MARCELO BONELLI
Rodrigo Valdés -el duro auditor del FMI- está inquieto. Sergio Massa lanzó sin consultarlo un paquete que no estaba previsto en el acuerdo con Washington. La cuestión provocó sobresaltos y exacerbó las peleas en el Fondo por la Argentina. Reavivó las críticas del Tesoro hacia Argentina y los técnicos del FMI. Estos poderosos le cuestionan al equipo técnico del FMI -y también a Kristalina Georgieva - su mano blanda con Argentina y que no hayan previsto la actitud del ministro: Massa decidió anteponer la campaña sobre sus compromisos con el FMI. Ayer dio otra señal: el BCRA no aumentó la tasa.
La Dirección del Hemisferio Occidental pidió explicaciones a Economía. Luis Cubeddu habló con Leo Madcur. El interrogatorio fue directo: “No sabemos cómo van a financiar la baja de impuestos”.
Pero Massa se mofa de la situación y no los atiende. Valdés y Cubeddu le hicieron parir el acuerdo y la relación esta rota con ambos. Massa acusa a Valdés por la devaluación y dice -en privado- que el chileno apostó a una desestabilización para boicotear su candidatura. Este jueves, un importante banquero le envió un chat al ministro: “¿Llamaron del FMI para reclamar?” Massa respondió en mayúsculas : “JAJAJAJA”. Y después agregó: “Que se la banquen, me hicieron la vida imposible. Y soy yo el que nada en dulce de leche”.
Clarín confirmó que Valdés habría recibido una advertencia y un mensaje inquietante del board. Los directores más duros amenazan con levantar el programa con Argentina. Los auditores están elaborando un informe confidencial para ver si los anuncios de Massa tienen consistencia fiscal con el acuerdo de Washington. Massa dice que sí.
Pero Valdés y Cubeddu dudan y pidieron informes a “consultoras privadas”. Massa tomó las decisiones para contrarrestar el efecto político de su peor semana como ministro: la inflación superó los dos dígitos, y adquirió una velocidad crucero peligrosa. Duplicó el índice de julio. Massa -inquieto- tuvo negociaciones secretas con todos los grandes exportadores locales. Petroleros, mineros, aceiteros y las cerealeras.
Son charlas duras, en donde el ministro alertó que no quiere que la aceleración de precios reavive una corrida cambiaria. A todos les exigió apurar sus liquidaciones de billetes y avalar un objetivo político: que el blue perfore antes de las elecciones el piso de los $ 700. Wall Street está atrás de la cuestión. Un informe de Bloomberg sugirió que Massa pateó el tablero con FMI. Otro del JP Morgan insiste en que la inflación viaja rumbo al 200%.
A los lobos de Manhattan les preocupa qué ocurrirá en lo inmediato, y más precisamente el 23 de octubre. Temen que después de las elecciones eclosione la economía y explote la “olla a presión”. El duro e inusual documento de la AEA refleja esa inquietud. También, la reunión el miércoles de la UIA en Cordoba.
LOS ENVIADOS DE MILEI
Gerry Matos recibió hace una semana a los enviados de Javier Milei El candidato había sido invitado, pero eludió el viaje a Connecticut para evitar zancadillas y eventuales conspiraciones. Ya en la casa de Matos había estado Patricia Bullrich. Ahora, Darío Epstein y Juan Nápoli se enfrentaron a un auditorio de 80 banqueros. Recién entrada la madrugada, y después de 6 horas, ambos pudieron volver a sus hoteles.
Clarín reconstruyó esta reunión clave. El encuentro tuvo opiniones diversas. Varios banqueros propusieron medidas y otros se retiraron con escepticismo y sabor a poco. No conformaron las explicaciones sobre la instrumentación del “Plan Motosierra”.
En esa reunión se habló de la bomba de las Leliq, el cepo y la unificación cambiaria. Pero también hubo preguntas incisivas sobre la gobernabilidad: aparecieron los nombres de Mauricio Macri, y una sugerencia sobre un acuerdo al estilo de Duhalde- Alfonsín, y hasta un supuesto, y muy loco, apoyo de Hugo Moyano a las ideas de Milei. Nápoli recogió la sugerencia: “Javier y Mauricio tienen una excelente relación”.
