FERNANDO MEITER *
Durante el transcurso de las últimas semanas se ha visto que tanto desde el Gobierno nacional como desde los medios se toma al Gasoducto Néstor Kirchner como la salvación de la Argentina, puesto que permitiría exportar más gas natural a los países limítrofes y al mundo. Si bien la obra es de una magnitud muy importante, para cerrar el circuito, deben suceder otros hechos.
Con el Gasoducto Néstor Kirchner en construcción y posibilitando la ampliación de transporte de gas natural entre las ciudades de Tratayén, en Neuquén, y Saliqueló, Buenos Aires, se abre la posibilidad de que Argentina finalmente pueda pensar en primer lugar satisfacer la demanda interna de gas natural sin depender de las entregas de Bolivia cada vez en cantidades menores y con un contrato que finalizará en 2024, y también convertirse en un proveedor de gas natural para sus países vecinos, especialmente Brasil que actualmente depende del gas boliviano y de las importaciones de LNG.
Pero, como se puede ver en la traza del proyecto, aún se requieren obras complementarias y adecuaciones regulatorias.
El propósito de la obra es abastecer a Chile, tanto para la demanda residencial, industrial y hacer llegar al norte de este país con la energía suficiente como para que pueda desarrollar la incipiente industria de la extracción de Litio.
Para ello, la empresa TGN ha llamado a manifestaciones de interés para construir el gasoducto Vicuña que serviría tanto para abastecer de gas natural a los productores locales de Litio como para los del norte del vecino país, con una demanda proyectada en 3,9 millones de metros cúbicos día
También proveer a Bolivia con gas natural que tiene su producción en franca declinación con una demanda interna de 13 millones de metros cúbicos día, 5 millones para la extracción de litio, especialmente en el Departamento de Potosí, porque sin el fluido para alimentar todo el equipamiento eléctrico debería recurrir al fueloil que es mucho más costoso, y eventualmente utilizar la capacidad ociosa de los gasoductos que vinculan Bolivia con Brasil, para revertirlos y hacer llegar gas argentino hasta el city gate de San Pablo con una demanda estimada de 40 millones de metros cúbicos día.
Asimismo, exportar a Brasil, ya sea utilizando la infraestructura existente en Bolivia, o bien como fuentes extraoficiales han manifestado, hacer llegar ese gas a través de Uruguayana.
Solamente con este escenario Argentina estaría en condiciones desde ahora a los próximos 7 años de tener la posibilidad de exportar cerca de 60 millones de metros cúbicos día, dejar de depender de Bolivia como proveedor de gas natural para el norte argentino, y utilizar la terminal de regasificación de Escobar operada por Excelerate Energy para contar con gas flexible en el caso de que se lo necesite.
Es importante destacar que la oferta de gas natural no solo se circunscribe a Vaca Muerta, sino que también se están obteniendo excelentes resultados en el Golfo San Jorge de las formaciones Palermo Ayke y D-129 sumado al Proyecto Fénix que permitiría a nuestro país contar con muchísimo gas natural, suficiente para el abastecimiento interno como para poder exportarlo al mundo.
EL PRESENTE
La situación actual es que Argentina puede mover desde la planta de San Gerónimo hacia el norte 7 millones de metros cúbicos días completada lo que se denomina la Fase 1, obra complementaria al gasoducto en construcción la idea es tener la posibilidad de incrementar la capacidad de transporte a 10 Mm3/d llegando hasta la provincia de Tucumán. Para ello se necesita que las dos plantas compresoras que hay entre Rosario y Córdoba deban ser revertidas y readaptar los viejos gasoductos existentes al nuevo flujo de sur a norte.
La implementación de esta fase depende de un incremento de tarifa de transporte de transporte prometido por Secretaría de Energía pero que hasta ahora no ha ocurrido.
La Fase 2 es incrementar la capacidad de transporte a 19 Mm3/d, permitiendo abastecer la totalidad de la demanda del Gasoducto Norte sin depender de Bolivia, sumado a los 3 Mm3/d que se obtienen de Salta. Esta obra debería estar terminada antes del invierno del año próximo.
No es una obra menor, vincula el centro oeste con el norte y suma un loop sobre el gasoducto norte con una extensión de 184 Km obra que estará a cargo de Enarsa, financiado por un crédito de la Corporación Andina de Fomento. Esta obra es fundamental frente a los incumplimientos de envíos de Bolivia.
La Fase 3 se basa en la concepción de que los ductos pueden adaptarse a la demanda del momento, ampliando o recortando su capacidad de transporte llegando hasta los 29/ 32 Mm3/d. Esta obra implica 100 Km de loop y 75.000 HP de potencia en 5 plantas compresoras a los efectos de poder abastecer la demanda del norte Chile (3 a 4 Mm3/d) y la industria de litio argentina (otros 4 Mm3/d) y eventualmente llegar a Bolivia y Brasil.
REGULACIONES PENDIENTES
Hasta aquí se puede observar lo que respecta a la obra civil en su aspecto conceptual, ahora bien, además es necesario cambiar algunos aspectos regulatorios y tarifarios que no son menores, por ejemplo, hay que modificar el concepto del movimiento de la molécula de gas que hoy va de norte a sur y que va a ser en sentido contrario, y definitiva e inexorablemente actualizar las tarifas de transporte y distribución.
Hay que tener en cuenta que desde 2019 hasta hoy hubo un 60% de aumento en la tarifa en pesos y en tres cuotas, mientras que el índice de inflación fue del 400 por ciento.
Otro tema que no es menor es que para anclar la demanda y conseguir más financiamiento se debe contractualizar el mercado, ya hubo un comienzo con los distintos Plan Gas que por lo menos, a pesar de sus precios bajos, da algo de previsibilidad al sector.
Se debe cambiar el paradigma de que estas obras deben ser manejadas por el Estado, que generalmente las llevan mal y más caro, hay que dejar actuar a los privados y hay que hacerlo rápidamente ya que Brasil tiene en mente contractualizar el gas producido en presal, con lo cual, si esto ocurre, esta obra no hace sentido. El tiempo es corto, no más de 3 años.
Otro punto que no es menor es que YPF debe buscar una mayor participación de sus socios y más equitativa. Las industrias brasileras y bolivianas están hambrientas de gas que hoy no consiguen y su única solución es el gas argentino.
En conclusión: El recurso está disposición de las operadoras. La demanda existe y está dispuesta a pagar unos US$ 10/12 el millón de BTU, un precio mucho más competitivo que el GNLy que les da una renta justa y razonable a los operadores argentinos. La construcción de la infraestructura está en marcha. Solo resta adaptar la regulación a los nuevos tiempos y permitir una mayor participación del sector privado. El tiempo de contractualizar mercados antes que Brasil es demasiado corto y se debe trabajar muy rápido.
* Especialista en Oil Gas and Utilities, director de TNS Latam y Socio Director de Gas Energy LA