Foto: Elijah Nouvelage / AFP
DANIEL BOSQUE*
Maniobrar con un ejército es ventajoso. Maniobrar con una multitud indisciplinada, es peligroso. (“Sun Tzu, en el Arte de la Guerra”)
¡Bingo! La bolilla tardó en salir, tras el punto muerto que impuso la pandemia, y ahora se sabe por dónde continuó el fixture de la revuelta mundial. La memoria del smartsapiens es pobre: En su mayoría, prensa y redes prefieren no recordar que a comienzos de marzo, con las llamas del súper marzo de Chile en ciernes, los telediarios venían a cartón lleno con Francia, Hong Kong, Cataluña, Ecuador y sigue la lista.
Para alivio del psicópata Jair Bolsonaro, perdieron quienes apostaron que las rebeliones ciudadanas seguirían por Brasil. Uno de cada mil: No es noticia en EE.UU. que un negro sea asesinado por la policía, pero esta vez ardió Troya. El mundo, que suele ser hipócrita y racista, le ha caído con todo a Donald Trump, quien en febrero pasado cuando tildaba de gripecita al Covid-19 y cambiaba hostia por hostia con Xi Jimping, marchaba sobre rieles hacia el 9-N a caballo de su boom de empleos y consumo.
"We had a dream" es la paráfrasis a Martin L. King, el mártir de Memphis. Entre saqueos y odas al black power, arde el sueño americano por la rebelión afro y latina, el target humillado por el presidente pirómano que sometió a las minorías a deportaciones, recortes y muros. Trump parece loco, pero le habla a otro corpus social que hasta el virus había confiado en sus Make America Great Again. El 10 de febrero, cuando ya el virus ya viajaba de China a New York, Trump presentó su presupuesto de US$ 4,8 billones, con notables recortes en gasto social y medio ambiente y nuevos incrementos a Defensa y a la exploración espacial, con la vista puesta en Marte.
A los republicanos, los ultramontanos del Tea Party y la plutocracia negacionista les costará parar la escalada rebelde que desafía en las calles el virus, aún vivo. Haber pulverizado la globalización, con similar vocación hegemónica de Ronald Reagan y George Bush, pero en un mundo que cambió, tendrá sus efectos. Los líderes de la aliada Europa, dependiente del gas de Rusia y deshilachada por la pendemia debaten por zoom las llamas de USA, el Gran Hermano que los liberó del Tercer Reich y detuvo el asedio soviético. Pero esas son glorias pasadas. Ahora la cuestión es cómo parar a los chinos, cuyo big stick no duerme de noche y aprovechó la crisis mundial para terminar con la autonomía de Hong Kong y fortalecerse en el comercio mundial.
Nada de fin de la historia, todo es posverdad. Cien mil muertos made in USA atrás la dialéctica era otra. Nasdaq y SP Dow Jones intentan recuperarse de dos meses duros, con farmacéuticas en boga y petroleras, fondos e inversores golpeados. además de los mentados 40.000.000 de desempleados, por ahora subsidiados por el seguro social en pleno año electoral. Hay centenares de matices que izquierdas y derechas del mundo prefieren omitir en aras de brevedades y anteojeras. Al fin, es inevitable el morboso placer de ver al gigante caído.
Si eso es xenofobia, la pregunta global es cómo andamos por casa. Estados Unidos, como la reciente Sudáfrica post Mandela, son las dos únicas naciones étnicamente mixtas que tienen clase media negra. Un patrón que no define a otras sociedades en las que a más pigmentación hay menos oportunidades, antes y después de internet. ¿Estamos ante la lucha contra racismo una tapadera de un malestar más vasto, no sólo en EE.UU? ¿Algo así hubiera pasado sí o sí porque los jóvenes y desposeídos de sueños y trabajo van camino a la revuelta inexorable? El ahora politólogo peronista Mario Firmenich ha recuperado la voz para decir que a la pandemia le seguirán focos de rebelión social, aquí y acullá. Chocolate por la noticia, diría el sentido común con sólo mirar el mapamundi. No lo había pensado, se sorprenden políticos y periodistas que son o se hacen.
En los benditos países emergentes, a los que el virus chino ha tumbado mal, los status quo vernáculos toman nota. Como contener el efecto dominó, a las malhumoradas masas juveniles huérfanas que un día se hastían e incendian todo. El Grupo de Puebla, el think tank autodefinido como progresista, ya lo tiene como hipótesis de crisis, porque una cosa es el desborde siendo oposición y otra si gobiernas. Encuadramiento social y político, asistencia vía subsidios, entrenamiento de cuadros políticos en formaciones especiales, control de la información, dominio de la ciber información, es la propuesta del grupo progresista que pone como ejemplo la receta peronista argentina.
Desde el alto de la loma, China observa como el mundo humeante trata de reacomodarse al desastre del virus de Wuhan. El gran comprador, intacto y potente, parece haber ganado este round sangriento de la guerra comercial, que ha dejado a miles de millones lejos de los modestos sueños que venían construyendo para sus vidas. “Nuestra gran esperanza es que los chinos nos vuelvan a comprar, sin ellos no hay salvación”, repiten como loros los empresarios y gobernantes del mundo”. Basta un ejemplo de los tantos sobre el cuasi monopsonio asiático: por la caída de los mercados mundiales el 84% de la carne argentina se vende a China, que ahora recortó los precios de compra en un 30 a 40%. Si querés llorar, llorá.
Mientras todo esto sucede, América Latina sigue sumando muertos, contagiados y pobrezas derivadas, en una epidemia que recordará el resto de sus vidas. ¿Que todas son malas noticias? No todas: acabo de leer que para el resfrío y la tos no hay nada mejor que el jengibre y la miel.
* Director de Mining Press y EnerNews.