MICHELLE BACHELET *
En el año 2014, al comenzar mi segundo mandato como Presidenta de Chile, establecimos la Comisión Nacional del Litio con el propósito de proponer una política de Estado destinada al desarrollo de este mineral. Fue una instancia transversal y técnica que entregó amplios acuerdos, que tienen continuidad en la propuesta actual.
Entre las propuestas que se acordaron en cinco meses de discusión, se reafirmó el carácter estratégico del litio y se recomendó mantener su carácter no concesible, así como fortalecer el rol del Estado en su explotación y generar asociaciones público-privadas para maximizar el valor agregado y la rentabilidad social. También se propuso fortalecer la institucionalidad pública relacionada con los salares y crear una empresa estatal para su aprovechamiento.
La Estrategia Nacional del Litio, presentada recientemente, es parte de una conversación que viene desarrollándose hace más una década.
Chile transita una senda responsable y sostenible en términos económicos, ambientales y sociales, que no solo tiene en el centro a los chilenos y chilenas sino también los salares que concentran las reservas nacionales del mineral y que son ecosistemas complejos y únicos; reservas de agua en el desierto y hogar de pueblos y culturas milenarios que debemos respetar y cuidar.
El desarrollo de la industria será liderado por el Estado e involucrará al sector privado en todo el proceso productivo, velando por altos estándares socioambientales, de transparencia, y de libre competencia.
Pese a los cuestionamientos que se levantaron por la participación del Estado en las operaciones, el interés de las empresas que creen en las alianzas público-privadas es mayor. Desde la presentación por cadena nacional de la Estrategia Nacional del Litio, en sólo dos semanas, 46 empresas de 12 países se contactaron con InvestChile porque están interesadas en participar en los distintos eslabones de la cadena de valor del litio en nuestro país.
El número de firmas interesadas es clave, porque constata que en el exterior entienden que Chile, que emplea la modalidad más común de explotación de recursos naturales no renovables en el mundo, quiere y debe ser parte de las decisiones estratégicas y del desarrollo de la industria en su territorio. Y, además, enfrentan con evidencia las inquietudes que viralizan quienes, falsamente, intentan instalar que esta es una nacionalización del litio.
Lo que hace la Estrategia es agregar otra modalidad con asociaciones público y privadas para desarrollar en empresas conjuntas esa actividad, especialmente para desarrollar nuevos proyectos.
No es lo único a considerar: debemos ser hábiles y evitar los evidentes riesgos geopolíticos que el litio puede generar a nivel multilateral. Será estratégico diversificar las conversaciones y alianzas con actores que representen distintos países, porque en la pluralidad de las negociaciones estará nuestra virtud comercial.
Tenemos litio para todos, contamos con más de 60 salares y lagunas salinas. Podemos proteger y explotar, podemos trabajar en conjunto con privados que tengan conocimiento del mercado y cuenten con la tecnología, para que vengan a Chile y construyamos una industria sostenible y que dé garantías, porque la Estrategia presentada por el Presidente Gabriel Boric comprende que el extractivismo no es un proyecto sostenible en el largo plazo.
La colaboración público-privada es la forma de aprovechar esta oportunidad histórica. En concreto, el Estado pondrá visión estratégica de largo plazo en todo el ciclo productivo, desde la exploración hasta la agregación de valor, además de regulaciones claras para asegurar la sostenibilidad y la reinversión en el desarrollo del país. Por su parte, los privados aportarán capital, innovación tecnológica y redes en el mercado.
Pero debemos actuar con urgencia, porque la alta demanda en el mundo, los elevados precios y nuestras reservas nos permiten ser optimistas, pero no podemos confiarnos, porque el mineral no es exclusivo de nuestro territorio.
Ya en 1983 se definió que el litio no era concesible, porque era de alto valor estratégico por ser constitutivo de la energía nuclear. Treinta años después sigue siendo de alto valor estratégico, porque pasó a ser un elemento importante para la transición energética.
En medio de los desafíos y debates en torno al litio, es importante destacar su potencial para generar avances significativos en diversos campos. Esta versátil y valiosa fuente de energía tiene el poder de impulsar la transición hacia un futuro más sostenible y próspero. Con sus múltiples aplicaciones en baterías de almacenamiento, vehículos eléctricos, energías renovables y tecnologías innovadoras, el litio nos brinda la oportunidad de construir un mundo más limpio, eficiente y respetuoso con el medio ambiente.
La promoción de una industria del litio bien gestionada y sostenible puede generar empleo, impulsar la investigación y la innovación. Al fomentar el valor compartido, es posible conciliar el aprovechamiento de los recursos con el bienestar de las comunidades y el cuidado del entorno.
El litio, además, nos brinda una oportunidad para repensar nuestro modelo energético y abrir las puertas a una sociedad más consciente y comprometida con la preservación del planeta. Aprovechar este recurso de manera responsable y equitativa puede ser el punto de partida para forjar un futuro en el que el progreso y la sostenibilidad vayan de la mano.
* Médica y política. Ex presidenta de Chile entre 2006-2010 y 2014-2018