EDUARDO BITRAN
Tuve el privilegio de participar en el Congreso del Futuro 2024, para explayarme sobre las oportunidades y desafíos que representa para Chile la transición energética global.
Chile hace más de una década dejó de converger al PIB per cápita de los países desarrollados. Con la proyección de un crecimiento tendencial inferior al 2%, la divergencia se acentuará, alejándose la posibilidad de llegar al desarrollo y quedando atrapados en la trampa del ingreso medio. Necesitamos nuevas fuentes de crecimiento.
Dada la extraordinaria calidad y dotación de nuestros recursos energéticos renovables y de minerales críticos, tales como cobre y litio, la transición energética global ofrece a Chile una oportunidad única de aumentar la inversión, las exportaciones y sofisticar el aparato productivo, con atributos de sostenibilidad, los que permitirían recuperar el crecimiento de la productividad y generar dinámicas virtuosas de crecimiento sostenible, especialmente en las regiones.
La descarbonización global se sustenta en la electrificación del transporte y de la economía en general. En las industrias en que esto no es posible, la electricidad renovable permite generar hidrógeno verde, químicos verdes y combustibles limpios. La inversión en energías renovables, y la electrificación y el desarrollo del transporte limpio, implicarían un crecimiento de la demanda de cobre en los próximos 10 años que superaría el 5% anual y la de litio el 30% anual.
También tenemos un potencial muy significativo para la producción, uso y exportación de hidrógeno verde, tanto en el desierto de Atacama como en Magallanes. El comité de expertos sobre espacio fiscal y crecimiento tendencial, estima que, con una inversión de US$ 43 mil millones, al 2034 se tendría un valor de producción de US$ 4 mil millones de amoniaco verde y producción de metanol verde por US$ 2800 millones. El metanol verde tiene múltiples aplicaciones, desde combustible sintéticos a diversos usos que permitirían descarbonizar la industria química.
Se requieren fuentes de CO2 biogénicas. Chile, en la región de Magallanes, cuenta con 2,7 millones de hectáreas de bosques que se están degradando aceleradamente. Un manejo sostenible generaría biomasa que permitiría la producción de CO2 biogénico, el que sería neutro en emisiones de gases de efecto invernadero y tendría un costo al menos cinco veces menor que la captura de Co2 del aire.
En la zona centro-sur, donde tenemos 3,5 millones de hectáreas de plantaciones, se podría producir CO2 biogénico con captura puntual de las plantas generadoras de energía eléctrica con biomasas. Así como en la industria de celulosa, para crear una industria forestal que utilizaría combustibles sintéticos y de biofibras e insumos químicos verdes, que implicarían una transformación productiva sostenible de gran valor para el país.
Todo lo anterior nos ofrece la oportunidad de generar un nuevo ciclo de inversión y exportaciones más sofisticadas con impacto significativo en nuestro crecimiento económico sostenible.
* Ingeniero, economista, académico e investigador