cayó 16% en 2019 a 35.300 barriles por día, una fracción de su producción global.
El productor con sede en San Ramón, California, ha argumentado constantemente que Estados Unidos se beneficia de tener un productor nacional sobre el terreno en un país petrolero tan importante. Chevron también ha soportado las turbulencias internas de este siglo en otras regiones productoras, incluidas Nigeria y Kuwait.