Villalonga: Sé lo que hiciste el verano pasado
JULIO VILLALONGA *
“El problema era que un acuerdo con el Fondo fuera usado en contra del gobierno en la campaña; Cristina no quería eso bajo ninguna circunstancia. Después se lo revistió de posición política, de ‘primero que nada está el pueblo’ y eso, pero la verdad es esta: si uno de los principales caballitos de batalla del gobierno era la deuda impagable que generó Macri, no podías aparecer saliendo a las apuradas a tirar la escupidera (con el FMI). Por eso Guzmán pasó a ser el enemigo privado número uno de ella, porque había cerrado el acuerdo en julio y no quisieron anunciarlo porque ‘era lesivo para los intereses de la Argentina’. Y al final, si acuerdan, no va a haber cambiado ni una coma desde entonces y la economía está tres escalones abajo”.
La parrafada, casi una catarsis, fue escuchada por este cronista este viernes de boca de un secretario de Estado “nacional y popular” que hasta las PASO tenía contacto diario con el presidente Alberto Fernández. Desde entonces, ya no tanto.
El peligro de un desmadre económico después de las elecciones del 14 de noviembre, ha conservadurizado el escenario político. Hasta CFK parece haber asumido que su explosiva carta pública de la semana siguiente a las Primarias “quizás no fue una buena movida”. Alberto F., entretanto, se arropó con un grupo de gobernadores norteños –aún shockeado, no puede decirse que Axel Kicillof se pueda contar entre sus apoyos- y con la CGT para sostenerse después del 14-N y hasta que se firme el acuerdo con el Fondo, pero el daño ya está hecho. Y siempre se puede estar peor.
La exposición de Manzur y Guzmán ante inversores en Nueva York les dejó a los segundos la sensación de que el gobierno argentino hará un esfuerzo por sostener una agenda “razonable”, con más “albertismo” que “cristinismo”, pero bien podría ser otro espejismo. ¿Qué podrían decirle a alguien que todavía no huyó despavorido? En Argentina, a pesar de todo, aún hay algunos negocios primarios que pueden ser redituables, Vaca Muerta el principal. Lo “polite” no debería quitar lo valiente, pero el capital es conservador: solo quiere algo de previsibilidad. En un contexto mundial como el de la pandemia, bastaría con eso.
Una rápida consulta a tres de los asistentes al encuentro de este viernes permitió recoger ese clima casi amistoso que lo sobrevoló. “Aseguraron que el Presidente tiene apoyo político para llevar adelante el gobierno en los próximo dos años y lo que se sabe, que el acuerdo con el Fondo es una cuestión prioritaria, de interés nacional. Claro que este momento difícil, decir otra cosa sería complicado, pero se siguen oyendo voces contrarias al acuerdo en el oficialismo, y eso dejó dudas, más allá de lo que dijeran los ministros”.
En el marco del reformismo de Kristalina Georgieva, que chocó de frente con la contrarreforma de EEUU, como se vio esta semana con la victoria pírrica de la directora del FMI ante sus acusadores del Banco Mundial, entidad que controla Washington, cerrar la renegociación de la deuda que contrajo Mauricio Macri en 2018 en condiciones sin antecedentes no debería ser tan difícil. El “factor Cristina” lo hizo. ¿Será este el último “aporte” de la vicepresidenta antes de declinar, como desean tantos? Se verá. Su capacidad de daño, como se observa, está intacta.
El exabrupto de la carta pública de CFK puso en alerta a todo el espectro político. Hace dos semanas, Manzur se comunicó con Horacio Rodríguez Larreta para pedirle “moderación”: “En 2023 volvemos a competir”, le pidió, puede que como una expresión de deseos personal pero hoy solo en el sentido plano: “Ayúdennos a sostener esta situación”. Así aludió el gobernador tucumano de licencia al tembladeral que dejó la desbocada reacción de la dos veces expresidenta tras la derrota en las PASO, que todo indica se repetirá –quizás ampliada, quizás no; falta mucho– a mediados de noviembre.
En la Gran Manzana, en las oficinas del consulado argentino a metros de la Quinta Avenida, después de escuchar a Manzur y a Guzmán la pregunta que se hacían algunos de los inversores era casi la misma: “¿Están en condiciones de controlar a la vicepresidenta?”
Es una duda que atraviesa a casi todos los interlocutores políticos y empresarios en el país por estos días, pero su respuesta afirmativa ya es una necesidad imperiosa.
Los enviados de Alberto F. a EEUU aspiraban a traerse una media palabra sobre el acuerdo pero el inconveniente es qué llevaban a cambio: muy poco. “Unos lineamientos muy vagos y un presupuesto 2021 que no se cumplió en casi nada, aún entendiendo el contexto de pandemia”, apuntó uno de los interlocutores de los ministros argentinos, argentino también él aunque con muchos años en el mundo financiero en NYC.
En estas condiciones, el 15-N luce como un abismo que solo podrá alejarse si el primer mandatario arma un “scrum” sólido con quienes estén dispuestos a acompañarlo para llegar a la lejana orilla del 10 de diciembre de 2023. Cosa que no hizo cuando se conoció la carta por intercesión de Vilma Ibarra, quien en contra de toda la “mesa chica” (muy chica) del “albertismo” opinó que no debían aceptarse entonces las renuncias de los ministros “cristinistas” para darle un nuevo curso, más moderado, al Ejecutivo.
El argumento de que peligraba la gobernabilidad si el Presidente tomaba el rumbo contrario a su mandante, esgrimido por la secretaria Legal y Técnica en soledad, podría aplicarse a lo contrario: sostener una alianza vacía y ahora sin el apoyo de los votos bonaerenses del Frente de Todos no favorece la gobernabilidad. Y allí está el dólar como termómetro de la confianza que no genera esta postura.