Y después remató: Ellos podrían hacer un acuerdo de gobernabilidad, como el que hicieron Alfonsín y Duhalde”. También se insistió sobre economistas -de otro sector- que podrían incorporarse a un eventual gobierno de Milei. En la reunión se mencionó a Luis Caputo, Martín Redrado y Miguel Kiguel. Epstein afirmó que “en todos los partidos hay gente valiosa como Toto, Redrado y Kiguel”. Y después sugirió: “Menem, cuando fue Presidente, eligió a los mejores”. Epstein, según los banqueros, abrió la charla así: “Vinimos a escuchar”.
Pero después sentenció: “Lo primero que les quiero decir es que no hay solución, ni dolarización, sin resolver la bola explosiva de las Leliq”. Fue la respuesta a una pregunta sobre dolarización. Un banquero contragolpeó: “¿Entonces ustedes va un plan Bonex?”. Y otro alarmó: “¿Así Argentina va a una hiperinflación?”. Nápoli tragó saliva: “No vamos a un Plan Bonex. Vamos a respetar los contratos”.
También fue quien mencionó a Hugo Moyano. Ocurrió cuando se habló de una alianza con el sector sindical. “No se puede confiar en nadie, pero yo creo que Moyano ahora quiere, al igual que nosotros, un cambio”, dijeron los enviados de Milei.
Ambos -Epstein y Nápoli- aclararon que ellos ayudan a Milei. Epstein dijo que seguirá en el sector privado y Nápoli hizo una humorada: “Yo voy a ser como Heller, seguirá en el banco y sere legislador”.
Pero la parte jugosa estuvo al final. Ya quedaban pocos financistas y fue el propio Matos que sugirió la idea y propuso crear una “mesa chica” para trabajar en conjunto una propuesta para terminar con las Leliq, abrir el cepo y unificar el tipo de cambio. Matos se entusiasmó: “Milei no se puede equivocar, de entrada”. Hacia alusión a Macri. Ambos emisarios aceptaron conformar esa “mesa chica”, pero Epstein aclaró: “Ustedes saben que Javier es bilardista”. Y remató: “Ahora lo único que le interesa es ganar el 22”.
La relación entre Milei y Mauricio calienta la interna en Juntos. Ya se sabe: Patricia fue con los tapones de punta en la reunión que tuvo con Macri. Así habría dicho: “Mauricio, no seamos boludos. Si gana Milei, vuelve Cristina”. Macri cumplió y se alineó con Bullrich. Pero entre sus íntimos protestó: “hago lo que me pida, pero no sé qué quiere”.
Milei quiere emular a Carlos Menem y de eso habló con Luis Barrionuevo. Ocurrió en la casa de Carlos Kikuchi. La cena en Nordelta fue larga. Barrionuevo le recomendó que afloje con la reforma laboral: “Javier, nosotros mismos ya estamos modernizando los convenios”. Ambos hicieron un pacto. Barrionuevo va a aportar 300.000 militantes para que fiscalicen la elección. La cuestión inquieta al peronismo. En su peor semana económica, Massa logró unificar a los gobernadores y reapareció La Cámpora.
Máximo -de todos modos- sigue paranoico con Massa y enloquecido con Kicillof. Dice que si ganan ambos “la van a cagar a Cristina”. Para colmo, Axel metió más leña al fuego. Dio a entender que el peronismo tenía que dejar de lado los viejos relatos de Cristina: “Hay que componer una nueva canción”. Máximo respondió: “Yo no me dedico a la música, soy militante dirigente”.
Ambos se celan y tironean por el aval de su Jefa. Es una pelea insólita: discuten como si hubieran obtenido algún éxito. Axel no dejó de cometer groseros errores económicos y Máximo es incapaz de ganar una elección. Ahora, igual, se muestran unidos. Al dúo no los une el amor sino el espanto de la crisis que deja el gobierno que ellos integran.