FRANCISCO ORREGO B. Y KARIN JÜRGENSEN E.
Desde su origen hace seis décadas, la Empresa Nacional de Minería se ha construido en torno al desafío de mantener activa la tradición minera de las familias de la pequeña y mediana minería de Chile. ENAMI ha brindado una plataforma real para incorporar a la pequeña minería al sector formal de la economía -cosa que escasamente ocurre en otros países latinoamericanos- y transformar en riqueza recursos que, de otra manera, no serían aprovechados para beneficio del país.
El reconocimiento que ha merecido este modelo de fomento minero -prácticamente único en el mundo- no radica solamente en el aspecto productivo y de formalidad legal, sino también en la dimensión social y regional que los enlaces de la cadena de valor van tramando en las 52 localidades que dependen de su participación. Estos encadenamientos productivos que promueve ENAMI se traducen en recursos que finalmente se quedan en regiones.
Este punto es clave para comprender el sentido de ENAMI. Las comunas donde ella está presente, exhiben mejores indicadores socioeconómicos que las comunas aledañas. Hay más empleo y mejores niveles de escolaridad y de acceso a vivienda, simplemente porque los recursos que genera el trabajo de los mineros con la colaboración de ENAMI circulan y revitalizan las economías locales. El último estudio de impacto (2008 -2015) mostró que, si no existiera ENAMI, el país habría dejado de percibir UD$1.700 millones en ese período.
Bajo el prisma de la evaluación social, ENAMI es un aporte real al país. ENAMI le hace bien a Chile, más aún cuando la pequeña y mediana minería son actores relevantes para el desarrollo de la industria minera nacional. El sexagésimo aniversario de esta empresa, coincide lamentablemente con la crisis sanitaria y económica que golpea al país. ENAMI no ha estado exenta de las dificultades y desafíos que han debido abordar la gran mayoría de las empresas chilenas. Junto con hacerse cargo de la seguridad y salud de sus trabajadores y de impulsar medidas que fomenten y faciliten el teletrabajo, también ha debido sortear un entorno económico complejo e incierto.
A ello se deben agregar los problemas de gestión que se vienen arrastrando de administraciones anteriores. Pero estas dificultades no detienen a ENAMI y nos obligan a ser creativos y responsables con nuestros deberes institucionales y los compromisos adquiridos con los mineros, proveedores, transportistas, trabajadores, colaboradores y comunidades.
Incluso hoy, cuando las consecuencias de la pandemia no dejan de afectarnos, la pequeña y la mediana minería pueden resultar un engranaje eficaz para impulsar la reactivación económica en aquellas regiones donde se emplazan sus faenas.
Esa convicción, en línea con los esfuerzos que las autoridades del país han solicitado a los sectores públicos y privados, ha llevado a ENAMI a aprobar en estos meses complejos 46 proyectos de reactivación de pequeña minería a lo largo del país, con una inversión cercana a los US$1,2 millones, potenciando así el desarrollo de nuevos mineros y la economía de localidades, aún en tiempos de pandemia. Asimismo, este grupo se benefició en 2019 con la inversión de más de US$14,3 millones para el desarrollo de instrumentos de fomento y créditos para el sector; una inversión que a agosto de 2020 alcanza a US$10,8 millones.
Con mirada de mediano y largo plazo, ENAMI ha diseñado una robusta cartera de herramientas para generar fomento con impacto mediante programas, asistencias técnicas y créditos destinados a mantener en marcha la actividad. Para ENAMI las familias de pequeña minería son el motor de sus localidades y una oportunidad de desarrollo. Siendo la única institución del Estado de Chile que administra fondos para fomentar la pequeña minería, ENAMI conoce bien a los mineros, por lo tanto puede evaluar su riesgo crediticio con mayor precisión que la banca tradicional. Cabe mencionar, que los pequeños mineros siempre han cumplido con sus obligaciones crediticias con ENAMI.
Centrar la mirada en la rentabilidad social de la ENAMI no se contradice con la necesidad de hacer una gestión eficaz, eficiente e innovadora con el objeto de mejorar su productividad y buscar buenos resultados. La correcta administración de los recursos, que son de todos los chilenos, resulta una tarea crucial que moviliza al directorio y la gestión diaria de todo el equipo de ejecutivos y trabajadores de la empresa.
Así, se podrá profundizar la política de fomento de la pequeña y mediana minería, contribuyendo a la descentralización y recuperación efectiva del país y mejorando la distribución de ingresos, con acento en insertar plenamente su valor e impacto en el entorno y las comunidades vecinas.