Las condiciones que impone el FMI son archiconocidas por todos. La crisis sanitaria ya está dando vuelta todos los presupuestos económicos previos, pero los sectores “retardatarios” –para usar un término familiar para el neocamporismo– no están dispuestos a ceder ante la excepcionalidad del momento el control del sistema financiero internacional.
Antes de que los primeros grandes cambios sucedan –ver la agenda que repite casi a diario Guzmán–, Argentina deberá anunciar un pacto nuevo con el organismo. La fecha límite es marzo porque entonces vence su postrero “stand by” con el Club de París. Entre noviembre y marzo se cursará un verano austral caliente. Y no por el cambio climático.
* Director de Gaceta Mercantil
Manzur va por la utopía: Apuesta a lo Macri para convencer inversores
CARLOS BURGUEÑO/MDZol
El que manda es el Presidente Alberto Fernández. El kirchnerismo no es un freno al crecimiento y la racionalidad. Habrá un acuerdo sólido con el Fondo Monetario Internacional (FMI). No se debe esperar una megadevaluación, pero sí una política cambiaria seria y competitiva.
No habrá radicalizaciones en los próximos dos años de gestión. Habrá políticas fiscales, monetarias y macroeconómicas sustentables.
Se buscarán acuerdos con la oposición para temas sensibles. Todas las leyes importantes serán tratadas dentro del Congreso. Las leyes laborales que rigen en el país y las modificaciones que se lanzarán no irán contra los privados. Y, en definitiva, toda inversión, financiera o en la economía real, es bienvenida y respetada.
Estos fueron, en líneas generales, los mensajes que el gobierno llevó el viernes pasado a Nueva York. Sin embargo, las cosas no salieron del todo bien.
Juan Manzur, Martín Guzmán y Jorge Arguello escucharon el viernes pasado preguntas directas para las que no tuvieron respuestas concretas de parte de los fondos de inversión con los que se reunieron en el consulado argentino. Especialmente conocer cuál es el tiempo concreto en el que el gobierno de Alberto Fernández quiere cerrar el acuerdo con el FMI.
El jefe de Gabinete, el ministro de Economía y el embajador argentino ante los Estados Unidos recitaron los textos habituales que despliegan habitualmente los funcionarios argentinos ante la pregunta sobre el Facilidades Extendidas que se discute con el Fondo. Esto es, la necesidad de lograr un plan sustentable, un acuerdo que garantice el crecimiento y cerrar compromisos que se puedan cumplir.
Sin embargo, el puñado de fondos de inversión que se reunieron con los argentinos querían precisiones más concretas. Con definiciones más exactas sobre el tiempo cierto que evalúa el gobierno argentino para terminar la historia con el FMI, y encarar la próxima etapa de política económica.
Escucharon la versión oficial los ejecutivos Pablo Goldberg de BlackRock; Diego Ferro de M2M Capital, Javier Timerman de AdCap, Gustavo Ferraro de Gramercy, Sebastián Vargas de Barclays, Darío Lizzano de PointState Argentum, Alberto Ades de NWI Management, Claudia Castro de Invesco, Andrés Lederman de Fintech; Matias Silvani de Goldentree, Luis Simón de Goldman Sachs, Soledad López de Morgan Stanley y Fernando Grisales de Schroeders, Ruben Kliksberg de Redwood Capital Management); Martín Marron de JP Morgan y Gerardo Bernaldez de CarVal Investors.
Luego, en dos reuniones privadas, se habló con el fondo Templeton y el Pimco, dos de las casas de inversión más compradas en el mercado de capitales argentino, y protagonistas habituales (especialmente el primero) de la demanda insistente de dólares en sus versiones financieras MEP y CCL. En general todos los fondos valoraron la predisposición de los funcionarios, y la voluntad de explicar y no rehusar ninguna pregunta.
Sin embargo, quedó claro en la reunión, ya no hay margen para credibilidad desde las potenciales inversiones, si antes no se responde con concreciones serias, directas y concretas sobre tres preguntas puntuales: cuándo habrá acuerdo con el FMI? ¿Qué opina el kirchnerismo del acuerdo y de las metas fiscales y cambiarias innegociables que el país debe adoptar para cerrar un Facilidades Extendidas? ¿Cuál es el plan económico para los últimos dos años de gestión de Alberto Fernández?
Al no haber respuestas sin eufemismos, el propio Manzur sacó de la galera una idea que no estaba en el catálogo original: que los fondos de inversión vengan a Buenos Aires y se reúnan con todos los representantes de la coalición gobernante y hagan todas las preguntas que necesiten. Y que este encuentro se realice una vez que las Facilidades Extendidas estén seriamente en avance, obviamente luego de las elecciones legislativas del 14 de noviembre y cuando el próximo diseño del Poder Legislativo esté operativo.
Sería un "trip investor" similar al que Mauricio Macri organizó en septiembre del 2016, cuando ya avanzada su gestión invitó para tres megajornadas abiertas a inversores internacionales, para vender su plan económico e invitar a todos los interesados a desembarcar en el mercado de capitales criollo que se desarrollaría sin detenimiento a partir de la llegada de Cambiemos al poder.
Muchos de los fondos que aceptaron la invitación, luego accedieron a apostar por el renacimiento argentino, y perdieron miles de millones de dólares. Como Templeton y BlackRock. Esto no amilanó a Manzur, que les aseguró a los fondos de inversión que serán bienvenidos en Buenos Aires en poco tiempo. Y que tendrán libertad para conversar con todos los funcionarios y dirigentes políticos que consideren necesarios. Incluyendo al kirchnerismo.