JOSÉ VENEGAS *
Sabemos que hay que avanzar en energías renovables. Pero ese discurso sólo es un lugar común fácil de invocar que no justifica la inacción. Europa ha lanzado un vasto plan energético para este invierno, en la seguridad de que el gas escaseará y/o costará muy caro.
Sus precios han subido varias veces y su logística mundial de suministro sigue muy compleja. El cambio climático no se detiene y en Chile, este año, nos salvamos por sólo un par de frentes de mal tiempo de volver a hablar de problemas de suministro eléctrico.
De seguro al terminar el verano la sequía volverá con todos sus riesgos, y la tormenta energética mundial llegará a Chile, que depende en más de 20% de la generación a gas natural, aumentando su exigencia en año seco o si falta generación a carbón o petróleo.
La reciente licitación de suministros regulados en Chile terminó , por primera vez en años, en un estrepitoso fracaso al no lograr ofertas suficientes y evidenciar alzas importantes en precios. A ello se suma que los costos de las ERNC han subido importantemente, ya sea por las materias primas o el costo de transporte.
Y, relacionado a todo lo anterior, ahora ha comenzado a manifestarse un problema previsible y que no debe tomarse a la ligera: la rotura de la cadena de pago por parte de empresas que no están soportando los costos de abastecer contratos con tan alta volatilidad de costos marginales y grandes congestiones de transmisión.
Como si todo eso fuera poco, la inflación y el tipo de cambio altos han exigido una estabilización de precios versión 2, que no es transitoria como la primera, sino estructural para nuestra nueva y mala realidad económica. Otros US$ 1.800 millones, que obvio, durarán muy poco si el dólar sigue desbordado.
Si no hay licitaciones exitosas, no se reconocen los precios reales y falla la cadena de pagos, no puede haber mucha esperanza en el ritmo de inversiones, que es obvio que ya decae. Frente a todo esto no basta con promover las energías renovables. Hoy hace falta mucho más que eso, o estos primeros síntomas se transformarán en enfermedad grave luego. Aquí van algunas sugerencias de realismo práctico:
+ Urge crear incentivos de emergencia para la inversión en sistemas de transmisión y almacenamiento. En ausencia o demora de más generación solar o eólica, debemos disponer más rápido de transmisión y/o almacenamiento a mayor escala.
+ Debe zanjarse luego y con realismo el programa de cierre de las centrales térmicas, y asegurar el combustible para ellas. Cerrar térmicas por dogma arriesga el suministro y eleva los costos de abastecimiento. Parte de ello está presionando a la cadena de pagos. Con sequía persistente, altos costos del petróleo y gas, contracción de inversiones y elevamiento de costos ERNC, no podemos seguir creyendo ingenuamente que está cerca el día en que haya suficiente ERNC para reemplazar el indispensable suministro térmico, especialmente por las noches.
+ Hay que retornar al realismo y llevar más costos reales a los precios y los contratos. Y aliviar la tensión por la vía de la competencia, liberando en algún grado adicional el límite de clientes libres para que la competencia llegue a más clientes. Es la única forma de contrarrestar el evidente aumento de costos de suministro debido a la situación mundial y nacional.
+ Frente a las rupturas de cadena de pagos, no basta con que el Coordinador ejecute las boletas de garantía. Es necesario que las distribuidoras que tienen contratos con las generadoras en falta hagan lo propio y exijan la mantención de la calificación de sus suministradores. El eventual incumplimiento de esos contratos debiera irrogar altísimas penalidades para las empresas en falta.
+ El realismo de mercado, guste o no, ha sido durante casi 40 años lo único que permitió que Chile tuviera un sistema eléctrico eficiente y capaz de sortear dificultades externas. Sobran ejemplos de lo que pasa cuando un país se aparta de esa ruta.
* Ex secretario ejecutivo de la Comisión Nacional de Energía