RICARDO ALONSO*
La rodocrosita es el mineral que mejor representa a la República Argentina en el mundo y como tal ha sido distinguida como la piedra nacional en 2018. Se cree que su bello color rosado atrajo ya a los incas que la utilizaron en sus adornos. Hoy es considerada casi al nivel de una gema a pesar de tratarse de una piedra semipreciosa. Los yacimientos de Catamarca que la contienen son los más importantes y ricos del planeta. Cualquier libro internacional de mineralogía que ilustre muestras de rodocrosita lo hace con ejemplos argentinos.
Las viejas minas de cobre y oro de Catamarca cobraron interés a partir del descubrimiento de los grandes yacimientos de Bajo de la Alumbrera y Agua Rica. Entre el conjunto de minas antiguas se destaca el distrito de Capillitas, en el departamento de Andalgalá, un yacimiento de cobre, plomo, zinc, plata y oro, que contiene el mayor depósito de rodocrosita del mundo. Hay datos de que ya en la época incaica las minas fueron explotadas para aprovechar el llamativo mineral de color rosado. Se menciona que en una de las tumbas de ese período se descubrió una momia que tenía entre sus manos una suerte de amuleto tallado en dicha piedra rosada. Los españoles estuvieron en el lugar durante el largo periodo colonial, pero recién a mitad del siglo XIX se tiene una primera referencia sobre trabajos en la veta Restauradora de Capillitas.
Esto en razón de una nota aparecida en el diario "El Orden" de Buenos Aires del 7 de octubre de 1855, titulada casi proféticamente "La provincia de Catamarca y la portentosa riqueza de sus minas". Allí se informaba de la adquisición de las minas por el Sr. Samuel Lafone Quevedo en la suma de seis mil onzas de oro. Las minas se mantuvieron en explotación a lo largo de 36 años y en ellas trabajó el químico alemán Federico Schickendantz. Alrededor de 1873 llegó al lugar el científico alemán Alfredo Stelzner, considerado el padre de la geología argentina, quien había sido contratado por Sarmiento a través de la Academia Nacional de Ciencias de Córdoba para realizar un estudio de la geología y la potencialidad minera del país.
Se debe precisamente a Stelzner la primera mención del mineral en Argentina. Luego vendrían decenas de estudiosos que se ocuparon de investigar distintos aspectos de la especie mineralógica, su origen y forma de yacencia. De todos ellos corresponde por justicia recordar al Dr. Franz Mansfeld, un alemán que dedicó su vida al estudio, explotación y comercialización de la rodocrosita. Su primer contacto con el mineral fue en 1934 mientras revisaba viejos cajones de muestras de las colecciones mineralógicas del Museo de La Plata.
Llevó el mineral al Museo Británico en Londres donde comprobó el valor y la rareza de la piedra que portaba. De regreso al país y tras numerosas peripecias viajó hasta las minas de Catamarca y regresó a Buenos Aires con cuatro toneladas de mineral que cortó y pulió en un taller que había instalado al efecto. En 1937 Mansfeld y varios socios fundaron la "Compañía Minera de la Cordillera" para la explotación de "La Rosa del Inca", término con el que bautizó al mineral. Mansfeld publicó un interesante libro, hoy una rareza bibliográfica, al que tituló “En busca de la Rosa del Inca” (Imprenta Tamar, 196 p., 1943, Buenos Aires).
Se cuenta que Mansfeld conoció a una distinguida dama de Salta la que se interesó mucho por la piedra y viajó con una tonelada de artesanías hechas de rodocrosita a la Feria Internacional de Leipzig donde concitó la admiración del numeroso público presente. Era la primera vez que se exponía en el extranjero esta piedra argentina, que luego alcanzaría fama por su color único y bella textura interna. La rodocrosita es un mineral de color rosado intenso, formado químicamente por carbonato de manganeso en un ambiente de chimeneas volcánicas antiguas. Resulta codiciada por su color, su asociación con sulfuros metálicos (pirita, marcasita, galena, esfalerita) y su crecimiento en bandas con diseños ondulantes o festoneados que la hacen exquisita para tallas, esculturas finas y joyería.
