JUAN CARLOS GUAJARDO *
En marzo, se tomarán decisiones importantes en relación a la política nacional del litio y el royalty, aspectos clave para el futuro de la industria minera en el país que en promedio aporta el 10% del PIB nacional de manera directa (sin incluir los efectos indirectos que suman al menos otro 5%) y la mitad de las exportaciones.
En los últimos meses, el litio y el molibdeno han estado entregando al fisco recursos extraordinarios que han disparado la contribución de la minería en momentos de complejidad para las cuentas fiscales.
En cuanto a la política nacional del litio, sobra decir que este mineral es uno de los más valiosos en la actualidad debido a su uso en la fabricación de baterías para vehículos eléctricos y dispositivos electrónicos. Y también es sabido que Chile es el segundo mayor productor de litio a nivel mundial pero que ha desaprovechado hasta ahora su extraordinaria participación de 50% de las reservas globales del mineral con una irresponsable demora en la definición de condiciones para su explotación. En este contexto, resulta fundamental establecer cuanto antes una política nacional que permita el aprovechamiento adecuado del litio.
Respecto al royalty, vale la pena recordar su azarosa trayectoria en el parlamento. Su inicio estuvo marcado por un populismo extremo, propio de los tiempos políticos que vivió el país hace algunos años. Se proponían tasas que llevaban la carga tributaria total a las compañías mineras a sobre el 80% con argumentos que mostraron una total falta de entendimiento de lo que representa un negocio minero sustentable.
La discusión más reciente ha ido convergiendo a un tono más razonable aunque aún la carga tributaria propuesta se ubica en niveles en torno al 50%, claramente incompatible con la competitividad que necesita Chile.
El rechazo a la idea de legislar de la reforma tributaria ha generado un escenario nuevo que puede impactar la discusión del royalty. La tentación de querer compensar con el royalty la ausencia de la reforma tributaria sería un error garrafal pues hipotecaría las condiciones para la inversión futura, con lo que la frase “pan para hoy y hambre para mañana” tendría una aplicación palmaria.
Las decisiones en Chile no pueden olvidar el contexto internacional. Los minerales, especialmente los denominados críticos como el litio, cobre, níquel, cobalto, grafito y tierras raras, no han tenido un momento tan estelar en la economía mundial probablemente desde la revolución industrial.
Las economías más importantes del mundo han desarrollado políticas sobre minerales críticos, tanto para asegurar su abastecimiento (grandes potencias industriales) como para aprovechar la oportunidad, en el caso de países mineros como Australia y Canadá.
En Chile el entendimiento de estas circunstancias excepcionales es solo parcial ya que se busca capturar rentas y forzar el procesamiento de los minerales con sueños más que realidades. Hay que primero asegurar que los minerales sí se podrán explotar de manera adecuada. Australia y Canadá están invirtiendo miles de millones de dólares para aumentar su producción minera, convirtiéndose de esa forma en socios atractivos para los grandes países industriales.
La minería es un tema crucial en Chile y su regulación es fundamental para el desarrollo del país. La disyuntiva entre ser un país minero que solo ordeña una vaca lechera o que plantea condiciones para que la minería sea su plataforma de desarrollo encuentra en estas decisiones de marzo un momento decisivo.
* Director ejecutivo Plusmining