DANIEL MONTAMAT*
La renta de la explotación del petróleo (recurso natural agotable con reservas acotadas) surge de la diferencia entre los precios de venta y los costos de producirlo. Tratándose de un producto transable comercializable en todo el mundo, los precios a tener en cuenta para el cálculo de la renta son los de referencia internacional, referenciados al mercado en consideración (precios de frontera).
Cuando los precios domésticos no están alineados con los internacionales (cotizan por encima o por debajo), el sector refinador, o el consumidor de los productos petroleros (nafta, gasoil), pasan a integrar el circuito de distribución de renta (a veces recibiendo un subsidio del sector productor, otras veces pagando precios de los productos que subsidian la producción aguas arriba). Los costos a considerar para calcular la renta son los marginales de largo plazo, que se pueden aproximar por los costos promedios totales (exploración, desarrollo, explotación).
Los precios de referencia fluctúan, y los costos también varían según la productividad del yacimiento, la tecnología de producción, la tasa de descuento de los fondos y los gravámenes que rigen el negocio. Las reservas petroleras mundiales están distribuidas en yacimientos de distinta dimensión, productividad y costos, sujetos a distintos regímenes de propiedad y explotación.
La renta petrolera de un yacimiento en Medio Oriente es mayor que la renta de un yacimiento en el pre-sal (Brasil); y la de un yacimiento en Venezuela, mayor que la de uno en la Argentina. La renta también varía entre yacimientos de las distintas cuencas argentinas. La renta de un yacimiento convencional es distinta a la de una formación no convencional (Vaca Muerta).
El negocio petrolero puede ser analizado como un negocio de apropiación y distribución de renta. Calculamos el valor de las reservas que razonablemente se espera encontrar, y lo comparamos con el riesgo y con el costo de explorarlas, de desarrollarlas, de producirlas y de comercializarlas, bajo determinadas reglas que, al momento de la evaluación, permiten estimar la renta potencial a apropiar y a distribuir. Si no hay renta no hay negocio y no hay inversión. Pero, aun habiendo renta petrolera, es muy importante para la continuidad del negocio y para la reinversión en la geología donde hay actividad, la previsibilidad y la estabilidad de los mecanismos de apropiación y distribución de la renta petrolera que estaban vigentes al decidirse la inversión.
Si las políticas públicas interfieren en los precios que definieron la inversión (controles, congelamientos, precios domésticos disociados de los internacionales), o en los costos (nuevos gravámenes, aumento de gravámenes existentes, inestabilidad macro, restricciones varias), aunque en valores absolutos siga habiendo renta a apropiar y a distribuir, las decisiones de inversión van a empezar a priorizar el negocio de corto plazo, resintiendo la producción y la inversión en exploración y en reposición de reservas. Los datos empíricos analizados en el libro La renta petrolera argentina (EUDEBA) son contundentes en demostrar la caída de la producción y de las reservas probadas cuando hay interferencia y discrecionalidad para fijar los parámetros que rigen la generación y el reparto de la renta petrolera argentina.
Pero así como el enfoque de la renta es fundamental para analizar la decisión de inversión y la continuidad del negocio, también es clave para determinar el enfoque productivista o extractivista de la explotación petrolera. El destino de la renta apropiada por el Estado en aquellos países que producen y exportan petróleo fue condicionante del éxito o el fracaso del modelo de desarrollo. La riqueza petrolera catapultó el desarrollo noruego.
El Estado noruego destinó parte de la renta que obtuvo por la explotación de las reservas del Mar del Norte a la constitución de un fondo de pensiones intergeneracional. Ese Fondo hoy acumula más de 1 billón de Euros, y el año pasado, en plena pandemia, obtuvo un rendimiento anual de 10.9%. Noruega es una nación próspera que encabeza los índices de desarrollo humano. En el otro extremo, Venezuela, país con las mayores reservas probadas del mundo, financió con la renta políticas distributivas de corto plazo que terminaron minando la estabilidad política y el desarrollo económico.
La Argentina tiene una historia petrolera de más de 100 años. Es un país con petróleo, no petrolero. Pero tiene posibilidades de desarrollar y exportar saldos crecientes a partir de la explotación de los recursos no convencionales (shale oil). Si lo quiere hacer, antes de que sea tarde y que la revolución verde cambie el paradigma energético, deberá incorporar las enseñanzas que dejan la prueba y el error del pasado a las políticas públicas que determinan la apropiación y la distribución de la renta petrolera en el futuro. Enseñanzas en cuanto a la previsibilidad y estabilidad de los mecanismos que rigen la renta, y enseñanzas que aconsejan la constitución de algún fondo soberano o contracíclico (como los chilenos lo hicieron con el cobre) para evitar que la renta de un recurso agotable financie gasto corriente improductivo.
*Exsecretario de Energía y coautor del libro La renta del petróleo en la Argentina-(Eudeba-2021)