La variedad de color café recibe el nombre de capillitita, en homenaje a la mina Capillitas. Esta variedad debe el color a la presencia de óxidos de hierro y zinc. Las bandas blanquecinas a rosadas claras se deben al aumento del óxido de calcio, mientras que las rodocrositas de intenso color rojo frambuesa están dominadas por óxido de manganeso. La mina Capillitas fue conocida desde antes de la época de los españoles y ya en el periodo republicano fue estudiada por numerosos científicos, entre ellos Stelzner y Brackebusch en el siglo XIX y, en el siglo XX, por Federico Ahlfeld, Victorio Angelelli, Erwin Kittl, M. Magdalena Radice, Enrique C. Rayces, Milka K. de Brodtkorb, Alejo Brodtkorb, Félix Gonzalez Bonorino, entre muchos otros. Sin embargo el estudio más completo fue realizado en 1988 por la Dra. María Florencia Márquez Zavalía como tesis doctoral de la Universidad Nacional de Salta, titulada: “Mineralogía y génesis del yacimiento Capillitas (Catamarca, República Argentina)”.
En mina Capillitas se ha identificado más de un centenar de especies minerales, en su mayoría correspondientes a sulfuros de cobre, hierro, plomo, zinc, arsénico y antimonio, acompañados por escaso oro nativo. Las especies minerales mejor representadas son: pirita, esfalerita, galena, marcasita, pirrotina, calcopirita, tetraedrita, tennantita, enargita, bornita, calcosina, covelina, pirolusita, así como calcita, baritina y ocres de hierro (“limonitas”). Cuarzo y rodocrosita son minerales abundantes en las vetas. En realidad se trata de rocas ígneas y metamórficas del basamento cristalino pampeano, de mucha antigüedad, que han sido atravesadas por un evento volcánico ocurrido unos 5 millones de años atrás.
La explosividad volcánica dio lugar a conductos y chimeneas que se rellenaron por una mezcla de fluidos líquidos y gaseosos portadores de los metales que precipitaron en los conductos vacíos generando los diferentes minerales. Una de las curiosidades es que se encontraron grandes espacios cavernosos rellenos con rodocrosita que formaron en algunos casos estructuras similares a las estalactitas. Una de esas cavernas, la mayor descubierta en tiempos modernos, tenía 12 m de largo por 4 m de alto y casi 2 m de ancho. De su interior se recuperaron unas 16 toneladas de estalactitas. La veta de mayor fama por la calidad de su rodocrosita es la llamada “Veta Ortiz”.
Es la que tiene el color más rojo conocida también como “rodocrosita rubí” y que alcanza valor de gema. Con mineral de esa veta se han realizado piezas ornamentales de gran belleza distribuidas en galerías de arte, museos y colecciones privadas alrededor del mundo. Se cree que la veta Ortiz fue explotada ya en tiempos de los incas por las herramientas allí encontradas. Desde el punto de vista mineralógico rodocrosita es un carbonato de manganeso que deriva su nombre del griego en el sentido de “color rosado”. No debe confundirse con rodonita que es el silicato de manganeso, también de color rosado. Rodocrosita cristaliza en el sistema trigonal, es translúcida, con brillo vítreo, raya blanca, dureza entre 3,5 y 4, peso específico entre 3,3 y 3,6. Es relativamente frágil y se pule con facilidad logrando un buen lustre.
Las texturas son muy variadas y van desde macizas a bandeadas, estas últimas las más comunes. Las estalactitas al cortarlas muestran anillos de crecimiento afines a los que se observan en un tronco de árbol. Pueden tener una última capa fina de pirita que las recubre. Se ha encontrado también rodocrosita en Estados Unidos, Hungría, Rumania y Sudáfrica. Cuando se presenta en cristales puros y transparentes puede utilizarse como gema. Para los que gustan de lo mágico, se dice que la piedra desarrolla en el individuo la intuición y las fases creativas, elevando y clarificando las ideas. Junto al lapislázuli se la considera una "cúralo todo". Lo verdaderamente cierto es que las entrañas de Catamarca encierran un tesoro único: esa rara flor encarnada llamada “Rosa del Inca” que fuera con justicia elegida como la piedra nacional de la República Argentina.
* Doctor en Ciencias Geológicas